La impresionante investigación de 600 páginas se consigue en Colombia y es obra del escritor estadounidense David Quammen, autor de 15 libros sobre ciencia y naturaleza.
Basado en decenas de conversaciones que tuvo con virólogos, epidemiólogos y biólogos del mundo, David Quammen lanzó una advertencia en 2012: se viene una nueva y devastadora pandemia. Solo hoy, cuando el covid-19 ha matado a más de 5 millones de personas, ha hundido la economía global y ha empeorado los trastornos de salud mental, su advertencia y su libro —Contagio: La evolución de las pandemias (Debate)— ha sido tomado en serio.
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Sigue a Cromos en WhatsAppQuammen nos explica en sus páginas que existen rasgos comunes en los brotes virales del último siglo. El Ébola en África, la Fiebre del Loro en Estados Unidos y el primer coronavirus SARS en China derivaron de infecciones que viven en animales salvajes. Por eso, a él no le sorprendió cuando supo que la neumonía de Wuhan procedía de un murciélago ofrecido en un mercado de animales silvestres. Pero antes que satanizarlos, el cronista de viajes, de 72 años, señala que el comportamiento humano es el que ha llevado a que varias enfermedades ahora salten a las personas.
Para entender mejor este punto, pone un ejemplo desde su casa de campo en Bozeman, una pequeña ciudad de Montana, Estados Unidos. Hoy, los grandes murciélagos de los trópicos y los subtrópicos se están acercando a las áreas urbanas porque estamos destruyendo sus hábitats y ellos buscan comida en huertos y árboles frutales. A través de su orina y sus heces aumenta la posibilidad de que los virus se esparzan directamente o por medio de animales domésticos. De modo que la solución, en su opinión, no consiste en comenzar una cacería contra los murciélagos, sino en dejarlos en paz.
Contagio: La evolución de las pandemias puede entenderse como una serie de plegarias no atendidas que la ciencia hace a los gobiernos y a la gente. Ocho años después de su publicación en inglés, le preguntamos a Quammen: ¿Cuáles son las solicitudes más urgentes de su libro? “Por favor, comprendan que las amenazas de una pandemia vendrán sobre nosotros principalmente en formas de nuevos virus de animales salvajes, de los cuales el SARS-CoV-2 es solo el más reciente, no el último. Por favor, comprendan también que las amenazas de una pandemia resultan sobre todo de cosas —la alteración de la naturaleza— que estamos haciendo los seres humanos”, dice.
El colaborador de prestigiosas publicaciones como National Geographic, Harper’s Magazine y The New Yorker cree que esta pandemia ofrece una oportunidad vital para comprender nuestra relación con la naturaleza. Pero ¿qué debemos entender exactamente? Dos cosas. La primera: que los humanos somos animales, parte del mundo natural, no separados de él. De lo contrario, un virus animal no podría convertirse en un virus humano. La segunda: que este evento planetario nos recuerda que el tamaño de nuestra población y nuestra elevada tasa de consumo causa perturbaciones en el mundo natural y nos precipitan a virus mortales.
Hay una pregunta infaltable en esta conversación, ¿cuál es la diferencia entre el SARS-CoV-2 y otros virus, como el Ébola, el Nipah y el SARS-1? “El SARS-CoV-2 es mucho más peligroso que cualquier otro virus que haya estudiado, porque es muy transmisible y lo hace silenciosamente por medio de personas infectadas, pero asintomáticas. Su letalidad es menor que la de otros virus, pero el número total de muertes, contagiados y pérdidas económicas es mucho mayor”, afirma.
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Cada tanto David Quammen recuerda que esta es la pandemia más reciente, no la última. Salta entonces la pregunta: ¿Qué podemos hacer en nuestra vida diaria para intentar prevenir un próximo brote viral expandido? Él está convencido de que cada decisión que tomamos impacta los ecosistemas silvestres donde viven los virus, y de que las decisiones encaminadas hacia un consumo voraz son las que seducen a las nuevas infecciones.
“Nuestras decisiones acerca de qué comemos, qué vestimos, cuánto combustible fósil quemamos, cuántos hijos tenemos, cuánto viajamos y a dónde vamos determinan la huella individual que dejamos en el mundo natural y suman en el impacto colectivo de los seres humanos a la naturaleza. La cuestión es simple: podemos aumentar nuestra contribución al problema o disminuirlo mediante sencillas decisiones que tomamos sobre el consumo y la reproducción”, concluye.
Autor del texto: William Martínez.