Consejos para superar la gastroenteritis
Es una patología muy frecuente. Consiste en la inflamación de la mucosa del estómago (lo que se conoce como gastritis) y la del intestino (enteritis). Lo más habitual es que esté provocada por un virus, que puede ser de diversos tipos, según explica Enrique Peña Forcada, miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. La gastroenteritis de origen vírico también recibe el nombre de gripe intestinal.
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Virus y bacterias
Los expertos de la División de Enfermedades Virales del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de Estados Unidos detallan que, entre los virus que causan la gastroenteritis, se incluyen los rotavirus, adenovirus, calicivirus, astrovirus, virus de Norwalk y un grupo de norovirus.
Las bacterias también pueden provocar gastroenteritis, aunque es algo que ocurre con menos frecuencia. “Estas suelen estar en relación con ciertas intoxicaciones alimentarias debidas a distintas causas, como la elaboración de alimentos con una higiene deficiente o su mala conservación”, comenta el doctor Peña.
El especialista precisa que los principales síntomas de la enfermedad son náuseas, vómitos, diarrea, retorcijones abdominales, dolor abdominal, fiebre moderada, cansancio, dolores musculares, escalofríos y pérdida de apetito.
“Normalmente, las gastroenteritis son afecciones intestinales leves y autolimitadas, es decir, que con medidas generales y la dieta adecuada duran unos cinco o siete días aproximadamente”, afirma el galeno. No obstante la gravedad puede aumentar en ciertas situaciones, por ejemplo, en pacientes con determinadas enfermedades graves asociadas, tales como el cáncer (dependiendo de su estado previo) o la insuficiencia renal.
Unos síntomas muy intensos y las gastroenteritis derivadas de intoxicaciones alimentarias provocadas por determinadas bacterias también pueden hacer que la gravedad se incremente.
Cuando se presenta un cuadro de gastroenteritis, hay que prestar una atención especial para prevenir la deshidratación. Esta puede darse debido a una importante pérdida de líquidos a través de los vómitos y la diarrea.
Por ello, para superar la enfermedad, el primer consejo del doctor Peña es tener un buen aporte de líquidos. “Hay que tratar de beber poco a poco pero de forma más o menos continua durante todo el día. En principio, podemos usar cualquiera de las soluciones de rehidratación oral que existen en el mercado, siempre que sigamos bien las instrucciones de uso”, declara.
Al mismo tiempo, el facultativo sostiene que, salvo que haya una intolerancia completa a la comida y se vomite sistemáticamente todo el alimento, no es conveniente dejar de comer por completo. “Se debe comer poco a poco, en pequeñas cantidades, sin llenarse y masticando bien”, detalla.
Solo alimentos ligeros
Pero si los síntomas son tan importantes que impiden al paciente beber o comer, pues vomita todo lo que trata de tomar por la boca, se hace necesario “acudir a un médico para que este valore las distintas alternativas de tratamiento”, manifiesta el doctor Peña.
Ante un episodio de gastroenteritis, Peña advierte de que hay que evitar los lácteos, incluido el yogurt, durante los primeros dos o tres días. El médico explica que con la gastroenteritis se produce una intolerancia transitoria a la lactosa que más tarde se va resolviendo poco a poco.
Los alimentos que se ingieran no deben tener grasas ni aceites, han de ser ligeros y deben cocinarse a la plancha o hervidos. Además, hay que elegir alimentos más o menos astringentes como pollo sin grasa, pescado blanco, patatas y zanahorias hervidas, plátano o manzana sin piel, entre otros.
“Cuando se vaya viendo mejoría sintomática, se puede introducir el yogurt en la dieta también”, indica el facultativo. De igual modo, subraya que dichas medidas dietéticas deberán mantenerse hasta que se normalice el aspecto y consistencia de las deposiciones.
Además, el especialista destaca que algunos alimentos pueden hacer que los síntomas empeoren. Entre ellos están los pescados y las carnes grasas, además de aquellas frutas y verduras cuyo contenido en fibras es más elevado, por ejemplo, las judías verdes, el brócoli, la lechuga, las naranjas y los kiwis.
Para prevenir la enfermedad, el Departamento de Servicios de Salud del Estado de Texas aconseja lavarse siempre las manos antes de preparar los alimentos y después de ir al baño o de cambiar pañales.
Otra de sus recomendaciones es evitar que los alimentos que necesitan refrigeración pasen mucho tiempo fuera del frigorífico. Además, desaconseja el consumo de carne cruda y hace hincapié en la importancia de limpiar muy bien las tablas de cocina y otros utensilios empleados para preparar alimentos crudos, antes de usarlos de nuevo.
Esta entidad afirma que si en acampadas y excursiones se hace necesario beber agua de lagos, ríos o arroyos, hay que hervirla durante un minuto, tratarla con cloro o yodo o utilizar un sistema de filtración de agua basado en yodo.
“Si viaja a países en desarrollo, tome sólo agua embotellada o trate el agua como lo hace cuando está acampando. No utilice el hielo hecho de agua sin tratamiento y no se lave los dientes con agua del grifo”, advierte.
Del mismo modo, afirma que es necesario asegurarse de que todas las frutas o verduras que se van a consumir han sido peladas, cocinadas o lavadas con agua tratada con cloro o yodo. “No coma alimentos si no está seguro de que están limpios y de que no van a hacerle daño”, concluye.
Foto: iStock.