El cáncer de mama no tiene género

Aunque esta enfermedad es poco frecuente en hombres, se da y, por lo general, se diagnostica en etapas avanzadas. Ellos no acuden al médico a tiempo por desconocimiento o estigmas sociales.

Por Gabriela Castro Rico
25 de junio de 2018
El cáncer de mama no tiene género
Fotos: Brayan Garnica.

Fotos: Brayan Garnica.

Qué está sucediendo? ¿Por qué  me pasa esto a mí? Serán cosas de la edad, seguro se quitará en unas semanas. Eso pensó José Antonio Baquero González, un hombre de 79 años, al darse cuenta de que tenía un brotecito en una de sus tetillas. No fue al médico y decidió recurrir a una crema con la esperanza de que disminuyera. 

No hubo poder humano para convencerlo de chequearse –cuenta Jáider Cardona Baquero, su nieto–. Los meses pasaron, pero el brote no. Seguía ahí, creciendo y endureciendo. El día en que comenzó a carcomerse la tetilla, acudió al médico.

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En estos días, si una mujer siente la más mínima masa o cambio en sus senos debería acudir al médico en el menor tiempo posible, para detectar o descartar un cáncer de mama. No obstante, de los casi 7.000 casos nuevos que se diagnostican en Colombia, al año 2.000, terminan en muerte porque el 50% se descubren en un estado avanzado y el tratamiento no empieza oportunamente. Los números indican que todavía falta conciencia.  

Por estas cifras estamos invadidas de mensajes que promueven la detección temprana a partir del autoexamen, la mamografía y los controles periódicos. Constantemente nos encontramos con casos de mujeres sobrevivientes que nos mantienen  en alerta ante cualquier anomalía. Pero, si es un hombre el que se da cuenta de que pasa algo raro con su cuerpo, ¿piensa en las alertas y en el autoexamen? 

“En ellos, la enfermedad es infrecuente –explica Luis Guzmán, mastólogo del Instituto Nacional de Cancerología (INC) y del Centro Nacional de Oncología, que en sus 10 años de trabajo solo ha tratado 10 pacientes en Bogotá–. Se habla de que por cada 100 o 140 casos de cáncer de mama en Colombia, uno le sucede a un hombre. Menos del 1%”.

Cuando el especialista lo revisó, ordenó una biopsia que salió maligna –agrega Jáider–. Detectaron el cáncer a finales del 2013 en estado avanzado. Le hicieron el tratamiento estándar, que incluye cirugía, quimioterapia y radioterapia. Yo lo acompañé a cada quimioterapia; fue superduro porque eran cuatro horas de tratamiento, viendo a mi abuelo y a otras tantas personas con cáncer. Al otro día mi viejito estaba como para recoger con cucharita. Luego siguieron las radioterapias.

El cáncer de mama en los hombres colombianos usualmente se da por encima de los 50 años y, a diferencia de lo que ocurre con las mujeres –quienes saben cuándo deben hacerse una mamografía o encuentran información sobre el autoexamen–, para ellos no hay una guía que asegure la detección temprana. Por eso, la mayoría de diagnósticos se da cuando aparecen los síntomas. Los más frecuentes son: masas o lesiones en la piel y, ocasionalmente, secreción de líquido o sangre por el pezón. 

Sin embargo, existen algunos factores de riesgo: que un familiar haya sufrido cáncer de seno u ovario, el daño en los genes que protegen de cancer (oncosupresores), haber tenido cáncer de próstata en la juventud, el síndrome de Klinefelter (cuando se tiene una alteración en el cromosoma Y), y haber recibido radiaciones sobre el tórax.  

Yo notaba que a él le daba como pena decir que el cáncer que tenía era de mama, por la idea que tenemos de que esto solo les puede dar a las mujeres. Pero no, nosotros también tenemos glándulas mamarias.

Aunque la recomendación médica es asistir lo más pronto posible a un especialista ante la presencia de algún síntoma, la mayoría de hombres no lo hace por miedo o vergüenza. Temen perder la masculinidad frente a la sociedad. “Primero hay un poco de asombro –añade Guzmán–. No entienden que un hombre pueda tener cáncer de seno. Entonces, uno como especialista tiene que explicarles que también se presenta en nosotros. Así se van rompiendo los tabúes y los 
estigmas”.

Ana Casas, oncóloga del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, en España, explicó al diario digital El Español: “A nivel social, el cáncer de mama en mujeres ha perdido el estigma social y cada vez se habla más abiertamente de él; en los varones, es un cáncer oculto, probablemente porque los hombres se atreven menos a hablar de él, sienten como que el cáncer de mama en un varón feminizará. Esto hace que no se afronte, no se comunique y ocasione problemas psicológicos a quien lo padece". 

Después de las radioterapias, él debería haber iniciado un tratamiento hormonal para que el cáncer no volviera, pero nunca recibimos esa información. Pasó el tiempo y le volvió a crecer el pelo, pero en el 2014 comenzó a desestabilizarse, se veía descompensando nuevamente. Volvimos al médico y nos dijo que el cáncer había regresado, hizo metástasis en los huesos. El dolor era superfuerte. Volvieron los exámenes, la quimioterapia y las radiaciones. Esta vez, sin embargo, por complicaciones de su enfermedad, no aguantó. Falleció en enero del 2015. No se pudo hacer nada más.

Tanto a los hombres como a las mujeres que han tenido esta enfermedad se les hace un tratamiento para bloqueo hormonal, ya que “la probabilidad de una recaída después de un cáncer de mama es mucho más alta que en otros tipos de cáncer, cuyos tumores no tienen receptores hormonales”, cuenta Guzmán. 

A José Baquero pudo haberlo salvado ir a tiempo al médico o haber recibido un tratamiento hormonal. Como él hay muchos que dejaron avanzar la enfermedad por desconocimiento, por pena o por pudor. Tenemos que aprender a oír nuestro cuerpo, a dejar de ignorarlo, a sacarnos de la cabeza la idea de que eso se quita en unos días. Si ve o siente que algo anda mal, vaya de inmediato al médico. Esta enfermedad nos toca a todos, pero hay muchas acciones que se pueden tomar para que la historia tenga un final feliz. 

En un estudio publicado en el 2015 por la Revista Colombiana de Cancerología, solo el 7% de los hombres con cáncer de mama analizados murió después de recibir tratamiento. Si hay conciencia, si están atentos a las señales que les manda su cuerpo y si recurren a un especialista tan pronto ven cambios en su torso, la comunidad médica tiene todas las herramientas para reaccionar adecuada y oportunamente. Después de unos meses solo queda una cicatriz y la fuerza renovada de un sobreviviente. 

Por Gabriela Castro Rico

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