Si el cuerpo no soporta el trote continuo, la sugerencia es trotar cinco minutos y caminar con rapidez otros cinco.
Julie Creffield es una atleta que escribe Demasiado gorda para correr, un blog en el que combate estereotipos y comparte consejos para los que consideran que no nacieron para trotar. “Las corredoras de talla grande no somos muy visibles en el mundo de la corrida; cuando se piensa en corredores, se piensa en alto, delgado y rápido”, dijo en una entrevista a AFP.
La estadounidense, que lleva más de quince años de disciplina, es la inspiración de varios principiantes y corredores avanzados, pues ha participado en maratones y nunca se ha rendido a las burlas de algunos transeúntes. Creffield es una heroína cuya filosofía se resume en “si yo puedo, tú también puedes”.
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Su testimonio es oportuno para las personas que coquetean con el impulso de empezar a trotar. La cuarentena obliga a buscar refugios deportivos para no enloquecer en la casa. Por salud física y mental, muchos se están animando a una rutina de ejercicio al aire libre. Sobre la mesa está el running en parques a pesar de que esta nueva normalidad exija tapabocas.
El primer paso para arrancar es tener presente una certeza: las ganas y el cuerpo no van para el mismo lado. Es usual lanzarse con metas ambiciosas, decisión que es un error que puede allanar el terreno para las lesiones y la frustración.
Después de calentar, los quince minutos iniciales son los más difíciles. Empezar es poner el cuerpo a una velocidad a la que no está habituado. Al superar dicha etapa, los pulmones entran en un modo que algunos suelen llamar “crucero”. Una vez se conquista la respiración sometida a unas condiciones que no son habituales en el deportista amateur, el ejercicio será llevadero.
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Si de entrada el organismo es incapaz de dominar el trote continuo, la sugerencia es correr cinco minutos y caminar con rapidez otros cinco. La primera semana el trotador puede alternar los dos ejercicios hasta que tenga alas suficientes para correr constantemente.
Poner en práctica una rutina de entrenamiento es desafiar los límites. La clave para hacerlo es saber que posee el porcentaje requerido de piernas y el pecho. De lo contrario el amateur terminará adolorido y con una lesión que retrasará la meta inicial: trotar con regularidad.