La mitomanía es un trastorno poco conocido caracterizado por el impulso crónico de mentir de forma patológica, sin una razón aparente ni beneficio. “Los mitómanos sienten la necesidad de construir mentiras detalladas y elaboradas, que ellos mismos se creen”, explica la psiquiatra Laura Villamil.
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A diferencia de las personas que mienten ocasionalmente por vergüenza o para obtener algún beneficio, los mitómanos lo hacen de forma impulsiva e indiscriminada. “Pueden mentir sobre temas intrascendentes o cotidianos, sin importar si hay alguna recompensa o no”, señala la Dra. Villamil.
Algunos de los síntomas típicos son exagerar eventos en los que participan para quedar como héroes o víctimas, no mostrar arrepentimiento ni cuando la mentira es descubierta, e incluso enfadarse cuando alguien pone en duda su versión de los hechos.
7 señales que delatan a un mentiroso compulsivo
7 señales que delatan a un mentiroso compulsivo
- Cambia los detalles de una misma historia o la cuenta de forma distinta cada vez.
- Exagera enormemente eventos ordinarios para dramatizarlos o quedar como protagonista.
- Muestra hostilidad o frustración cuando se cuestiona sobre sus relatos grandilocuentes.
- Nunca admite que ha mentido, incluso cuando la mentira es evidente. Sigue convencido de su versión.
- No muestra culpa, arrepentimiento o vergüenza después de mentir reiteradamente.
- Parece ansioso y tiende a mentir más ante situaciones estresantes.
- Crea nuevas mentiras para respaldar y mantener coherencia con sus mentiras previas.
Aunque no se conoce con certeza la causa de la mitomanía, suele tener su origen en experiencias traumáticas durante la infancia, como abuso físico o emocional. “Vivir en un entorno donde los padres mienten constantemente también puede ser un factor de riesgo, ya que los niños aprenden el comportamiento”, afirma la Dra. Villamil.
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Otros factores que pueden influir son la baja autoestima, necesidad compulsiva de aprobación y atención, o incluso traumatismos craneales. Si no es tratada a tiempo, la conducta mentirosa patológica puede agravarse e interferir significativamente en las relaciones personales y laborales.
Perfil de un mitómano
Los mitómanos suelen ser personas muy inseguras, con historias de abuso o abandono en la infancia. Algunos rasgos típicos de su perfil son:
- Baja autoestima y autoconcepto negativo
- Dificultad para controlar impulsos
- Tendencia a dramatizar y exagerar logros o experiencias
- Comportamiento manipulador
- Encanto superficial para caer bien a los demás
- Falta de empatía y remordimientos
De acuerdo con la psiquiatra Laura Villamil, “muchos mitómanos presentan otros trastornos psiquiátricos asociados, como trastorno límite de la personalidad, trastorno de personalidad narcisista o trastornos del control de impulsos”.
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Consecuencias para la salud
Mentir ocasionalmente para evitar una situación incómoda o quedar bien con alguien no tiene mayor repercusión. El problema surge cuando se convierte en un patrón de comportamiento frecuente e injustificado.
Los mitómanos pueden alienar a familiares y amigos, tener problemas legales o laborales e incluso desarrollar otros trastornos mentales. “Algunas consecuencias comunes son depresión, ansiedad, aislamiento social e ideación suicida”, advierte la Dra. Villamil.
También asegura que si bien, no existe una cura definitiva, la terapia cognitivo-conductual suele ser efectiva para disminuir el impulso patológico de mentir. El tratamiento implica:
- Terapia individual para mejorar la autoestima y seguridad personal
- Entrenamiento para controlar los impulsos y tolerar la frustración
- Estrategias para identificar pensamientos distorsionados
- Terapia familiar o de pareja en caso necesario
“El primer paso es que el paciente tome conciencia de que miente y esté motivado para cambiar. Debe haber un compromiso de su parte para ser completamente honesto, lo cual puede resultar muy difícil al principio”, explica la Dra. Villamil.
Con constancia, apoyo profesional y familiar, es posible reducir considerablemente el impulso patológico de mentir. La clave está en descubrir y resolver los conflictos internos subyacentes que llevan a distorsionar la realidad.
Si bien la mitomanía no está clasificada formalmente como un trastorno mental, la Dra. Villamil enfatizó la necesidad de mayor investigación y concientización sobre esta intrigante condición.
“Necesitamos entender mejor qué origina estos comportamientos para crear mejores tratamientos y ayudar a quienes luchan contra este impulso incontrolable de distorsionar la realidad”, concluyó.