Historia de las epidemias y cambios en la economía

Las epidemias se mueven desde que la humanidad existe. ¿Cómo han afectado el desarrollo económico? Varios ejemplos históricos arrojan luz sobre esta pregunta.

Juanita Villaveces Niño.
14 de abril de 2020 - 02:00 a. m.
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Las epidemias se mueven desde que la humanidad existe. Con la agricultura y domesticación de animales se hicieron más recurrentes las enfermedades infecciosas, como lo revelan los esqueletos de nuestros antepasados del Neolítico. El principal vector de infección han sido los humanos y, en la medida en que estos se mueven en el territorio, migran y comparten con otras sociedades, las enfermedades van llegando a nuevos territorios. Así también, a medida que la tecnología mejora, los medios de comunicación iniciando con el caballo, luego las barcas, buques hasta los aviones. Ese cambio tecnológico, que es reflejo de desarrollo de las economías, también ha facilitado a las enfermedades infecciosas moverse a mayores distancias, más rápidamente. Son los costos del desarrollo.

Pero, ¿cómo han afectado las epidemias el desenvolvimiento económico? Existen varios ejemplos en la historia de las epidemias. La peste negra, en la Edad Media, significó la caída de la población de Europa en 2/3. Una epidemia que empezó en Sicilia, por la llegada de buques en un momento de apogeo del comercio medieval. De ahí ingresó al continente, no sólo por las impopulares ratas, sino por más buques que tocaron otros puertos en el Mediterráneo y el Atlántico Norte. En cinco años, la epidemia se propagó hasta los países escandinavos. El efecto de la caída de la población no fue inmediato. Los señores feudales procuraron mantener su dominio sobre la fuerza de trabajo campesina, así que obligaron a los hombres menores de 60 años a continuar labrando sus tierras. Pero esto sería insostenible. La población diezmada favoreció los intereses de los campesinos que lograron romper ataduras a la tierra y desplazarse por el campo hacia los burgos, mejorando también el salario que recibían. Si bien no fueron efectos inmediatos, la peste negra fue un factor asociado con el tránsito del feudalismo al capitalismo y un cambio en las reglas de juego urbanas y en el campo.

En América, el choque de las civilizaciones también trajo el encuentro de enfermedades. Los indígenas fueron aniquilados por la mezcla de viruela, sarampión, gripe, tifo, violencia y trabajos forzados que impusieron los españoles. La caída en casi 90 % de la población no favoreció la capacidad de negociación de los indígenas. Al contrario, llevó a la usurpación de sus mejores tierras para implementar economías de extracción agrícolas o mineras. Al pueblo nativo que sobrevivió la mortandad se le otorgaron resguardos que, siendo una institución segregacionista, logró conservar la tierra en manos de sus legítimos dueños.

La construcción del canal de Panamá también fue estropeada por la fiebre amarilla y la malaria. Los primeros inversionistas franceses iniciaron la construcción en 1881, pero vieron cómo sus obreros caían enfermos por estas plagas. Se calcula que 85 % de los obreros se enfermaron y entre 16.500 y 22.000 murieron. Los franceses desconocían el vector de contagio y creyeron que eran los hombres infectados y sus “aires” los que infectaban. Adaptaron el aislamiento y la cuarentena en hospitales con ventanas abiertas para más ventilación, plantas ornamentales y la “higiénica” costumbre de poner vasijas de agua en las patas de las camas para evitar que las hormigas molestaran a los enfermos.

Todo esto fue un ambiente perfecto para un criadero de moscas. El mosquito les ganó a los franceses, quienes abandonaron la inversión en el canal de Panamá. Los estadounidenses, después de enfrentarse a España en la “independencia” de Cuba, aprendieron allí que el vector de contagio era el mosquito. Este descubrimiento jugó a favor del éxito estadounidense en la construcción del canal de Panamá a partir de 1904.

Cuatro ejemplos que muestran posibles cambios en el devenir histórico de un sistema económico, o cambios más sutiles como una ventaja comparativa de quien investiga y entiende las enfermedades. No hay un único resultado. Depende del alcance de la epidemia, de las vidas afectadas y de qué tanto poder o no mantienen quienes pueden imponer reglas de juego. Lo claro es que hay que mirar a la población como fuerza de trabajo para indagar sobre posibles efectos.

* Profesora de la Facultad de Ciencias Económicas e investigadora del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), de la Universidad Nacional de Colombia.

Por Juanita Villaveces Niño.

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