El 64% de esta generación ha sido diagnosticado con trastornos depresivos o de ansiedad. / David Schwarz
—Perfecto -le escribo a Ariel después de ponernos de acuerdo en el día y la hora de la cita. ¿En dónde nos vemos? -Cruzo los dedos para que no me haga atravesar la ciudad, el invierno se ha anunciado con fiereza y hoy, por segunda vez en la semana, Nueva York amaneció bajo cero.
Escribiendo…
Sigue a Cromos en WhatsApp—FaceTime o Hangout. No sé qué prefierasme responde él.
Es de padres mexicanos, pero se crió en Chicago y llegó a Manhattan hace 5 años para estudiar Economía política y aministrativa en la Universidad de Nueva York. Desde hace una año planea un startup de páneles solares que pueda abastecer de energía natural y oxígeno limpio a sectores residenciales e industriales. “Creo que si se combina la fotosíntesis de las microalgas con la del transporte térmico de nanofluidos es posible retener CO2 y producir calor metabolizado”, me explica sin éxito.
En línea. Estuve lista y con el teléfono en la mano diez minutos antes de la hora acordada. Faltando siete, me llegó un mensaje de texto:
+1 (917) 975 ****
Me tardo 10min lit. Ando ATR con reuniones y se me retrasó todo. Sorry.
Lit, literalmente. ATR, a todo ritmo. Min, minutos. Sorry, lo siento. Ariel habla siempre con abreviaturas, siglas inventadas y palabras en inglés que cuela orgánicamente entre frases en español. Un lenguaje en código que no pierde tiempo y economiza todo: el espacio, las palabras, los sonidos.
Nació el 13 de julio de 1999 y es parte de la primera generación que no conoció el mundo sin Internet: los centennials.
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Existir en un momento y en una época específica nos inscribe en un colectivo con reacciones comunes a sucesos económicos, sociales o tecnológicos; con intereses y reflexiones particulares supeditadas a la sociedad que habitamos. Establecer límites generacionales para entender cómo piensan estos grupos ha sido una preocupación de muchos sociólogos, antropólogos, historiadores, publicistas, diseñadores.
A grandes rasgos, es posible establecer cinco generaciones vivas aún: los niños de la posguerra, marcados por la Primera y la Segunda Guerra Mundial; los del Baby Boom, nacidos entre el 49 y el 68; la Generación X, del 69 al 80, identificada por su rebeldía y por haber vivido la revolución sexual; los millennials, también conocidos como la Generación Y, que tienen entre 25 y 35 años actualmente y fueron protagonistas de los cambios que trajo el nuevo milenio, y los centennials o Generación Z, los verdaderos nativos digitales.
Los primeros en convertirse en objeto de estudio fueron los nacidos entre el 69 y el 80. El aire disidente y revolucionario que caracterizó la época representó una ruptura en el pensamiento ideológico y una puerta hacia la libertad de expresión. Las investigaciones se volcaron sobre sus usos y consumos.
La primera mención del término Generación X la hizo el fotógrafo Robert Capa en 1953, cuando publicó una serie de fotos de hombres y mujeres que fueron niños durante la Primera Guerra Mundial y en la que plasmaba la frustración con que vivieron siempre. Desde entonces, bajo esta combinación de palabras, se agruparon todos los inconformes y descontentos. La generación del 70, que revolucionó su tiempo y se rebeló contra la desigualdad, la inequidad y la represión, se llamó Generación X. Las que siguieron se nombraron en orden alfabético: Y y Z.
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Tan pronto suena el despertador, Ariel se estira en la cama y agarra el celular. Desactiva el modo sleep y, sin ponerse las gafas todavía, le da una mirada rápida a sus mensajes. Chats de amigos insomnes, informes del clima y titulares de noticias. El correo con las estadísticas de su página web, que llega siempre a la madrugada, y el recordatorio de una cita médica a las 5:00 de la tarde.
Se levanta somnoliento y mientras camina hasta el baño, se encarga del desayuno. “Oye, Siri, abre la aplicación de domicilios”. Primero debes desbloquear tu dispositivo, responde la voz robótica de una mujer. Ariel pone con desgano su huella en la pantalla del teléfono y hace scroll down por la lista de restaurantes.
The Green Vegan, clic. >> Desayunos, clic. >> Bowl de frutas, bagel de granos enteros y jugo de naranja, clic. >> Agregar al carrito, clic. >> Confirmar pedido, clic. >> Su orden está en proceso.
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Los centennials habitan el mundo a través de la tecnología. Están siempre conectados y expuestos a la hiperinformación. Según el informe Centennials a los 21, presentado el año pasado por la consultora Kantar Millward Brown, representan el 31% de la población mundial, una cifra importante para la economía y, sobre todo, para las marcas, que encuentran en ellos un motor de gastos y un público objetivo capaz de establecer vínculos contundentes de lealtad.
Usan sus smartphones un 30% más que el resto y pasan en la pantalla de sus dispositivos el 35% de su tiempo despiertos. En países como Francia, Inglaterra y Estados Unidos, permanecen conectados una media de dos horas y cuarenta minutos, y en otros, como Argentina, México y España, revisan su teléfono 47 veces en un mismo día. Hacen compras, toman cursos, leen, tienen citas, trabajan, ven a sus amigos y juegan en línea.
Las redes sociales son comunidades que agrupan perfiles con los mismos intereses y les permiten relacionarse entre pares. A diferencia de los millenials, que confiesan construirse en ellas a través de máscaras, el 61% de los centennials admite que el contenido que publican dice mucho de ellos mismos. En promedio, usan Facebook 11 minutos al día, Snapchat 30, Facebook Messenger 28, Instagram 43 y Twitter 22.
Hay otras características que los definen: hacen varias tareas al tiempo y no son lineales en el consumo de información, suelen ser autodidactas y adoradores de los tutoriales de Internet, no tienen miedo a emprender, pero prefieren ser empleados o hacerlo desde startups, son activistas de causas sociales, les preocupa el medio ambiente y comprenden el género como un espacio no binario en el que la sexualidad y la identidad pueden desarrollarse libremente. Según el mismo estudio de Kantar, el 66% de los jóvenes entre los 16 y los 22 años se identifican como heterosexuales, la cifra más baja de la historia.
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Facetime de audio…
—¿Ariel? ¿Hola?
—Hello. ¿Qué tal todo? Sorry la tardanza, hablaba con mi BAE, que está visitando a sus abuelos en Washington. Te lo puedo presentar, trabaja con una app de paseadores de perros a domicilio que puede servir para tu reportaje.
—Claro, claro.
Google, clic. >> Nueva pestaña, clic. >> Buscar: BAE, clic. >> Before anyone else.
Hablaba con su novio. O su pareja.
Matt se ha añadido a la conversación.
—Hola, soy Matt.
—Un gusto, ¿cómo va todo en Washington?—pregunto.
—Bastante frío y lluvioso, pero you know, la casa de los abuelos siempre es un buen plan. I mean, te llenan de comida.
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Los centennials se declaran ciudadanos del mundo: tolerantes, ambientalistas, abiertos a la diferencia. Y, al mismo tiempo, cortoplacistas, pragmáticos y concretos. Están llenos de esperanzas, pero también de presiones. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el 17% de los inscritos en esta generación ha pensado seriamente en suicidarse y el 64% ha sido diagnosticado con trastornos depresivos o de ansiedad.
Vivir hiperconectados trae también efectos negativos. Si bien son pocos los centennials que han sido víctimas directas del terrorismo, la violencia o la guerra, son bastantes los que han contemplado su horror desde la pantalla de algún dispositivo. La información está a un solo clic: masacres, decapitaciones, torturas. A eso se suma que su lugar en el universo financiero todavía no es claro. Por un lado, son la columna vertebral de mercados como el de los celulares y el de los videojuegos, y por el otro, no existe aún un espacio dentro de las dinámicas laborales para ellos: se cree que más del 70% jamás podrá igualar los ingresos de sus padres.
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Facetime de audio…
—Necesito salir ya, tengo una cita médica. Si necesitas algo más, me texteas, ¿va?dice Ariel.
—Vale, gracias. Está helando afuera…
—Demasiado. Menos mal existen los médicos online. Bye.
Llamada finalizada.