¿Cuáles son las cien enfermedades más comunes que padecemos?

Ofrecemos una abrebocas de ´Las 100 enfermedades más frecuentes´, un libro escrito por Jorge Enrique Rojas y Santiago Rojas.

Por Jorge Enrique Rojas y Santiago Rojas
22 de mayo de 2020
¿Cuáles son las cien enfermedades más comunes que padecemos?
En este volumen cara y cruz, el lector encontrará dos libros en uno. / Istock.

En este volumen cara y cruz, el lector encontrará dos libros en uno. / Istock.

1. Abscesos o nacidos

Son colecciones o bolsas de pus en cualquier parte del cuerpo. Se denomina material purulento o pus al fluido resultante de un proceso inflamatorio que destruye y vuelve líquido un tejido vivo del organismo. Cualquier proceso inflamatorio de la piel, como un forúnculo o una herida infectada, puede complicarse y producir un absceso. La bacteria más común que los origina es el estafilococo aureus. Los abscesos pueden aparecer en cualquier órgano o parte del cuerpo, como pulmón, cerebro o hígado.

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Tipos de abscesos

• Hidroadenitis: Se encuentran en las glándulas sudoríparas (ingle-axilas), comúnmente llamadas “secas”.

• Abscesos de los quistes sebáceos: Son acumulaciones de grasa debajo de la piel que, cuando se infectan, se convierten en abscesos. Son muy frecuentes.

• Abscesos sacros-perianales: Se originan en quistes sebáceos, inflamaciones del sacro o alrededor del ano. Ejemplo: quiste pilonidal infectado, fístula rectoanal.

• Abscesos en glándulas mamarias: Se presentan con frecuencia durante el embarazo y después del parto. La infección penetra a través de heridas o erosiones de los pezones o por la acumulación de la leche retenida.

 • Uñeros o panadizo: Son abscesos alrededor de las uñas que se producen al cortarlas.

Signos y síntomas

La parte afectada se hincha, se pone roja y muy sensible. Además, se pueden experimentar ataques de fiebre, escalofríos, dolor intenso, calor, rubor (enrojecimiento), tumefacción (hinchazón local). Un absceso mal drenado puede llevar a una septicemia (infección generalizada que se transporta por la sangre) y, por consiguiente, causar la muerte. Por ejemplo, un absceso en la cara, cerca del surco de la nariz, puede producir una meningoencefalitis (infección a nivel del cerebro y las membranas que lo recubren).

 

 Diagnóstico

 Se hace examinando la zona afectada. La principal dificultad radica en reconocer cuándo es el momento adecuado para realizar el drenaje de la colección. Para esto palpamos o tocamos con cuidado para definir si su contenido es líquido o se encuentra en una fase inflamatoria.

Tratamientos complementarios

Tomar líquidos en abundancia. Para aliviar el dolor, tomar baños de agua fría y agua caliente, y aplicar hielo localmente. Las hierbas que se recomiendan en tinturas, cremas o infusiones son el ají, chaparral, diente de león, lengüevaca, caléndula, manzanilla, aloe vera y malva, las dos últimas actúan como suavizantes. Utilizar emplastos calientes de tomate de aliño, de azucena (Lilium candidum) y lirio (machacado y tibio) para permitir la abertura del absceso y su drenaje espontáneo. Realizar cataplasmas tibios de hojas machacadas de col o de brócoli, harina de yuca mezclada con jugo de limón, harina de semilla de alholva o fenogreco, zarza, higos o brevas. Compresas o lociones con la decocción de raíz de equinácea. Aceite de higuerilla o palmacristi tibio. Parches de resina de cariamio. Los emplastos de arcilla favorecen la maduración de los abscesos. La terapia neural es un gran coadyuvante. En homeopatía, el sulphur es un buen complemento ya que estimula al sistema inmunológico para combatir la infección.

Es muy importante saber que todo absceso debe ser drenado por el médico, previo manejo antibiótico, para evitar el riesgo de complicaciones.

 Medidas preventivas

• Realizar manicure y pedicure con elementos limpios. Evitar cortar excesivamente las uñas y la piel.

• En caso de presentarse orzuelos o abscesos frecuentes en una persona, se debe descartar una diabetes mellitus o un defecto en el sistema inmunológico, como ocurre con el sida.

• Curar y desinfectar bien las heridas de la piel, por pequeñas que sean.

• Extirpar los quistes del sacro y el perianal que, por su localización, se infectan fácilmente.

• Limpiar el pezón y evitar la retención de leche en las mujeres que están amamantando.

 • Los abscesos dentarios deben ser manejados por el odontólogo.

 

2.  Acné, barros y espinillas

El acné es una enfermedad inflamatoria crónica de los folículos pilosebáceos, que afecta las zonas de la piel en las que se produce más grasa. Estos folículos son pequeños conductos que contienen las glándulas sebáceas, las cuales nutren y lubrican la piel, la raíz del pelo y, en muchos casos, las glándulas sudoríparas, y desembocan en la piel por un orificio diminuto llamado poro.

 El acné no tiene una única causa sino que se origina por múltiples factores —ambientales, hereditarios, hormonales, cosméticos, emocionales y alimentarios— que conducen a la obstrucción del poro, la producción exagerada de grasa y la infección por la bacteria propionibacterium acnes, que provoca una reacción inflamatoria en el folículo.

La lesión inicial más frecuente del acné es el comedón, punto negro o espinilla, que se forma cuando la grasa se mezcla con los pigmentos de la piel y la suciedad, taponando los poros. La enfermedad puede evolucionar con distintos grados de inflamación, sobreinfectarse y puede presentarse pus. La lesión final del acné es la cicatriz permanente, que consiste en una depresión de la piel; su profundidad depende de la lesión inicial que la originó.

Por Jorge Enrique Rojas y Santiago Rojas

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