¿Alguna vez ha sentido un chispazo al tocar a otra persona o algún objeto metálico? Esta situación, común y cotidiana, es un fenómeno que responde a la ciencia de la electricidad estática. Desde los objetos que usa hasta el ambiente en el que se encuentra, muchos factores influyen en esa descarga que nos hace saltar de sorpresa.
La electricidad estática ocurre cuando se produce un desequilibrio de cargas eléctricas en la superficie de un material o incluso en el propio cuerpo. Este desbalance de cargas se da principalmente por el roce o fricción entre distintos materiales, que provoca que los electrones —pequeñas partículas con carga negativa— se desplacen de un material a otro.
Sigue a Cromos en WhatsAppPor ejemplo, al caminar sobre una alfombra, el cuerpo va acumulando carga y, al tocar una manija de metal o a otra persona, se produce una descarga que iguala el desequilibrio de cargas, generando ese característico ‘zap’.
La ciencia detrás de los ‘toques’: conductores y aislantes
Para comprender por qué sucede este fenómeno, es esencial diferenciar entre conductores y aislantes. Los materiales conductores, como los metales, permiten que la electricidad se mueva fácilmente a través de ellos, facilitando las descargas eléctricas. Por otro lado, los aislantes, como la goma o el plástico, impiden el flujo de electricidad. Cuando se acumulan cargas opuestas en dos objetos y se tocan, la electricidad busca equilibrarse, generando esa pequeña chispa que sentimos en la piel.
Lo interesante es que esta acumulación de electricidad estática está relacionada con los materiales que se utilizan en el día a día y las condiciones ambientales. La ropa, especialmente si está hecha de fibras sintéticas o lana, es más propensa a almacenar electricidad. Así que si usa suéteres de lana o tejidos acrílicos, puede que esté creando una pequeña batería en su propio cuerpo.
Por otra parte, el clima es un factor clave. En ambientes secos, el aire tiene menos humedad, lo que impide que las cargas eléctricas acumuladas se dispersen fácilmente. Por eso, en invierno o en áreas secas, las descargas eléctricas son más comunes y se perciben más intensamente. En contraste, cuando el aire está húmedo, la carga eléctrica tiende a disiparse, reduciendo la posibilidad de esos ‘toques’ eléctricos.
La conductividad de la piel también influye. En condiciones de baja humedad, la piel es más propensa a acumular electricidad estática, y las personas pueden “pasar corriente” con mayor frecuencia. Mantener el ambiente en un nivel de humedad apropiado ayuda a reducir esta acumulación de electricidad, mientras que tocar objetos metálicos de vez en cuando permite descargar la electricidad acumulada en el cuerpo de forma segura.
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¿Es peligrosa la electricidad estática?
Si bien estas descargas son generalmente inofensivas, en ciertos entornos pueden representar un riesgo. En lugares donde existen gases inflamables o líquidos volátiles, una chispa de electricidad estática podría provocar un incendio. Para prevenir este tipo de incidentes, algunas industrias controlan rigurosamente la humedad del ambiente y requieren de ropa y calzado antiestáticos para sus trabajadores.
Así, la electricidad estática es un fenómeno fascinante que mezcla física y química en nuestra vida cotidiana. Aunque a veces sea molesta, entender por qué ocurre y cómo evitar esos ‘toques’ puede hacer más llevadera esta experiencia y evitar situaciones incómodas o, incluso, riesgos.