"Es improbable que el coronavirus haya surgido en un laboratorio": científicos

Para determinar de dónde surgió el virus y cómo infectó a los humanos, un grupo de investigadores analizó las secuencias genéticas del SARS-CoV-2 y las comparó con los de las otras cepas conocidas de coronavirus. Concluyeron que este nuevo coronavirus se originó por medio de procesos naturales.

Paula Casas
21 de marzo de 2020 - 05:25 p. m.
Estructura general del coronavirus SARS-CoV2.  / Imagen: Alissa Eckert, MS; Dan Higgins, MAMS, Centers for Disease Control and Prevention.
Estructura general del coronavirus SARS-CoV2. / Imagen: Alissa Eckert, MS; Dan Higgins, MAMS, Centers for Disease Control and Prevention.
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Del coronavirus SARS-CoV-2, que hoy hace presencia en 146 países, se ha dicho que fue fabricado en un laboratorio en Wuhan (China), donde se confirmó el primer caso en diciembre de 2019. El senador estadounidense Tom Cotton, en su cuenta de Twitter, insinuó el 30 de enero que en esta ciudad “está el único súper laboratorio de nivel cuatro de bioseguridad de China que trabaja con los patógenos más mortales del mundo para incluir, sí, el coronavirus”. 

Pero esta no es la única teoría conspirativa. Incluso, en China se dijo que en Estados Unidos construyeron el virus y lo lanzaron a este país en noviembre del año pasado. Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, publicó el 12 de marzo una intervención del director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Robert Redfield, en la que admitía que algunas muertes por influenza en estadounidenses se habían identificado como casos de COVID-19, la enfermedad que produce el nuevo coronavirus. Un estudio publicado en Nature demuestra lo contrario. 

El grupo de investigación llegó a esta conclusión luego de estudiar las espigas que están en el exterior del virus y que, por su parecido a una corona, hacen que se llame coronavirus. Estas “armaduras” son las que utiliza el virus para atrapar y penetrar las paredes externas de las células de las vías aéreas en humanos y animales. Se centraron, específicamente, en dos características relevantes de las espigas. 

La primera es el dominio de unión al receptor (RBD), que es una especie de gancho que hace que el virus se adhiera a las células huésped (en las de la persona contagiada) y es la parte más variable. La otra es el sitio de escisión, que funciona como una apertura molecular que permite que el virus se abra paso y penetre las células huésped. El SARS-Cov-2 infecta a la célula cuando se fusiona a su membrana de lípidos. Luego, cuando está adentro, libera una porción de material genético llamado ácido ribonucleico (ARN).

Tras varios análisis, los expertos encontraron que un fragmento de RBD de las espigas había evolucionado para atacar efectivamente una proteína en el exterior de las células humanas llamada ACE2, que es un receptor involucrado en la regulación de la presión arterial. Según los resultados, esas espigas fueron muy efectivas en la unión de las células humanas, por lo que concluyen que era el resultado de la selección natural. 

Una vez descubrieron que el SARS-CoV-2 era producto de evolución natural, los científicos plantearon dos posibles escenarios. Uno en el que el virus evolucionó a su estado actual por medio de la selección natural en un huésped no humano (podría ser del murciélago, como se planteó en un principio) y, posteriormente, saltó a los humanos. Una situación similar a la que ocurrió con otros coronavirus, como el MERS que surgió de un camello o el SARS que fue por la exposición directa a civetas, un mamífero carnívoro. “Aunque, hasta el momento, no hay casos documentados de transmisión directa murciélago-humano, se sugiere que un huésped intermedio estuvo involucrado”, reseña el estudio. 

El otro propone una versión no patógena del virus que saltó de un huésped animal a humanos y luego evolucionó a su estado patógeno actual, pero dentro de la población humana. Un ejemplo que exponen los científicos para este caso es de algunos coronavirus de pangolines, quienes tienen una estructura RBD muy similar a la del SARS-CoV-2. “La otra proteína de espiga, el sitio de escisión, quizás evolucionó dentro de un huésped humano, posiblemente a través de una circulación limitada no detectada en la población humana antes de que comenzara esta epidemia”, señalan los expertos. 

Además de plantear estos dos posibles escenarios, los expertos estudiaron algunos datos sobre su estructura molecular, algo así como la columna vertebral de este nuevo virus. Encontraron que esa estructura del SARS-CoV-2 difería sustancialmente del SASRS y el MERS, los otros dos tipos de coronavirus que se conocen. Andersen  cuenta que "estas dos características del virus, las mutaciones en la porción RBD de la proteína espiga y su columna vertebral distinta, descartan la manipulación de laboratorio como un posible origen del SARS-CoV-2".

Aunque los científicos lograron demostrar que este nuevo coronavirus surgió de manera natural, Andrew Rambaut, coautor del estudio, advierte que en ese momento es muy complejo saber cuál de los dos escenarios es más probable para el origen de este virus. Eso sí, advierten que en caso de que el SARS-CoV-2 haya llegado a los humanos en su forma patógena actual por medio de una fuente animal, es probable que aumenten a futuro los brotes, porque la cepa del virus que causa la enfermedad aún podría estar circulando en la población animal y podría llegar de nuevo a los humanos. 

Por Paula Casas

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