Daniela Galindo Bermúdez, una voz para Julis

La historia de Daniela y Juliana es una verdadera historia de amor. Se trata de dos hermanas que no se podían comunicar, y no por falta de ganas. Juliana Galindo, o Julis, como le dice Daniela, su hermana mayor, nació con una discapacidad que le impide hablar. La joven escucha perfectamente y entiende lo que le dicen, pero no puede contestar. Mientras crecían, Daniela se resignó con tristeza a no poder tener una relación normal con su hermana. Mientras otras hermanas pasaban los días riéndose y las noches compartiendo secretos, amores y temores, Daniela y Julis se limitaban a un amor silencioso.  

Cuando Julis llegó a la pubertad, la situación se hizo insostenible. El silencio entre las dos hermanas era un tormento para ambas y para sus padres. Hasta que Julis estalló. La joven atendía un colegio para niños con diferentes tipos de discapacidades, y un día pasó algo en el comedor del colegio que la perturbó. Llegó a la casa nerviosa, asustada y desesperada por comunicarse. Trató de contárselo a Daniela con lenguaje de señas, que era hasta entonces el único que conocía; pero su hermana no entiende ese lenguaje y ningún esfuerzo por comunicarse sirvió. Julis se encerró a llorar en su cuarto y Daniela se quedó llorando al otro lado de la puerta. La frustración fue enorme y la crisis, profunda; pero lo que resultó de ella no solo les cambió la vida a las dos; también a miles de personas con discapacidades similares a la de Julis. 

Unos días más tarde, las hermanas Galindo salieron a almorzar con sus padres. La tristeza de ambas era insoportable y su papá, Mario Galindo, aprovechó el silencio y la pesadumbre para buscar una solución. Antes de que ordenaran el postre, se iluminó. Pidió una servilleta y en cuestión de minutos dibujó una pantalla de computador que contenía imágenes y letras. Su idea era crear un software que se convirtiera en la «voz» de Julis, y que su hija Daniela fuera quien lo desarrollara y lo convirtiera en realidad. 

Así nació Hablando con Julis. El programa consiste en el uso de imágenes, letras y voces que le permiten a la persona con discapacidad ser «escuchada». Se trata de 44 000 imágenes con sus respectivas palabras. El usuario arma frases que el computador lee. La voz del programa es la de Daniela, aunque Julis pronuncia una palabra. Una de las pocas que pude decir a pesar de su discapacidad: «mamá». El programa ya ha sido donado a aulas especiales en colegios e instituciones para jóvenes con condiciones similares a la de Julis, y a individuos que lo usan para comunicarse diariamente. Además tiene la posibilidad de ser personalizado. Es decir, la persona puede sumarle fotos de su familia o dichos típicos de su región, que el computador lee. 

Hoy en día Daniela se dedica tiempo completo al desarrollo y la distribución del software, que ya no solo se usa en Colombia sino en varios países de sur y Centroamérica. Lo que comenzó como una necesidad personal, se convirtió en una solución para miles de personas. Según Daniela, trabajará para que abarque un universo más grande. 

Julis también cambio drásticamente desde ese día en que, frustrada, se encerró en su cuarto a llorar. Ya le pudo contar a su hermana Daniela que ese día a la hora del almuerzo, por algún motivo, un compañero tiró la bandeja de comida al piso y eso la asustó. Ya se ríen como hermanas y comparten experiencias y secretos. La dificultad que de pequeñas las separaba hoy las une más que nunca. Julis se comunica gracias a su hermana y Daniela, en la discapacidad de su hermana, encontró su razón de ser. 

Las posibilidades para comunicarse con Hablando con Julis son tan amplias como el lenguaje mismo. Aunque hay una frase que Julis escribe con gusto cuando ve a su hermana. Aunque el sonido sale desde un computador, la intención viene del alma: «Gracias, Daniela, te quiero».