La tarea para garantizar la calidad educativa en tiempo de alerta amarilla

La suspensión de clases presenciales impone al Distrito dos retos: garantizar el acceso a los niños sin conectividad digital en casa y entregar la alimentación escolar. Expertos dicen que el compromiso y la disciplina deben venir de casa.

El Espectador
18 de marzo de 2020 - 02:47 a. m.
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Bogotá está ajustando su modelo educativo a las medidas que tomó el Gobierno para evitar el aumento de contagios del Covid-19, pero se enfrenta a dos grandes retos: garantizar el acceso a los niños sin conectividad digital en casa y la entrega de la alimentación escolar, pues para muchos esta es la única comida del día. Previendo las circunstancias, desde la semana pasada, el sector público trabaja en las guías que se usarán por estos días. Si bien, muchos maestros se han visto motivados a usar herramientas como blogs y teleconferencias, videos y grupos de Whatsapp, también se han creado guías impresas para aquellos sin acceso a internet.

“Tenemos guías virtuales y físicas para que los niños realicen en casa, porque no estamos en vacaciones. Los alumnos siguen estudiando y, por eso, los padres sin acceso a internet deben acercarse los lunes, martes y miércoles a recibir los documentos”, dijo la secretaria de Educación,  Edna Bonilla. El plan es simple: el Distrito habilitó un micrositio, en el portal Red Académica, para que los alumnos sigan las actividades junto a sus padres y cuidadores. Para ello, los educadores deberán recomendar rutinas y espacios que propicien el desarrollo de las actividades.

Como material físico, los docentes deben entregar guías, talleres, cartillas y material didáctico que, según el plan de cada grado, deben ser devueltos al colegio semanalmente para su calificación. Por su parte, quienes tienen acceso a internet recibirán indicaciones sobre el aprendizaje autónomo; cómo entrar a la plataforma y los filtros para bloquear algunas páginas. En cuanto a poblaciones en condición de discapacidad, pueblos indígenas y rom, se entregarán apoyos multimedia específicos. La directriz pide constante comunicación entre padres y maestros por teléfono, plataformas web, mensajes de texto, correos u otros medios para evaluar los avances.

En cuanto a la entrega de los kits de alimentación escolar, los padres deben llenar un desprendible, en el que se pregunta sobre la necesidad de recibir refrigerios, con el cual podrán recoger, una vez a la semana, las onces para cinco días. Hoy y el próximo 24 de marzo se entregará la ayuda a preescolar y primaria; mañana y el 25 de marzo, a los estudiantes de sexto a noveno, y el viernes y el 26 de marzo, a los grados décimo y once.

Lo que desnuda la emergencia

Aunque se espera ir fortaleciendo el esquema, para los expertos, las dificultades de conexión web en la ciudad y el compromiso de padres y estudiantes serán una oportunidad para renovar la educación en la ciudad, pues la emergencia resalta una gran falencia: salvo unos cuantos colegios, ninguna ciudad del país está en capacidad de dictar clases virtuales. De ahí, que mientras se encuentra una solución, se deba acudir a las estrategias de antaño.

“El Ministerio de Educación debe pasar a clases por TV y radio, porque la emergencia durará un tiempo largo. A mediano plazo, el Mintic tendrá que hacer planes especiales de conectividad en todos los colegios y trabajar en la formación de competencias digitales, porque para atender esta emergencia ya es tarde”, indicó Julián de Zubiría, director del Instituto Alberto Merani.

A la par, Carolina Botero, directora de la fundación Karisma, asegura que la ciudad más preparada es Bogotá, pero las dificultades en algunas zonas para acceder a un computador y a buen internet, así como las necesidades de padres que tienen que trabajar en sus viviendas, complica las cosas. “No es solo calidad, también conectividad. La tecnología no se ha pensado para los desconectados y Asomóvil salió con un comunicado pidiendo cuidado si todo el mundo va a usar internet”.

Asimismo, cree que será clave la continuidad en los procesos virtuales, teniendo en cuenta los altos índices de deserción de adultos en la educación virtual. A pesar de que hay casos exitosos, como el de un grupo de niños en un colegio distrital que aprendió a hablar japonés vía web, por su gusto al anime, no es un proceso sencillo, en especial en asignaturas como matemáticas. “Muchas cosas dependen de la motivación, pero sin duda esto generará un gran impulso del uso de tecnología en el aula, que puede que en un tiempo nos ayude. Ojalá signifique pensar en recursos híbridos, que permitan laborar en diferentes formatos”, señala Botero.

Por ahora, resta esperar a que la aplicación del programa cumpla dos semanas para hacer las evaluaciones correspondientes, mientras se supera la alerta amarilla. De esto, no solo dependerá la educación en Bogotá, donde se cuenta con el mayor número de herramientas, sino también la de las regiones, que ahora enfrentan dificultades más grandes. El hecho es que la tecnología cada vez es más protagonista en la educación y es responsabilidad de todos encontrar la mejor manera para aprovecharla.

Por El Espectador

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