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Las imágenes de personal de salud protestando afuera de los hospitales han sido recurrentes en los últimos días. Esto porque están exigiendo insumos médicos que garanticen su seguridad al atender pacientes durante la pandemia. En medio de esta situación, algunos estudiantes y egresados de diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano desarrollaron un proyecto que quiere ayudar con esta problemática. Lo llamaron Diseñadores Unidos.
A través del diseño y la producción de implementos médicos de protección, estudiantes y profesionales del diseño atendieron a la invitación que hizo la profesora Johana Velandia para aportar su granito de arena en medio de la pandemia.
“En mi familia todos trabajan en el sector de la salud menos yo. Así que por ellos me di cuenta de que había una problemática muy grande en el país: no hay suficientes implementos de seguridad para garantizar el ejercicio médico con pacientes que tienen COVID-19”, afirma Velandia, explicando sus motivaciones para empezar este proyecto.
En su búsqueda descubrieron que había tres elementos que los médicos necesitan y que ellos podían diseñar y producir de inmediato: tapabocas, trajes y caretas de protección. “Lo primero que realizamos, por su facilidad de diseño y de producción, fueron las caretas” cuenta María Paula Moreno, egresada de diseño industrial y estudiante de diseño gráfico de la universidad, quien hace parte de la iniciativa.
De esta primera labor se encargó el egresado Rafael Lozano, quien realizó el prototipo tridimensional de las caretas de protección y en conjunto con otros egresados y estudiantes empezaron a producirlas en impresoras 3D que tenían en sus casas.
Entonces, la profesora Velandia dice que los trajes desarrollados por el grupo de Diseñadores Unidos “tienen alma de diseñador”. El equipo de estudiantes y egresados decidió usar como base para el diseño los trajes que ellos mismos usan para manejar la maquinaria que sus carreras requieren. Con la asesoría de una ingeniera textil seleccionaron las telas, teniendo en cuenta que estas hicieran parte del grupo de insumos permitidos y recomendados para implementos médicos. “El diseño de los trajes se realizó con base en los mandatos de la Organización Mundial de la Salud. En la confección se usaron materiales inteligentes de las referencias Orión 17, T180 y Universal, que son de alta calidad, resistentes y permiten su lavado hasta cien veces”, explica Velandia.
Con el presupuesto que habían recaudado de donaciones compraron otros insumos. Además, la marca Totto les regaló 2.500 metros de textil Orión y les ofreció parte de su equipo de producción, con el objetivo de aumentar la cantidad de implementos elaborados.
En medio de la confección les surgieron dudas acerca de los permisos o trámites que debían cumplir; así las cosas, acudieron a el Invima, que les indicó que “los trajes de protección que pretenden fabricar no están clasificados como dispositivos médicos y, por tanto, no requieren llevar a cabo ningún trámite ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos”.
Después de todo el proceso de desarrollo y diversas etapas por las que pasaron, los Diseñadores Unidos lograron hasta hoy la confección de 700 trajes y 2.000 tapabocas. Además, montaron en su página web los patrones de estos elementos para que cualquier persona pueda replicar el proyecto. “Nos llamaron de muchas ciudades pidiéndonos que les enviáramos trajes, pero nosotros no teníamos los medios. Por eso decidimos dejar los patrones y los diseños libres para que cualquier persona pueda producir los implementos y ayudar al personal de salud en sus comunidades”, dice Velandia.
Hasta el momento, este proyecto ha beneficiado a varias instituciones con la entrega de los trajes, como el Hospital San Ignacio, el Hospital Militar, el Hospital de Kennedy, el Hospital Universitario La Samaritana, el Hospital Méderi y la Clínica Marly, entre otras que suman cuarenta en Bogotá. También a entidades médicas de Chía y Mosquera (Cundinamarca), y Villa de Leyva, en Boyacá; Honda, Ibagué y tres municipios más del Tolima, y Popayán.
“Recibimos veinte trajes. La iniciativa es, en definitiva, una demostración de que existe gente comprometida con el bien ajeno sin esperar ninguna retribución económica. Personas así es que necesita esta humanidad. Este grupo de diseñadores fue más efectivo, que todos aquellos responsables de nuestra protección laboral; empezando por el Estado y el Ministerio de Trabajo, así como las ARL, EPS y IPS”, cuenta Luis Velandia, anestesiólogo de la Clínica La Estancia, de Popayán, beneficiado por esta iniciativa.
Y añade que “hasta el momento son los trajes más seguros, por ser una prenda única y cerrada, que brinda aislamiento adecuado y fueron muy bien recibidos por el personal”.
En este momento el proyecto está en una fase diferente y ya no está recibiendo más donaciones. Su alianza con la marca Totto permitirá ahora que la empresa produzca los implementos médicos que han diseñado, de forma masiva y, ojalá, a bajo costo.