Dolor de garganta y oído: remedios naturales para aliviar el dolor
El dolor de garganta y de oído puede llegar a ser de los más molestos para el cuerpo.
Por Redacción Cromos
06 de agosto de 2022
Puede ser que el dolor de garganta desencadene el dolor de oído. Revisar los síntomas y los antecedentes médicos para saber en qué momento el dolor de garganta o dolor de oído pueden desencadenar otros males, es importante.
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Cuando el dolor es extremadamente fuerte, lo recomendable es acudir a un médico. No obstante, en los casos que no son graves, estas dolencias se pueden curar con ciertos remedios caseros.
Sigue a Cromos en WhatsAppDolor de garganta y oído ¿Por qué se pueden producir?
El dolor de garganta es un síntoma común en varias patologías que tienen una prevalencia muy alta como la gripe común, la amigdalitis, la faringitis o la mononucleosis infecciosa. “También se asocia a patologías más graves (sarampión, varicela) que actualmente solo aparecen en individuos que no han completado correctamente el calendario de vacunación infantil.
La expresión –dolor de garganta– puede hacer referencia a cualquier dolencia localizada en la boca, la faringe y/o la laringe. Las afecciones bucofaríngeas se deben mayoritariamente a infecciones del tracto respiratorio superior y suelen ir acompañadas de dolor de cabeza, fiebre y malestar general”, explica la web de información de salud Elsevier.
Aproximadamente “en el 40 % de los casos el dolor de garganta desaparece sin tratamiento en unos 3 días, mientras que la fiebre remite en el mismo periodo en el 85 % de las ocasiones”.
De otro lado, la empresa de análisis de información global sobre la salud, señala que el dolor de oído “a menudo puede deberse a un resfriado común y se resuelve rápidamente, pero si es intenso o va acompañado de secreción y/o pérdida de audición puede indicar otitis y debe remitirse al médico para que realice el diagnóstico (otitis externa circunscrita, otitis externa difusa, etc.) y el tratamiento adecuados.
En pediatría se considera confirmada la otitis media aguda cuando existe coincidencia de tres criterios: comienzo agudo, signos de ocupación de oído medio (otorrea) y signos o síntomas inflamatorios como otalgia o intensa hiperemia timpánica”.
Remedios caseros para el dolor de garganta y oído
Si bien a estas dolencias hay prestarles atención cuando ya están agudas, existen ciertos remedios que ayudan a disminuir el dolor en casa.
-Agua tibia con sal
Hacer gárgaras varias veces al día con agua tibia con sal “permite que ésta absorba el agua de las células de la membrana mucosa, las cuales se encuentran inflamadas durante el constipado.
Basta con media cucharada de sal en un vaso de agua. Medio minuto es más que suficiente”, destaca la web Saber Vivir.
-Toma una cucharada de miel
Deja que repose en la parte posterior de la boca. “La miel es un eficaz antiséptico, es decir, ayuda a combatir las enfermedades infecciosas destruyendo los microbios que las causan.
Recuerda que los niños menores de un año no pueden tomar miel, ya que puede contener la bacteria Clostridium botulinum que provoca la aparición de botulismo en los bebés”, señala la web mencionada.
Compresas frías o tibias
Las personas utilizan con frecuencia bolsas de hielo o compresas tibias, como almohadillas térmicas o compresas húmedas, para aliviar el dolor de oído. “Se puede hacer lo mismo para el dolor de oído. Este método es seguro tanto para niños como para adultos.
Coloca la bolsa de hielo o la compresa tibia sobre el oído y alterna entre tibio y frío cada 10 minutos. Si prefieres una sola temperatura, ya sea fría o tibia, puedes utilizar una sola compresa”, señala por su parte Healthline.
Aceite de oliva
El uso del aceite de oliva para el dolor de oído es un remedio popular. No existe evidencia científica sólida que pruebe que las gotas de aceite de oliva en el canal auditivo alivien el dolor de oído. Pero colocar unas pocas gotas tibias del aceite en el oído es seguro y podría ser moderadamente efectivo, de acuerdo con la AAP.
Es importante resaltar que como buena idea, estos remedios se pueden conversar primero con tu médico de cabecera.