El envejecimiento es un proceso biológico normal e implica un deterioro en la función fisiológica a una velocidad que difiere entre un individuo a otro.
Por decirlo de otra manera, la vida con años es madurar el fruto manteniendo la salud, el vigor y la claridad mental con un sentido y un propósito claro para vivir. El haber logrado aumentar la expectativa de vida, mejorando la condición de esta, puede verse complementado con un apoyo que busca rescatar lo antiguo y experimentado, con lo novedoso y actual.
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Se sabe que una actitud positiva ante la edad adulta mayor favorece el mantenerse feliz durante sus años dorados. Una investigación demostró que personas de edad avanzada, con una autopercepción positiva del envejecimiento, vivieron 7,5 años más que las que tenían una autopercepción menos positiva.
Por otro lado, se ha podido constatar que el disminuir las emociones destructivas, como la rabia, el odio, el apego, el temor, la angustia, entre otras, producen un bienestar general que se mantiene hasta el final del ciclo de cada persona.
Esto puede basarse mediante un abordaje sobre la energía vital, con prácticas milenarias de conocimiento del aspecto sutil e invisible que posee el ser humano y todos los demás seres vivientes, quienes, además de modular las emociones, mantienen la vitalidad y el sentirse bien con el paso del tiempo.
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Tales prácticas, como el chi kung, el tai-chi o el yoga dan sus beneficios. Esto, ayudado con alimentos reales, no ultraprocesados, junto a una actividad física diaria con trabajo de fuerza para mantener la masa muscular, se potencia con una buena relación consigo mismo y los demás, lo que hace que el ciclo final del tiempo personal se llene de vida en esos años.
Autor de la columna: Santiago Rojas Posada.