Algunos médicos sugieren esencias florales. Sedarlos es una opción que solo puede ser recetada por un experto.
Los perros nos sorprenden por su inteligencia y su capacidad de querernos. Como si fueran nuestros hijos, añoramos que nada malo les pase. Es tanta la conexión que desarrollamos, que nos cuesta imaginarnos la vida sin que salga a recibirnos a la puerta. Nuestra reducida empatía nos dice que no les gusta la soledad y disfrutan la comida húmeda como nosotros una hamburguesa.
Sabemos cómo se ponen cuando se nos cae algo pesado. El impacto del ruido los afecta y en nosotros está prepararlos para la contaminación auditiva que suele venir con las fiestas de fin de año. Los consejos son fáciles de ejecutar, es cuestión de ponerlos en practica para minimizar la desagradable exposición.
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La primera recomendación es mantenerse a su lado, cerca del lugar en el que busca protección. Si su perro se dirige a su habitación, acompáñelo y devuélvale algo de confianza acariciándolo y hablándole como si nada pasara afuera.
La segunda tiene que ver con la empatía. En un shock nervioso no le pida mucho y más bien póngase en su lugar. Evite obligarlo a salir de su parálisis, si quiere aferrarse a un rincón déjelo mientras se esfuma su miedo. Si es necesario, llévele comida o su juego favorito. Suma cualquier estimulo que lo distraiga.
Un tip fundamental, que debería estar al principio de esta nota, es consultar al profesional veterinario de confianza qué puede hacer para ayudarlo a tolerar la pólvora. Algunos médicos sugieren esencias florales. Sedarlos es una opción que solo puede ser recetada por un experto.
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No sobra decir que extreme las medias de seguridad en su hogar: cierre puertas y ventanas, tenga cuidado al salir porque su mascota puede huir y mantenga la calma si siente que la situación lo supera. Sea su guía, principalmente en los momentos más difíciles.
La última: aplace los paseos diarios. Muchos peludos se pierden por culpa de la perturbadora pólvora.