Foto: Daniel Álvarez.
Puntos de quiebre
Ese día, Yulieth se encontraba fuera de sí. De hecho, hacía varias semanas que se sentía así. Era el cumpleaños de su mamá y la familia se había reunido para celebrarlo. Se hizo de noche y llegó el momento de despedirse. Caminaba hacia su apartamento, por la Carrera Séptima, y el mundo se le vino encima. Mientras el desespero, las ganas de llorar, el sudor y el miedo le secuestraban el cuerpo, en plena calle, comenzó a decirse que no pasaba nada. “Todo va a estar bien, todo va a estar bien”, se repitió, aunque no estuviera segura de eso.
Sigue a Cromos en WhatsApp
***
Hace tres años, Mariángela decidió pasar la Navidad en Bogotá, lejos de su familia, que se encontraba en Cúcuta. Pensó que era una buena oportunidad para estar un tiempo a solas, pero se empezó a sentir mal. Muy mal. Y fue radical. El 23 de diciembre empacó una pijama, pidió un Uber y se dirigió a la clínica psiquiátrica para internarse por un par de días. Lo hizo porque ella quería morirse un poco. “Pero solo un poco”. Estuvo allí ocho días.
Las mujeres sufren más depresión
Para el 2016, Yulieth vivía el mejor momento de su vida. Se había lanzado a la piscina de la vida adulta: dejó la casa de su madre, consiguió un apartaestudio en Chapinero, renunció a su trabajo como periodista y se estrenó como profesora en la universidad por la que había pasado años atrás. Pero cuando nada podía salir mal, todo se desfiguró. Cada vez eran más las horas que permanecía recluida durmiendo, las salidas a montar en bicicleta desaparecieron, ahora le aburría leer y escribir se le convirtió en un ejercicio maratónico, como lo era levantarse en las mañanas de la cama para ir a trabajar. Las tareas más sencillas, como vestirse, se le hacían tediosas, y las comidas las veía como una obligación que con frecuencia ignoraba. Las duchas a las tres de la mañana se volvieron la constante porque las pesadillas la hacían levantarse abruptamente empapada en sudor.
Trescientos millones de personas sufren depresión en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Y las cifras demuestran que en las mujeres el riesgo de padecerla es casi el doble que en los hombres. Mientras que una de cada cinco mujeres sufre o sufrirá de depresión en su vida, para los hombres esa proporción se reduce a uno de cada diez. En Colombia, la Encuesta Nacional de Salud Mental del 2015 arrojó que, en ese año, de las personas atendidas por depresión moderada o severa en el país, un 70,4% correspondió a mujeres y el 29,6% a hombres.
Las razones son múltiples. La Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular señala que la brecha empieza a manifestarse a partir de la adolescencia —antes de esta etapa no hay diferencias significativas en la prevalencia en ambos sexos— y las causas se deben a varios factores que incluyen “lo biológico y lo hormonal, el estado socioeconómico, el papel de la mujer como cuidadora de otros seres humanos, el riesgo al trauma y la exposición a la violencia de género”.
Ver: ¿Por qué la depresión sonriente es peligrosa?
¿Las hormonas influyen? Sí pero no
Es un hecho comprobado que los cambios hormonales de las mujeres en los distintos periodos de la vida favorecen la aparición de la depresión. “Sabemos que ciertas etapas de la mujer, como la menstruación, el embarazo y la menopausia implican cambios hormonales, por la disminución de los progestágenos o estrógenos, que incrementan el riesgo de padecer la enfermedad”, explica Lina González, psiquiatra líder de salud y bienestar de la Fundación Saldarriaga Ponce y docente de la Universidad Javeriana. Sin embargo, es enfática en decir que, aunque estos factores nos hacen más susceptibles de sufrirla, por sí solos no constituyen la principal razón.
Milton Murillo, docente del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario también hace esta aclaración: “Es muy importante no trivializar la palabra 'depresión' y dejarla solo para referirnos exclusivamente a ella cuando la persona cumple con los criterios: tristeza la mayor parte del tiempo, pérdida de placer por actividades de disfrute, alteraciones en los patrones del sueño y la alimentación, todo por un periodo de más de dos semanas. Los otros son cambios en el estado del ánimo que, en la mayoría de los casos, la mujer puede manejar sin afectar la funcionalidad de su vida. La predisposición biológica es un factor de riesgo para desarrollar la depresión, pero eso no quiere decir que todas las mujeres van a sufrirla”.
Ahora, también está el caso contrario. “El correlato biológico tampoco debe convertirse en un estereotipo. Si los síntomas cumplen con los criterios que nos indican que la mujer puede tener depresión, no se deben subestimar, asociándolos a los ciclos hormonales de la mujer”. Esto, afirma Murillo, tiene un impacto grandísimo en la detección temprana de la enfermedad. Por eso, su principal recomendación es aprender a reconocer los síntomas.
Ver: No estamos locas: el síndrome premenstrual es real
El rol de la mujer, un factor de riesgo
Mariángela siempre creyó que los “locos” eran los que la rodeaban y no ella misma. Por muchos años tuvo un novio que desde niño fue muy consciente de su depresión y ella estuvo a su lado jugando el papel de la pareja incondicional que lo acompañaba en la tristeza. Lo mismo sucedió con su madre, a quien sabía llena de decepciones y rupturas. Ella, siempre en su lugar, sobrevivía a las tristezas de sus seres queridos para cuidarlos. Por eso, fue una sorpresa cuando descubrieron que ella también tenía depresión.
Los roles de la mujer, los estereotipos de feminidad y la exposición a situaciones traumáticas, como escenarios de violencia, situaciones de riesgo permanente o pérdidas de empleo o de personas cercanas son factores fundamentales –quizá los de más peso– en el desarrollo del trastorno afectivo. “Es innegable que las mujeres estamos expuestas a situaciones de riesgo que nos hacen más vulnerables a la enfermedad”, indica González.
Si miramos algunas cifras, encontramos que, durante el 2017, de las 23.418 personas que fueron abusadas sexualmente, más de 20.000 eran mujeres, según Medicina Legal. O que, por ejemplo, según la Vicepresidencia de la República, el desempleo en Colombia es un 70% más alto en el caso de las mujeres, en comparación al de los hombres. Ademas, tenemos que, en el 2018, los casos de violencia intrafamiliar contra la mujer ascendieron a 44.887. Y para terminar con la radiografía rápida, un informe de la Organización Mundial del Trabajo reveló que en todo el mundo son las mujeres las que se encargan del 76,2% del trabajo de cuidado no remunerado, es decir, tres veces más que los hombres.
“La depresión es una reacción natural dado el contexto tan violento en el que vivimos. Llevamos vidas estadísticamente más difíciles”, afirma Mariángela Urbina, cocreadora y presentadora del canal de género ‘Las Igualadas’ de El Espectador.
La depresión es un perro negro
La depresión en mi caso es esa sensación de que el mundo se va a acabar, de que todo se va a ir a la mierda y que no puedo hacer absolutamente nada para remediarlo. Es también un sentimiento de culpa. Mi abuela me decía seguido “Mariángela, a mí me tocaba compartir un huevo con tres primos y usted puede comer todos los huevos que quiera”. Me sentía desagradecida con la vida. Sé que no lo decía con mala intención, pero no entendía que mi malestar no era un capricho.
***
Churchill consideraba que la depresión era como un perro negro. Yo la adopté de la misma manera. Es ese perro negro que no se va a ir, que está ahí. Que a veces va a ladrar, y muy duro, y otras veces no. Él se va a tener que acomodar a mí y yo me voy a tener que acomodar a él. Vamos a tener que convivir juntos por mucho tiempo, por toda la vida. Por eso lo mejor es que nos hagamos pasito. Las personas cercanas a veces me preguntan “Yulieth, ¿cómo amaneció ese perro hoy?”, “Hoy está tranquilo”, respondo a veces.
¿Cómo ayudar a la persona con depresión?
Murillo y González coinciden en que la mejor forma de ayudar a la persona con depresión es instarla a que busque ayuda profesional para que, si cumple con los criterios, pueda ser diagnosticada debidamente y acceda a un tratamiento. Por lo general, consta de dos partes: la terapia farmacológica y el acompañamiento psicoterapéutico. Para las personas que rodean al individuo, Murillo aconseja validar la tristeza del otro: “Esto significa entender que hay personas que se ponen tristes porque se les murió un ser querido y otras que se ponen igualmente tristes porque perdieron a su mascota. Todas las personas manejan los sentimientos de acuerdo con sus capacidades emocionales”. Por su parte, González cree que es vital entender que la depresión es muy común: muchos la consideran la gripa de las enfermedades mentales- y es un tema al que todos, no solo las personas con depresión, deben prestar atención. Puede sucederle a cualquiera. “Las emociones no nos tienen por qué dar miedo. Estas son las que, junto al lenguaje, nos definen como seres humanos. Debemos permitir que se expresen”.
Síntomas:
(Dos o más síntomas persistentes por más de dos semanas)
- Sentimientos de tristeza, vacío o desesperanza.
- Irritabilidad o frustración.
- Pérdida del interés o placer por la mayoría de las actividades habituales.
- Alteraciones del sueño, como insomnio o dormir demasiado.
- Cansancio y falta de energía.
- Dificultad para realizar tareas pequeñas.
- Alteraciones en el apetito.
- Ansiedad, agitación o inquietud.
- Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones.
- Pensamientos frecuentes sobre la muerte, ideas suicidas o intentos de suicidio.
- Problemas físicos inexplicables, como dolor de cabeza o de espalda.
Tipos de depresión:
- Leve: no compromete la funcionalidad de la persona.
- Moderada: aparecen ideas pasivas de muerte y se comienzan a afectar sus áreas de desempeño.
- Severa: existen ideas suicidas y ha dejado de hacer actividades del día a día. La persona puede necesitar hospitalización.
La depresión en el cerebro:
- Disminuye la producción de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, que son la base biológica de sentimientos como la alegría, el placer o la tristeza.
- El bajo nivel de serotonina altera el hipotálamo, zona encargada de controlar los ciclos de hambre y sueño.
- El estrés dispara la producción de cortisol y dificulta la tarea del hipocampo. Esto se traduce en un mayor esfuerzo para realizar tareas cotidianas.
- El estrés también afecta la amígdala, lo cual lleva a que la persona se sienta negativa y perciba más situaciones de amenaza.
Canales de ayuda
- Existen sitios de consejería y apoyo psicosocial en las universidades que están dirigidos por las facultades de psicología. El de la Javeriana se llama Consultores.
- La Línea Púrpura está disponible las 24 horas del día, desde hace cuatro años, para brindar orientación en temas relacionados con la salud física y mental de la mujer, bienestar emocional y casos de violencia.
- El número es 018000112137. La Línea Amiga de Apoyo presta atención psicosocial a las personas que necesiten un espacio de escucha y orientación. Solo hay que marcar 106.
Estamos trabajando en un proyecto especial sobre depresión femenina, ya que, para el texto que acaban de leer, las páginas se nos quedaron cortas. Nos gustaría conocer sus historias, que pueden compartir en el correo cromoscom@gmail.com.