Miryam, una mujer de 67 años que vive en Armenia, sorprendió en las redes sociales al revelar que su inusual fuente de ingresos ha sido nada más y nada menos que vender chismes. Ella aseguró que con esta actividad ha logrado comprarse dos casas, dejando claro que el poder de la información va más allá de los medios de comunicación tradicionales.
Desde su casa, Myriam vigila cada detalle de lo que ocurre en su barrio y luego vende esa información a quienes estén dispuestos a pagar. Los precios de sus chismes varían: desde los “chismes suaves” por $5.000 hasta los más comprometedores, que pueden llegar a costar $10.000.
Sigue a Cromos en WhatsAppLo que parece ser una simple actividad cotidiana tiene en realidad una base científica que explica por qué nos sentimos tan atraídos por los rumores y el cotilleo.
La señora que vende chismes y a punta de chisme se ha comprado dos casas🤣🤣. Próximo emprendimiento de BamBam, venden los chismes de la tusa. Añañay 👂
Publicada por Yo Escucho Olimpica Armenia en Viernes, 20 de sep. de 2024
¿El chisme: una herramienta evolutiva?
En una entrevista reciente que tuvo con CNN el psicólogo Frank McAndrew, profesor en Knox College, el chisme es mucho más que simples conversaciones banales. En realidad, “es una adaptación evolutiva”. McAndrew sostiene que, en la época de las cavernas, estar bien informado sobre la vida de los demás era clave para sobrevivir. Saber quién tenía acceso a los recursos, quién ostentaba el poder o quién estaba relacionado con quién, permitía tomar decisiones cruciales para la vida en comunidad.
“Somos descendientes de personas que eran buenas en esto”, afirma McAndrew, señalando que aquellos que dominaban el arte de recolectar información social tenían mayores probabilidades de éxito.
Esto explica por qué, en la actualidad, seguimos tan fascinados por la vida de los demás. Al chismosear, de alguna manera estamos manteniendo una habilidad que ha sido útil para la humanidad durante siglos. De hecho, según un estudio de la Universidad de California en Riverside, el ser humano promedio dedica alrededor de 52 minutos al día a hablar de otros que no están presentes.
¿Cuáles son los beneficios de chismosear?
Aunque el chisme a menudo se ve como algo negativo, la realidad es que, en la mayoría de los casos, cumple una función social esencial. McAndrew destaca que este tipo de conversación puede fortalecer vínculos sociales y mejorar la cohesión de los grupos. “Compartir chismes con alguien es un mecanismo de unión”, comenta el psicólogo. Al contarle a alguien un rumor, no solo estamos transmitiendo información, sino que estamos diciendo implícitamente: “Confío en ti lo suficiente como para compartir esto”.
Además, como señala Megan Robbins, profesora de Psicología de la UC en Riverside, el chisme también nos ayuda a aprender sobre las reglas no escritas en nuevos entornos sociales. Por ejemplo, cuando comenzamos un nuevo trabajo, es común que, durante las pausas para el café, las conversaciones informales nos permitan conocer qué es aceptable y qué no en ese espacio. Desde la vestimenta adecuada hasta las personas con quienes es mejor evitar trabajar, los chismes nos orientan sobre cómo comportarnos en diferentes situaciones.
Chismes y moralidad
El chisme también puede ser un control del comportamiento moral. Saber que nuestras acciones pueden ser objeto de comentarios ajenos nos hace más conscientes de cómo nos comportamos en público. De alguna manera, temer a los chismes negativos puede actuar como un freno para conductas inapropiadas o inmorales.
Sin embargo, no todo tipo de chisme es positivo. Aquellos comentarios destinados únicamente a dañar la reputación de alguien sin justificación alguna, o los que se basan en mentiras, pueden ser muy destructivos. McAndrew advierte que “los malos chismosos critican indiscriminadamente y buscan perjudicar a los demás”.
En cambio, aquellos que saben utilizar esta habilidad de manera adecuada son más discretos y, en última instancia, su objetivo no es hacer daño, sino compartir información valiosa.
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¿Por qué el chisme sigue siendo tan popular?
Más allá de los beneficios sociales y morales que pueda tener, el chisme también nos ofrece algo que todos valoramos: una sensación de pertenencia. Estar al tanto de lo que sucede en la vida de los demás, ya sea en nuestro barrio o en el mundo de las celebridades, nos conecta con quienes nos rodean. Según el experto, incluso cuando chismoseamos sobre personas que no conocemos personalmente, como las celebridades, lo hacemos porque nuestro cerebro las percibe como socialmente importantes.
Así queda claro que la historia de Myriam no es un caso aislado, sino un reflejo de cómo el chisme sigue desempeñando un papel importante en nuestras vidas. Ya sea como una forma de generar ingresos, como en el caso de esta colombiana, o como un mecanismo para fortalecer nuestras relaciones sociales, el chisme, según la ciencia, es parte de lo que nos hace humanos.