Mientras muchos preparan sus propósitos y se entusiasman con un nuevo ciclo, existen quienes sienten apatía o rechazo hacia esta celebración. Según la psicología, esta actitud puede estar relacionada con razones profundas que van más allá de una simple preferencia.
Por esto suele disgustar el año nuevo
Para muchas personas, este período es emocionalmente desafiante. Estas son algunas de las razones que explican mejor por que algunas personas no son tan cercanas a esta celebración:
Sigue a Cromos en WhatsAppExperiencias traumáticas asociadas
Para algunas personas, el Año Nuevo está vinculado a recuerdos dolorosos. Eventos como la pérdida de un ser querido, rupturas sentimentales o situaciones traumáticas ocurridas en años anteriores pueden teñir esta fecha de tristeza. La llegada del 31 de diciembre puede convertirse en un recordatorio de esos momentos difíciles, haciendo que la celebración pierda sentido o sea dolorosa.
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Ansiedad social
Las reuniones, fiestas y eventos asociados con el Año Nuevo suelen venir acompañados de expectativas sociales. Para quienes padecen ansiedad social o son introvertidos, estas actividades pueden generar incomodidad. La presión por participar y “disfrutar” puede aumentar el estrés, llevándolos a evitar la celebración.
Dificultades económicas
Las festividades suelen implicar gastos considerables, desde cenas hasta regalos o viajes. Para algunas personas, el Año Nuevo puede ser un recordatorio de sus limitaciones financieras. Esto puede provocar sentimientos de frustración, vergüenza o tristeza, haciendo que prefieran evitar la celebración por completo.
Cuestionamientos existenciales
El final de un año es un momento que invita a la introspección. Reflexionar sobre el paso del tiempo, los logros no alcanzados o la incertidumbre del futuro puede desencadenar pensamientos melancólicos o existenciales. Para algunos, este proceso es tan abrumador que prefieren distanciarse de la festividad.
Fatiga emocional
Las semanas previas al Año Nuevo suelen estar llenas de compromisos sociales, lo que puede resultar agotador tanto física como emocionalmente. Este cansancio acumulado lleva a algunas personas a optar por un cierre de año tranquilo o incluso indiferente.
Desconexión cultural o personal
No todas las personas se sienten identificadas con las tradiciones asociadas al Año Nuevo. Ya sea por razones filosóficas, culturales o religiosas, algunas personas no ven esta celebración como un evento significativo y eligen no participar.
Por esto se hacen propósitos de año nuevo
Mientras que algunas personas rechazan esta festividad, muchas personas encuentran en el Año Nuevo una oportunidad para establecer propósitos y metas. Este ritual, presente en distintas culturas, responde a una necesidad psicológica de renovación y esperanza. Las razones detrás de esta práctica incluyen:
Un nuevo comienzo
El cambio de año simboliza un reinicio. Los propósitos son una forma de dejar atrás lo negativo y enfocarse en un futuro mejor, como si se tratara de una página en blanco.
Motivación y esperanza
Fijar metas brinda un propósito y nos motiva a trabajar hacia ellas. Este proceso puede generar optimismo y una sensación de control sobre lo que está por venir.
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Crecimiento personal
Los propósitos representan una oportunidad para salir de la zona de confort, ya sea adoptando nuevos hábitos, mejorando aspectos personales o alcanzando objetivos previamente postergados.
Satisfacción y logro
Lograr una meta personal refuerza la autoestima y proporciona una sensación de éxito. Aunque no todos cumplen sus propósitos, el simple hecho de intentarlo ya es una forma de crecimiento.
Tradición cultural
Hacer propósitos de Año Nuevo es una tradición transmitida de generación en generación. Participar en este ritual conecta a las personas con sus comunidades y culturas.