Mihaela Noroc: “En las calles del mundo, la belleza tiene muchas facetas”
El nombre de esta fotógrafa rumana comenzó a hacer eco en los medios cuando sus imágenes de mujeres, tomadas en las calles de 50 países, se popularizaron en las redes sociales. Las protagonistas de sus retratos tenían un atractivo hipnótico, singular y, sobre todo, diverso. Ahora, su trabajo está recopilado en el libro 'El atlas de la belleza'.
Por Gabriela Castro Rico
23 de julio de 2018
Mihaela Noroc en las calles de Nueva York. / Fotos: Reproducido con permiso de Atlas of Beauty por Mihaela Noroc, copyright (c) 2017.
Solía darle vergüenza fotografiar extraños. Cuando recibió su primera cámara, a los 16 años, era demasiado tímida para salir a la calle, así que solo apuntaba su lente a su madre y a su hermana. Desde ese momento amó que las protagonistas de sus imágenes fueran mujeres.
A sus 28 años, después de unas vacaciones en Etiopía –un país que le produjo fascinación por su mosaico de tradiciones y culturas–, supo que tendría que hacer su timidez a un lado para poder combinar sus dos pasiones: viajar y hacer retratos de mujeres. Decidida, se lanzó a recorrer el mundo. Salió armada con unos cuantos ahorros, una mochila y su cámara.
Al llegar a una ciudad buscaba, en los restaurantes, en las tiendas y en las calles, miradas sinceras que contaran historias y rostros que reflejaran sus raíces. Así capturó la diversidad de la belleza –con poco maquillaje y luz natural– en las favelas de Brasil, en áreas remotas de Afganistán, en las mezquitas iraníes, en las selvas del Amazonas y en el centro de ciudades como Nueva York, París o Pionyang.
Visitó cuatro continentes y se dio cuenta de que la belleza está en todas partes, aunque muchas veces no la veamos. En una sonrisa, en un gesto, en las arrugas de una abuela, en una historia y, sobre todo, en las miradas. Entendió que las mujeres son atractivas desde sus diferencias, su presencia, su naturalidad y desde lo que hacen por ellas y su entorno. A partir de ese punto de vista, cuando sus imágenes empezaron a rotar por las redes, anularon los estereotipos que siempre han encadenado al género femenino.
En septiembre del 2017, cuatro años después de arrancar el proyecto, presentó su libro, que reúne 500 fotografías de mujeres de diferentes etnias, edades, religiones e identidades de género. En la actualidad, con ocho meses de embarazo, emprendió un nuevo camino: capturar la belleza de madres e hijos por todo el mundo.
P: ¿Cómo surgió el proyecto?
R: En el 2013, un viaje a Etiopía cambió mi perspectiva. En ese momento de mi vida trabajaba en otras áreas para ganarme la vida y la fotografía era un simple hobby. De inmediato me sentí fascinada por las mujeres que vi durante esas vacaciones. Algunas vivían en tribus, donde la desnudez era normal. Otras eran parte de comunidades conservadoras, donde se cubrían la cabeza. También estaban aquellas inmersas en la vida moderna de las grandes ciudades. La mayoría de ellas luchaban y trabajaban fuertemente. A veces, incluso, se enfrentaban a la discriminación. Pero en estos ambientes hostiles, brillaban como estrellas, con dignidad, fuerza y belleza. Entonces me pregunté: ¿si hay tanta diversidad y tantas historias en un solo país, cuánta no habrá en el resto del mundo? Me di cuenta que las mujeres hermosas de nuestro planeta merecen mucha más atención, y que la belleza suele pasar desapercibida. En ese momento comencé a soñar, y encontré la fuerza para escapar de mi zona de confort, renunciar a mi trabajo e iniciar este proyecto.
P: ¿Qué es la belleza para usted?
R: Para mí, la belleza es diversidad. Es mucho más de lo que vemos a menudo en los medios. Si escribes “mujer hermosa” en Google, la mayoría de las veces verás imágenes muy similares de mujeres seductoras. Pero, en las calles del mundo, la belleza tiene muchas más facetas. Solo tenemos que abrir nuestros ojos y verla. Al final, la belleza está en nuestras diferencias, en ser naturales y auténticas. No es un asunto de tendencias, razas o niveles sociales.
P: En su opinión, ¿qué hace hermosa a una mujer?
R: Todas las mujeres son hermosas a su manera. En mi libro, las mujeres no están actuando, no son perfectas. Son naturales y auténticas, lo cual prueba que la verdadera belleza radica en ser tú misma. Se presiona mucho a las mujeres para que se vean de determinada manera, al punto que a veces ser tú misma y ser aceptada por quien eres se convierte en una lucha. Pero espero que este proyecto anime a más mujeres, y hombres también, a seguir su propio sendero, a explorar su propia belleza, sin sentir presión.
P: ¿Por qué le hace fotografías solo a mujeres?
R: Cuando me inicié en la fotografía, mis primeras modelos fueron mi mamá y mi hermana. Con los años probé distintos tipos de fotografía y me tomé mi tiempo para experimentar, pero al final descubrí que, como artista, tengo que enfocarme en un nicho para explorarlo tanto como sea posible, para entenderlo, para desarrollar mis habilidades en torno a él. Y este nicho para mí era fotografiar mujeres, porque despertaba mi curiosidad e, indirectamente, me ayudaba a descubrirme a mí misma, como mujer. Se presiona mucho a las mujeres para que se vean de cierta forma, en todas partes del mundo. En algunos contextos las obligan a que se vean atractivas. En otros, por el contrario, las forzan a que se vean modestas. También hay mucha discriminación contra ellas. Todo esto me llevó a entender que era realmente necesario un proyecto honesto acerca de las mujeres del mundo con sus luchas y sus sueños.
P: ¿Cómo fue hacer fotografías en países como Afganistán, Corea del Norte e Irán?
R: En Afganistán viajé a un área remota llamada Wakhan. La línea de guerra estaba realmente cerca y condenaba a este lugar al aislamiento total. Las mujeres que viven allí lo hacen de la misma manera en que vivieron sus ancestros, hace cientos de años, así que la fotografía era como un milagro para ellas. Estaban maravilladas de verse en fotos y constantemente me invitaban a sus hogares a fotografiar a todos los miembros de la familia. En Corea del Norte, siempre estaba acompañada por guías locales, como cualquier extranjero que decide visitar el país. Pero pude caminar por las calles, acercarme a las mujeres y dar un vistazo a su vida diaria. En Irán, las personas son muy amistosas con los extranjeros, y a la mayoría de las mujeres les encanta ser fotografiadas. Es, de hecho, uno de los pocos países fuera del mundo occidental donde rara vez he sido rechazada. En todos los rincones del mundo, de las calles de Manhattan a las alejadas aldeas afganas, sentí que hay algo profundo que nos conecta a todas como mujeres y como seres humanos. Es imposible explicarlo con palabras, pero espero que las fotos del libro expresen este sentimiento.
P: ¿Cuál es su objetivo con este libro?
R: Quiero honrar a las mujeres hermosas del mundo. Mostrar que su belleza no tiene límites, y que la aceptación, el amor y la compasión tampoco deberían tenerlos. Espero que este libro llegue a muchos hogares por todo el mundo y ayude a convencer a más personas de que la diversidad es un tesoro y no un desencadenador de conflictos y de odio. Somos muy diferentes, pero a la vez todos somos parte de la misma familia. Tenemos que trabajar para crear caminos entre nosotros, no barreras.
P: ¿Cuál es su retrato favorito del libro?
R: Todos son muy especiales para mí, así que no puedo elegir uno como mi favorito. Pero vale la pena contar la historia del retrato de la portada del libro. Caminaba cerca del río Ganga, en Varanasi (India). En un lugar sagrado del hinduismo, a donde miles de peregrinos van todos los días, vi a una joven peregrina preparándose para realizar una ofrenda. Su expresión serena parecía de otro mundo y la luz de la mañana era fantástica. Me sentí tan fascinada por este momento mágico que me metí a lo profundo del río. Incluso olvidé que mi teléfono estaba en mi bolsillo, en estos momentos atemporales, los objetos no significan nada. Le pedí permiso para tomarle una foto y luego la dejé continuar con el ritual. Normalmente, trato de pasar más tiempo con la mujer que retrato. Tomo unas cuantas fotos y escucho sus historias. Pero esta vez no tuve la oportunidad, así que pasamos solo unos segundos juntas. Sin embargo, sus ojos, su postura, su vestimenta y sus gestos me contaron una historia mística que las palabras no habrían podido decir.