Simone Biles recientemente apareció en la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
“Siento que no estoy disfrutando como antes”, declaró recientemente a los medios de comunicación.
“Estos son los Juegos Olímpicos que quería hacer para mí misma, pero siento que lo hago por los demás y no por mí. Lo que más me duele es que siento que lo que más amaba hacer me ha sido arrebatado”.
Sigue a Cromos en WhatsAppAsí, la gimnasta de 24 años, apodada como “La novia de Estados Unidos” tras su brillante actuación en Río de Janeiro 2016, negaba los rumores de una posible lesión y confirmaba que se retiraba para priorizar su salud mental.
Fue una decisión polémica en el deporte de élite, en el que se espera que los competidores estén acostumbrados a lidiar con altísimos niveles de presión, donde retirarse no es una opción, a veces incluso cuando hay luxaciones de por medio.
Biles explicó a la prensa que estaba sufriendo de “twisties”, un bloqueo mental de índole psicológico que produce que los gimnastas pierdan el sentido del espacio y la dimensión cuando están girando en el aire. En líneas generales, es una desconexión entre el cerebro y el cuerpo producida por el estrés, que puede resultar muy peligrosa.
Pero detrás de este cuadro y su decisión no solamente estaba el peso de las expectativas de su país. Biles cargaba con un estrés adicional, asociado con el mayor escándalo de la historia de la gimnasia olímpica en Estados Unidos: el abuso sexual sistemático por parte del médico Larry Nassar.
Unas pocas semanas después de que el equipo femenino se vistiera de oro en la competencia general de gimnasia olímpica en los Juegos de Río 2016, se hizo público que el doctor del equipo y médico osteópata de la Universidad de Michigan había perturbado a más de 250 niñas y jóvenes atletas a lo largo de los últimos 20 años, haciendo uso de un supuesto procedimiento médico, que denominaba “tratamiento especial”, que consistía en penetrar con sus dedos y sin guantes a sus pacientes.
El escándalo también reveló un sistema que lo encubrió al desestimar las denuncias desde los años noventa por parte de las estudiantes y las gimnastas.
A principios de 2018 Nassar fue condenado a cadena perpetua por abuso sexual y por haber sido descubierto con más de 35 mil archivos de pornografía infantil. Aunque Biles no testificó contra él, se manifestó entonces por redes sociales, y desde ese momento dejó ver la profunda afectación que había vivido y hacía mella en sus planes olímpicos:
“Yo también soy una de esas sobrevivientes que fue abusada sexualmente por Larry Nassar”, escribió.
“Me rompe el corazón pensar que mientras trabajo por mi sueño de competir en Tokyo 2020, debo asistir continuamente al mismo centro de formación en el que fui abusada”. A pesar de que prometió no darse por vencida.
”Amo este deporte demasiado y nunca he sido una cobarde que renuncia. No voy a dejar que un hombre y otros que lo habilitaron me roben mi amor y mi alegría”, esta experiencia, sumada a la pandemia y a las condiciones de una competencia sin público ni familiares, resultó abrumadora y afectó su desempeño en la capital de Japón.
Recibió críticas, pero numerosos atletas como Serena Williams, la exgimnasta Kerri Strug y el basquetbolista Karl Anthony Towns manifestaron su apoyo incondicional.
Como una señal de que no le ha cerrado las puertas al deporte, Biles anunció su participación en la gira Gold Over America Tour, una serie de exhibiciones de gimnasia que realizará por Estados Unidos con sus compañeras de equipo, de manera independiente a la Federación Estadounidense de Gimnasia.
Cuando le preguntan por el futuro, asegura que necesita procesar lo que ha vivido en silencio, mientras el mundo se rendía a sus pies. Dice alegrarse de haber puesto el foco de atención en la salud mental: “Al fin y al cabo no somos solo un espectáculo, somos seres humanos y hay cosas que suceden entre bastidores que también intentamos equilibrar, además del deporte”.