Once kilómetros dentro de la cabeza. Durante ese trayecto pasan muchos pensamientos, algunos repetitivos, otros nuevos.
Los que se replican tienen que ver con el instinto de precaución; se activan en los cruces peligrosos, en los huecos que parecen tener dientes, en algunos semáforos en rojo que uno, con maña y verguenza, se da el permiso de irrespetar.
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Hay otros pensamientos que también pertenecen al instinto, solo que del miedo: posibles accidentes con carros, motos, otras bicicletas y transeúntes. De los que son del patrimonio de “este tiene pinta de ladrón”, tan estereotipadores, prefiero no explayarme. Por no tenerlo desarrollado es que hace casi dos años me robaron, pero de eso no se trata este artículo.
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Vine a mencionar los que se me atravesaron hoy mientras venía a la oficina. Algunos corresponden con la lógica, otros desconozco el origen, otros me hacen sentir culpable porque afloran sin filtro, otros podría ser más del ámbito del espejo; es decir, son pensamientos que suelen ocurrirme después de la ducha.
A pesar de la inseguridad en Bogotá, prefiero arriesgarme en bicicleta a perder horas de vida en un trancón.
9 cosas en las que pienso cuando monto en bicicleta
- “Debería dejar la pena y vestirme con ropa de ciclista”: este pensamiento surge porque hay prendas diseñadas para la comodidad del ciclista. Pocas veces me he puesto ropa licrada, a mi edad creo que no lo haré, pero debería.
- “No hay señal de mis satélites, ni de tus astros. Tú pierdes mi rumbo, cuando yo pierdo tu rastro. Y aunque perder tus pasos sea parte de mi rutina, el suelo sonríe cada vez que tú caminas”: es la letra de la canción Desencentro, que Residente cantó hace dos semanas en el Movistar Arena.
- “Tengo que ceder el espacio, si me chocan, pierdo”: por más que un ciclista no tenga la culpa, en un accidente de tránsito tiene las de perder. Por eso, sobre todo en los cruces, es mejor desacelerar, esperar y ver si hay condiciones para continuar. Pero por el afán y por las ganas de llegar pronto, casi siempre me expongo a un choque.
- “Se siente horrible que tu equipo pierda 3 a 1 contra el de César Farias”.
- “Desde el sábado tengo cinco productos esperándome en un carrito de compras de una reconocida librería en línea”.
- “¿Y las piernas de ciclista para cuándo?”: por más que pedaleo y sudo, no veo cambios en la morfología de mis piernas.
- “Este casco que se ladea me hace ver como un niño”: ¿qué pasaría si me llego a caer? ¿me protegerá? El casco es más grande que mi cabeza gigante.
- “En la ciclorruta, en horas de la mañana, me siento seguro. En la noche voy por la calle o avenida”: si bien es más demorado ir por el carril de las bicicletas, es más seguro siempre que haya luz de día. En la tarde-noche me voy por la 26, compartiendo con carros, tractomulas, motos, otras bicis. El miedo cambia: ya no es a ser atracado, sino arrollado.
- “Solo quiero llegar a casa para ver a mis cuatro gatos”.
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