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La importancia de volver a abrazarse

Lo que más extraño es poder dar y recibir abrazos de manera frecuente y sostenida. Son la expresión más sentida de nuestras mejores intenciones con el prójimo, también son un acto útil para dar y obtener seguridad.

Por Columnista invitado
01 de enero de 2022
El aislamiento social podría suponer la máxima amenaza para la supervivencia y la longevidad.
Fotografía por: Pixabay
"Primer abrazo en pandemia", del danés Mads Nissen, se quedó con el World Press Photo.

"Primer abrazo en pandemia", del danés Mads Nissen, se quedó con el World Press Photo.

Fotografía por: Mads Nissen

Los abrazos fortalecen la confianza, aumentan la autovaloración, generan optimismo y transmiten protección. Estas son algunas de las agradables vivencias que brindan los abrazos. Acostumbraba a saludar y despedirme así con muchas personas, siendo mi manera más respetuosa, al tiempo que eficaz, de acompañar y consolar a los otros en sus pesares.

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Un abrazo verdadero ha de ser un acto en el que no se tiene en cuenta el tiempo ni el espacio, ya que uno se encuentra con el otro para tener un instante mágico de unidad, que se logra si se da sin reservas ni prejuicios. Se empieza con un contacto visual que, así dure solo unos instantes, nos da indicios para saber si es permitido el acercamiento.

Lo que más extraño es poder dar y recibir abrazos de manera frecuente y sostenida. Son la expresión más sentida de nuestras mejores intenciones con el prójimo, también son un acto útil para dar y obtener seguridad.

Nunca se debe imponer si no hay receptividad. Luego de este contacto visual ocurre algo sutil e intangible, que es una especie de acoplamiento de la energía. En ese momento, si llevamos la atención a su cuerpo, somos capaces de sentir una agradable sensación de cosquilleo o algo similar, que se intensifica con el contacto físico. Ese acoplamiento solo ocurre si somos capaces de ponernos en el lugar del otro. Esta comprensión permite la fusión momentánea en la que ambos se ‘sostienen’ entre sí y, luego del desprendimiento, perdura por mucho más tiempo la vivencia de ese instante.

A sabiendas de que no es posible en este momento, porque las personas están en soledad, sin poder recibir de otros un valioso abrazo, me propuse frente al espejo, luego de mirarme de manera natural, abrazarme profunda y sentidamente. Reconozco que fue extraño al principio. Sin embargo, luego de varios intentos, pude sentir, al cerrar los ojos, que podía apoyarme e incluso consolarme y alegrarme, al punto que quiero invitarte a que cuentes contigo mismo para lograrlo, si no cuentas con alguien externo que te dé un abrazo. Así que, mientras llegan los abrazos de otros, los propios bien pueden ser saludables y sentidos.

Autor de la columna: Santiago Rojas.

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