Jiu-Jitsu, un sistema de defensa personal
Puede asumirse como una rutina de ejercicios, un arte marcial o un deporte de combate. Olvidarás que fuiste vulnerable.
Por María Angélica Camacho
13 de marzo de 2017
Mujer practicando Jiu-Jitsu
Las mujeres suelen sentirse más vulnerables que los hombres. Piensan —inseguras—, que su cuerpo liviano, sus músculos débiles y su corta estatura las pone en desventaja frente a cualquiera que intente aprovecharse de su fragilidad. Pero están equivocadas. Lograr defenderse en un mundo colmado de peligros no depende del tamaño o de la fuerza. Obedece, más bien, a la audacia, a la precisión y a la agilidad. Por eso, según el jiu-jitsu, la figura de la mujer es ideal para practicar este arte marcial ancestral, cuya filosofía pretende que los pequeños se impongan frente a los grandes.
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Este tipo de combate, que, de lejos, parece pura patanería, es tan eficaz como letal. Sus técnicas –que incluyen derribos, luxaciones articulares, estrangulaciones y sumisiones– pueden terminar en la muerte de uno de los contrincantes si hay ausencia de precisión. Para rematar, es una beneficiosa actividad física, útil para perder peso y tonificar, y para adquirir agilidad mental a la hora de afrontar momentos de estrés.
Francisco Veras –cinturón negro en la práctica– afirma que en su país, Brasil, aprenden jiu-jitsu desde los tres años, pero una persona de 40 (o más) puede iniciarse en la práctica sin ningún inconveniente. "Es para todos los cuerpos y edades, lo importante es la mente”. A esta práctica la llaman el ‘ajedrez humano’, "en el momento en que uno ceda a la desesperación puede perder el combate”, añadió Alexander Rivera, estudiante del deporte y socio de la academia Grappling Machine.
Defensa personal
Todas las artes marciales están diseñadas para la defensa personal. “A mí, como mujer, esta práctica me ha ayudado a entender las virtudes de mi cuerpo. Cuando me acepto como soy, aprovecho mis piernas grandes y entiendo que pueden servirme para defenderme, empiezo apreciar el jiu-jitsu”, explicó Marcela Sánchez, primera cinturón púrpura colombiana.
Las técnicas de lucha inician en las batallas de los guerreros japoneses clásicos en 1333. Su objetivo principal era dar herramientas para salir de una situación incómoda sin arma alguna.
Silvia Enciso, profesora de krav magá –sistema de defensa personal israelí– y jiujitera profesional –experta en ataques de violación– comenzó su práctica hace cinco años. “Este entrenamiento es de contacto y lo pone a uno en situaciones reales, muy parecidas a una violación. Te reta: ahí está el atacante, ¿qué va hacer?”, afirma Enciso.
Las disciplinas marciales son entrenamientos para el cuerpo y para la mente. Por ejemplo, el jiu-jitsu calma el espíritu y enseña a tener paciencia en situaciones de presión. “Experimentar este tipo de situaciones durante las sesiones de práctica, entrena a la mente para que deduzca cómo actuar en la vida cotidiana. Ante la posibilidad de un ataque sexual, o incluso en conflictos familiares”, declaró Marcela Sánchez, segundo lugar en el NY Open 2015.
La paciencia y la capacidad de análisis son las virtudes claves para el éxito. Una decisión adecuada evitará que se exponga al peligro. “El tiempo y el ritmo son esenciales para lograr una buena técnica. Forzar al oponente en el momento equivocado es casi imposible”, agrega Veras.
Mujeres que dominan
En la actualidad, la comunidad femenina que practica jiu-jitsu es reducida. Hay un promedio de cuatro mujeres por academia; es decir, un total de 70, según Nova Raza, empresa dedicada a la promoción del deporte. Marcela Sánchez y Liliana Arias –cinta azul– crearon hace tres años BJJ Sisters, un grupo para mujeres que quieran conocer sobre defensa personal.
Después de dos semanas en un campamento en México, identificaron la necesidad de entrenar solo con mujeres. “Sé que con el conocimiento que tengo puedo caminar más tranquila. Un artista marcial es más inteligente en una pelea, porque conoce el daño que puede causar”, confesó Enciso.
Fotos: Daniel Álvarez