David Schwarz / Cromos
Todas las semanas salen al mercado nuevas cremas y productos de belleza que nos seducen con la idea de la eterna juventud. En ese camino, las grandes marcas de cosméticos nos ocultan riesgos o nosotros decidimos ignorarlos: tintes cancerígenos, colorantes, materias primas plásticas, derivados del petróleo y metales pesados tóxicos, que sin reparo nos aplicamos en la piel.
Un producto puede contener 10.000 sustancias, 1.400 de ellas prohibidas. Sin embargo, siguen a la venta sin restricciones. La mayoría se producen en China, el principal proveedor de maquillaje económico.
Sigue a Cromos en WhatsAppAdicionalmente, no sabemos si se le pagó un precio justo a los trabajadores detrás de la cadena de producción, si su labor puso en riesgo su salud, si se agregaron pesticidas al suelo o si hubo pruebas en animales.
En medio de este negocio multimillonario fuera de control, surgió una poderosa contraparte: la cosmética ‘verde’. En Colombia, una de sus representantes es Úrsula Nicholls, creadora de la marca Éccora. Esta emprendedora pensó en el proyecto después de que su hija tuvo una reacción alérgica a una crema. Inquieta por no saber sobre los componentes del producto, decidió estudiar Química Farmacéutica en la Universidad Nacional. Allí entendió que las marcas comerciales alteran los procesos y utilizan publicidad engañosa –conocida como greenwashing (lavado verde)–, que consiste en ‘maquillar’ las malas prácticas y hacer lucir un producto como amigable con el medio ambiente cuando en realidad solo se cambió el empaque.
Úrsula montó su laboratorio y empezó a experimentar. Siete años después ya cuenta con 15 productos y la certificación del Invima. Gracias a la bioquímica descubrió ingredientes naturales que son sus aliados: aceites esenciales, manteca, ceras vegetales, rosas, el jazmín, el olivo, las orquídeas y ácidos lácticos. Marcas internacionales como Natura también le han apostado a la elaboración de productos cosméticos sostenibles. En el 2011 en esta empresa iniciaron un ambicioso proyecto que contempla la biodiversidad amazónica en el maquillaje. Además, su modelo se basa en el comercio justo y en el reconocimiento del valor de la cultura ancestral.
Los productos de Éccora son tan frescos que su vida útil es de cuatro a cinco meses, así que no es necesario añadir químicos estabilizantes.
Con la protección de árboles como el Ucuuba, Natura ha favorecido a 6.000 familias indígenas. La recolección del fruto de este árbol representa para ellos tres veces más ganancias que la tala de esta especie.
Para evitar la generación de residuos, Éccora reutiliza los envases de vidrio, da un descuento a quienes los traigan de regreso y los vuelve a esterilizar.