Pareja acostada en el piso llena de corazones
Cuando comienzas una historia de amor, experimentas tantas emociones y sentimientos que a veces te quedas corta de palabras para poder hacerlos entender. Sin embargo, esta experiencia del amor tiene altas y bajas que empiezan a determinar si existe futuro o por el contrario es la puerta para comenzar a mirar otras posibilidades que te permitan llenar vacíos que en determinados momentos has sentido.
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Y como todo en la vida, existen distintas etapas en el amor que te permiten identificar qué cosas han cambiado con el paso del tiempo, ayudándote a medir tu nivel de madurez personal y emocional. El ágape es precisamente tu balanza para saber en qué nivel de amor te encuentras.
Más conocida como la tercera etapa del amor, el “ágape” va más allá de la idea misma del amor, esa del primer momento, del enamoramiento. Esta etapa es donde experimentas un amor más “fraternal e incondicional”, sales de tu zona de confort y entiendes que el amor no se trata únicamente de ver todo color de rosa y perfecto.
El amor romántico pasa a un segundo plano, ya no se idealiza y aunque se vive con mayor intensidad, la realidad es una sola: el amor perfecto no existe, podría pensarse que es un concepto que nos generaron desde pequeños los cuentos infantiles.
Cuando decides entrar en eta etapa, tienes como base la comprensión, la tolerancia, la madurez en sí misma. Aceptas que la otra persona tiene defectos y errores, y en vez de juzgar y terminar por huir, decides ir de su mano para crecer juntos y formar el “equipo” ganador: una relación sólida.
Dentro de las características de esta etapa se encuentra que el tema de la sexualidad no es el más importante ni primordial, así como tampoco estar juntos todo el tiempo, este, está encaminado a vivir con la otra persona, sus aciertos, desaciertos, entendiendo que el amor no significa “la ley del aguante”, por el contrario, aprendes a identificar en qué momento debes alejarte. El ágape “se trata de amar al otro a través del amor propio”, por eso se cataloga como maduro, ya que te pones en primer lugar en todo momento.
Foto: Istock