En el día a día, con el agobiante peso de las responsabilidades junto al apremiante paso del tiempo, nuestros sueños pasan a segundo plano, presentándose solo en las noches como efímeros recuerdos de hechos vividos, más del tipo de pesadillas, que de vivencias agradables. Sin embargo, ahora que se presentan vacaciones podemos volver a rescatar esta innata condición humana que nos puede dar todo lo buscado en un solo lugar: nuestro mundo interior.
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Sigue a Cromos en WhatsAppRecordemos que, de manera simple, las vacaciones están concebidas para descansar y cambiar de espacio y actividad. El descanso verdadero permite recuperarse a nivel físico y mental. El cambio de espacio y actividad genera una experiencia renovada en la vida para que esta sea más agradable y creativa. No obstante, por cuestiones de tiempo, economía o disponibilidad no todos pueden hacer que las tres cosas ocurran de manera completa, así que deben resignarse a tener unas vacaciones “incompletas”, que al final del período producen más vacío e insatisfacción que bienestar y renovación. Comprendiendo lo anterior, es por eso por lo que me atrevo a sugerir de manera sencilla usar este, y cualquier otro período similar, para volver a soñar. Soñar dormidos y soñar despiertos.
Si soñamos en la noche, sueños tranquilos y agradables, nos vamos a despertar de mejor condición que al acostarnos en la noche anterior. Si nuestra mente puede viajar por el mundo interior y plasmar en la pantalla de la imaginación la propia forma de fantasía para lograrlo, de seguro estaremos cambiando de “espacio” y nos dedicaremos a otra actividad, que suele ser esencial para nuestro futuro.
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Soñar ha sido la única forma en la que los inventores han podido lograr sus grandes obras. También ha sido la estrategia esencial para cambiar los llamados inamovibles de la vida, retirando obstáculos de todo tipo, y ha sido el camino para rescatar al niño interior que vive en nosotros. Soñar nos aporta una fuente de energía y pasión que permite desde levantarnos simplemente de una cama hasta escalar una alta montaña sabiéndolo posible. Lo anterior se da porque la verdadera energía que nos mueve está en el cerebro y el corazón cuando se unen, y su recarga se ve en los sueños que se construyen y llevan a cabo.
Asimismo, soñar logra centrarnos, da una dirección definida a dónde mirar y actuar, evitando el desgaste innecesario de moverse en varias direcciones sin sentido. El soñar es el primer paso para creer que es posible lo que antes parecía imposible, y a hacernos sentir útiles y especiales. Los invito a que en estas vacaciones recuerden que saben soñar, y que vuelvan a hacerlo todas las veces que quieran, para que permanezcan optimistas y vitales, con una razón para vivir en cada momento.
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*Texto escrito por Santiago Rojas en exclusiva para Cromos.