En algunas ocasiones, el duelo es tan difícil de llevar que muchas personas recurren a la psicología para tratar las diferentes patologías que se desencadenan de estos patrones emocionales.
El 2021 ha sido un año de lecciones. A muchas personas les ha tocado aprender a vivir sin un ser querido. La muerte es una eventualidad aplastante, en la que no se suele pensar. Prácticamente, nadie está listo para el adiós definitivo.
“Dependiendo del nivel de relacionamiento que se tenga con la persona, se pueden establecer ciertas posturas. Algunos reportan no tener sentimientos”, explica Natalia Izquierdo, psicóloga clínica autora de los libros La fotografía en Psicoterapia y Cocina y mesa como vínculo y lenguaje. Hablamos con ella para abordar este episodio que en cualquier momento se puede atravesar como una avalancha.
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¿Es posible prepararse para la muerte?
El fallecimiento es parte de la vida. Vivimos un proceso anticipatorio si un familiar está enfermo o va a partir por su condición de persona mayor. Debemos aprovechar las etapas previas para hacer procesos de despedida, rituales de dolor en los que podamos expresar nuestras emociones y procesar la tristeza con antelación.
Rituales de despedida
El ser humano es representacional. Utilizamos diferentes símbolos para cerrar y soltar ciertas relaciones. Los rituales previos o posteriores a la muerte de nuestro familiar son importantes en la psique. Nos ayudan a sanar y a solventar el proceso de duelo. Todos los rituales, sean de tiempo corto o prolongado, sirven para el proceso de asimilación.
¿Es posible aprender a sufrir?
El dolor no se puede cuantificar. Depende de la personalidad de cada uno y de la historia que se haya tenido con la persona fallecida. El dolor lo transitamos, lo procesamos y lo sanamos poco a poco. No se puede decir que sufrimos más o menos de la cuenta. El dolor es una realidad que se atraviesa.
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La tristeza patológica
Existen duelos prolongados o agravados que pueden desembocar en una depresión grave. La sintomatología es la siguiente: la persona no puede realizar sus actividades normales, se aísla, experimenta mutismo, cambio en los ciclos del sueño y puede reportar hacerse daño. En este caso hablamos de un duelo agravado.
Dejar de pensar en la persona perdida
El ser humano carece de la posibilidad de autoexigirse no elaborar cognitivamente su duelo. Dejar de pensar en la persona que amamos es imposible, es un objetivo irreal. Pensamos y sentimos lo que necesitamos. Sin embargo, se puede llegar a pensar en exceso con comportamientos de línea obsesiva o compulsiva, que es una condición clínica. Si la persona entra en obsesiones es importante que sea referido a un profesional en el área de psiquiatría o clínica. Las obsesiones puras se caracterizan por pensamientos y verbalizaciones repetitivas acerca de una persona o situación.
El duelo aplazado
Se caracteriza porque la persona no lo realiza en el momento de la pérdida. Los sentimientos de añoranza y el dolor son universales. Al postergar la elaboración del dolor es muy probable que más adelante pueda experimentar un malestar psicológico mayor.
Consejos
1. Reconocer que el dolor es parte de la esencia humana. No podemos negarnos a él.
2 Aún en las muertes inesperadas, podemos tener rituales de cierre. Si sentimos culpa, lo fundamental es perdonarnos a nosotros mismos.
3. Si se agrava, no dudes en buscar ayuda terapéutica. Comparte tu situación.
4. “Cuando la persona lleva días luchando contra una enfermedad, hay un duelo anticipado. es decir, el nivel de asimilación es más rápido, pero el golpe de la pérdida también produce ansiedad”: Natalia Izquierdo, psicóloga.