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Del 26 de enero al 10 de febrero de 2020 un brote de la nueva enfermedad por coronavirus (COVD-19) afectó a 10 personas de tres familias en Guangzhou, China. Al intentar rastrear dónde habían podido contraer la enfermedad, el personal de salud que reconstruyó sus pasos descubrió que las tres familias tenían algo en común: habían visitado un mismo restaurante días atrás.
Una de las familias (familia A) había viajado desde Wuhan, epicentro de la pandemia, hasta Guangzhou, a 982 kilómetros de distancia. Uno de sus cinco miembros ya era portador del coronavirus pero aún no se habían manifestado los síntomas. El 24 de enero la familia visitó el restaurante. Se sabe que eligieron una de las mesas de la mitad, en el tercer piso, contra la pared. Las dos mesas a su izquierda y derecha fueron ocupadas por otras dos familias.
Ese mismo día pero horas más tarde el paciente bautizado A1 por los científicos bajo la batuta de Jianyun Lu, del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, experimentó fiebre y tos y fue al hospital. Pasarían varios días antes de que el resto de su familiar también se sintiera mal. El 5 de febrero sus cuatro familiares experimentaron síntomas similares. Lo mismo ocurrió con 3 miembros de la familia B y 2 miembros de la familia C.
Jianyun Lu y su grupo de colaboradores querían entender cómo exactamente se habían contagiado así que visitaron el restaurante ubicado en un edificio de cinco pisos con aire acondicionado y sin ventanas. El comedor del tercer piso que ocuparon las tres familias tiene un área de 145 m2. Los científicos se fijaron inmediatamente en el sistema de aire acondicionado. La distancia entre cada mesa era de aproximadamente 1 metro.
Ese día, 24 de enero, calcularon que un total de 91 personas (83 clientes, 8 miembros del personal) estaban en el restaurante interactuando en las 15 mesas de ese tercer piso, sin embargo, tan sólo 10 se enfermaron con COVID-19. Los otros 73 clientes fueron identificados como contactos cercanos, entraron en cuarentena durante 14 días pero al tomarles muestras de garganta resultaron negativos para el coronavirus.
Las distancias entre el paciente A1 y las personas en otras mesas, especialmente las de la mesa C, fueron todas mayor a 1 metro. “Sin embargo, un fuerte flujo de aire desde el acondicionador de aire podría haber propagado gotitas de la mesa C a la mesa A, luego a la mesa B y luego a la mesa C”, anotaron.
Su trabajo hace pensar que las gotas pequeñas en aerosol cargadas de virus (<5 μm) pueden permanecer en el aire y viajar largas distancias, mayores a 1 metro, y resultar contagiosas.
¿Cómo explicar entonces que los otros comensales no se contagiaron? “Los aerosoles tenderían a seguir el flujo de aire, y las concentraciones más bajas de aerosoles a grandes distancias podrían haber sido insuficientes para causar infección en otras partes del restaurante”, apuntaron.
Aunque reconocen que en su estudio no realizaron un trabajo experimental para simular la ruta de transmisión aérea ni estudios serológicos de miembros de la familia asintomáticos negativos en muestras de hisopos creen que en este brote, la transmisión de gotitas fue provocada por la ventilación con aire acondicionado. “El factor clave para la infección fue la dirección del flujo de aire… para evitar la propagación de COVID-19 en restaurantes, recomendamos fortalecer la vigilancia de monitoreo de temperatura, aumentar la distancia entre las mesas y mejorar la ventilación”.
Ahora que algunos sectores de la economía comenzarán a activarse en Colombia, es importante tener en cuenta este tipo de recomendaciones en algunas empresas de ciudades donde se hace un uso intensivo de aires acondicionados. El gobierno publicó hoy los protocolos para los sectores de la construcción y la manufactura que se reabren después del 27 de abril.