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Solo los cobardes le temen a la vejez

Profesionales en gerontología y psicología dan pistas para asumir desde ya el reto de vivir con dignidad esta etapa de la existencia.

Por Redacción Cromos
21 de julio de 2017
Solo los cobardes le temen a la vejez
Solo los cobardes le temen a la vejez

Solo los cobardes le temen a la vejez

Por: Carlos Torres Tangarife 

 

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Abres los ojos y sientes que te pican las córneas. En vez de sobarte con los bordes de los índices, vuelves a cerrarlos. Apenas te ha llevado unos segundos hacerlo. Te quedas así, detenido, porque dentro de la cabeza te vas a la mañana en que tu mamá se enojó porque no te levantaste para ir a la escuela. Es un episodio colorido, nada negativo. Sobre todo recuerdas su enojo exagerado. Te enterneces viéndola de nuevo, más joven que cuando la viste el último día de su vida. Quizás la estaba pasando mal por otro lado, con tu papá, y ese momento, contigo, se desahogó. De nuevo abres los ojos y estás en el miércoles 11 de julio de 2017. Tienes 72 años, cumplidos hace una semana. Puedes viajar en el tiempo con solo cerrar los ojos. Ni siquiera el celular de última generación tiene semejante poder. El de verte y sentirte adolescente, y el de acercarte a tu mamá, que hace rato se fue. Ella que ni siquiera alcanzó a cumplir la edad que tienes ahora.

 

Bogotá, 2017.  Al día, dos adultos mayores son abandonados. Uno se llama Álvaro Guacabeme Martínez, de 61 años. Sus hermanos hombres lo echan de su casa. Detrás de ellos su hermana blande un cuchillo amenazante. Ella, la mayor, lidera a la familia. De Villa Pinzón, pueblo cundinamarqués en el que laboraba y vivía hasta que lo atropelló un carro, había llegado hace una semana a la casa materna, en el barrio Acapulco. A regañadientes su hermana le prestó el cuarto de los chécheres. Su mamá con Alzheimer poco pudo hacer para darle más. Hubieran podido darle una de las habitaciones desocupadas construidas en el patio donde jugó cuando pequeño. En la calle, luego de desalojarlo, esos desconocidos que tiene como hermanos le advierten que no vuelva a asomarse. Algunos vecinos no lo pueden creer. El trato es peor que a un enemigo. Álvaro está desorientado,  abre y cierra los ojos. La situación se equipara a sufrir un golpe detrás de la oreja. 

 

Cuatro centros de protección para el adulto mayor para una ciudad con 902 mil  adultos mayores. Pasar la página es lo único que quiere Álvaro. Una vecina de la familia Guacabeme contacta al Distrito. El maltrato y sus consecuencias son evidentes, la situación de Álvaro es alarmante. Él, que talla madera y sabe de reparar muebles, aunque renguea por el accidente que sufrió en Villa Pinzón, no se siente inútil. El Centro de Protección Social Bosque Popular se encarga de su caso. En el lugar hay otros 200 adultos mayores que vivieron situaciones similares. Que se quedaron sin redes de apoyo o simplemente sus más allegados no tienen cómo responder por ellos.  Al ingresar, Álvaro empieza a recuperar la dignidad. Es de los más jóvenes a la hora del desayuno, del almuerzo, en el patio, en el taller. No le importa andar sin un peso, le importa estar protegido y acompañado. Con que pueda dar una mano con arreglos le basta para decir que esta es una segunda oportunidad. La navaja que usaron sus hermanos para amenazarlo le serviría para sacar filo a las herramientas del taller. 

 

Día tras día te haces mayor. Difícil escapar al tiempo. Tampoco hay que escaparle. De lo que no puedes huir es de las etapas de tu existencia. El tiempo frota imperceptible tus mejillas. Cerrados los ojos, retornas a un recuerdo lejano. Al de la profesora que te enseñó a leer y a escribir. A la tarde en que aprendiste a montar en bicicleta. En lo que demoras en abrir tus ojos, aquel que ha vivido mucho te puede decir que dura la vida. Tu cara se agrieta, tu cabeza se llena de información. Una parte la desechas, otra la conservas, junto a tus canas.  “Es importante resaltar que el proceso del envejecimiento humano se inicia desde la concepción. Perdura en el curso de la vida y termina con la muerte” –explica Lilia López, docente e investigadora de la carrera de Gerontología de la Universidad del Quindío–. El envejecimiento no se puede catalogar como una etapa, puesto que se da todos los días de la existencia humana. En cambio, la vejez es la última etapa, producto de haber vivido edades anteriores”. 

 

Actualmente, la población mundial de ancianos roza los mil millones, de acuerdo con la ONU (son el 13% de los habitantes). Mientras evitas pensar en tus sesenta, en cómo están de viejos y canosos tus papás, tus tíos, tu cantante de rock, el futuro se te acerca rápido y sigiloso. Alguna vez tendrás conciencia del tamaño de tus huesos, de lo limitado que es tu oído. “Yo hablo desde la singularidad personal, lo que permite ver distinta a la tercera edad –anota Natalia Izquierdo, psicóloga especialista en familia–. Todos los ancianos son diferentes. Conoces a una persona de 65 años, ves a otra de idéntica edad y son diametralmente distintos. Se diferencian su parte física y su actitud”. 

 

Estadísticas que echan luces a una realidad. Según el Ministerio de Salud, en Colombia hay 5,2 millones de personas (11% de la población) que tienen 60 años o más. Para 2020 se calcula que habrá 6,5 millones. 

 

Familia perpetradora. Además de maltrato físico, los adultos mayores son víctimas de violencia psicológica y económica:   

 

“Hay que comprar una loción, porque ya hueles a viejo”. 

 

“Si sigues molestando, le digo a la enfermera que no te cambie el pañal”.

 

La económica: 

 

Desplazamiento en tu propia casa. La habitación en la que siempre dormiste la toman tu hijo y su esposa.  Tu espacio lo reducen a la habitación de los objetos acumulados. Así como te destierran de tu pieza, los tuyos también captan tu pensión, con el pretexto de pagar los servicios y comprar el mercado.  

 

Gerantofobia, el miedo a envejecer. En el diccionario de la Real Academia Española escribes ‘Gerantofobia’ y no encuentras su significado. Pero algunos médicos usan esta palabra para referirse a esta sensación tan familiar en los adultos que todavía no llegamos a los 60 años.  

 

Hogares para ellos. ¿Son recomendables? ¿Es una forma de desprenderse de la responsabilidad de acompañarlo? Se te olvida tu nombre, en ocasiones dejas abiertos el grifo y la puerta principal. Tus hijos trabajan por fuera todo el día. “Cuando la familia viene al Hogar del Anciano crea un vínculo con nosotros, hay un compromiso de corresponsabilidad, similar al que se pacta cuando se matricula un niño en un colegio –manifiesta la gerontóloga Diana Bermúdez, directora de la institución–. Si el acudiente se desentiende del adulto mayor tendrá unas amonestaciones por medio de Comisaría de Familia. Los que decidan acudir a nosotros deben hacerlo, no en términos de desencartarse, sino de considerar que estaría mejor aquí que en su propia casa”.

 

“Inútil, yo me siento un inútil. Una carga para mis hijos”.  Las palabras son de una paciente de la psicóloga Natalia Izquierdo. No es la primera ni la última adulta mayor en expresarlas. “El reto del profesional de la salud está en estimular su actitud. Lo hacemos a través del sentido de vida, volviendo a las actividades que la hacían feliz. Hay un informe de la Secretaría de Salud que señala un defecto de la cultura general alrededor del anciano: la heteronomía. En resumen, la heteronomía es hacer lo que me dice la sociedad. Entre por esta puerta, vaya por aquí. Los psicólogos promovemos los estados autónomos, dependiendo de las características y la singularidad de cada paciente”. 

 

Justicia con los que te criaron. Tu mamá, papá, tíos.  En definitiva, la reciprocidad es un valor de la vida. Te hace ingrato abandonar a tus papás o escatimar esfuerzos para mejorar su calidad de vida. Te convierte en un mal- agradecido. 

 

Kilómetros de experiencia. La falta de preparación estatal para afrontar la vejez expone las falencias de un sistema concebido para los ciudadanos en edad productiva. “El debate va mucho más allá de ofrecerles a los ancianos techo y comida –afirma la gerontóloga Diana Bermúdez –. En la Asamblea sobre el Envejecimiento se habló de crear una sociedad para todas las edades, porque todas son productivas a su manera. El bagaje y la experiencia son dos valores esenciales para la construcción de país”.

 

La ley 1276 autoriza a los departamentos, distritos y municipios a emitir una estampilla para el adulto mayor, con el fin de recaudar fondos para los Centros de Bienestar del Anciano y los Centros Vida. La Ley 1315 garantiza la atención y la prestación de servicios dignos en los centros de protección.

El 19 de julio de 2017 el presidente Juan Manuel Santos sancionó la Ley 1850 que otorga medidas de protección y penaliza el maltrato al adulto mayor (ya sea intrafamiliar, abandono, agresión física o psicológica, institucional).

 

Motivaciones. Cuatro de cada diez colombianos de la tercera edad han presentado algún síntoma de depresión. Puedes ser uno de ellos. ¿Lo eres ya? Estimula tu sentido de vida a partir de ahora, en lo posible con ayuda de psicólogos y gerontólogos. 

 

“No”, saber decirlo al adulto mayor. Hay algunos abuelos que te quieren imponer sus puntos de vista, incluso en temas que no les corresponden. Para demostrar autoridad sin ser autoritario, el diálogo con argumentos es un ejercicio que dará buena salud a tu vínculo.  Debes aprender a decirles “te estás poniendo consentido, das órdenes cuando no te corresponde”.

 

Ojo al presente. Puedes estar lejos de tus sesenta años, atornillado al presente. Si tienes prácticas saludables, que combatan el sedentarismo, seguramente serás un adulto mayor saludable que no tolerará la quietud y en el futuro se las arreglará para hacerse de una rutina de ejercicios adaptada a sus necesidades. ¿Quién te garantiza que tendrás las condiciones físicas mínimas para practicar ejercicio? Nadie puede hacerlo. Ni en tus veintes, tus treintas...

 

Poderoso como un estereotipo. Los mayores de 60 años cargan con ideas negativas que estigmatizan su condición. Por lo general la palabra anciano la pronuncias con intención peyorativa. Relacionarla con decrepitud es un error tuyo que no aporta al tema. Decir que un anciano es una carga es igual a considerar que todos los niños son groseros y que los jóvenes son irresponsables. “Los sesgos nacen en la ignorancia”, recalca la gerontóloga Diana Bermúdez, directora del Hogar del Anciano San Vicente de Paul, en el municipio de Circasia –. “Yo le digo a mis estudiantes ‘a ustedes que les gusta el reguetón, la electrónica, proyéctense unos años, cuando tengan 60 o 70. Adivinen quiénes van a estar pasados de moda. ¿Quieren que los jóvenes se burlen de ustedes y los asocien a una idea paquidérmica de la existencia?’". 

 

Querer es poder. Otra manera para que hagas clic mental es tener capacidad de análisis. Si tienes en tu familia a un adulto mayor, acércate a él, conócelo, aprende de sus días. Discierne qué te gusta y qué no de su experiencia. Preguntate ¿qué harías si estuvieras en su lugar? Proyectarse desde el presente es una práctica positiva que te ayuda a planear tu existencia si vives muchas décadas.  

 

Responsabilidad cumplida. Los adultos mayores no están para criar a tus nietos. No confundas su vitalidad y sus ganas de estar con el niño con su capacidad para realizar las tareas propias de un papá. En este punto, la mayoría de mujeres sufren más que los hombres el cuidado del menor, porque injustamente ellas están a cargo de preparar la comida y de prestarles atención. En esta sociedad machista el hombre es más una figura de compañía. En casa, a la abuela también le toca más duro. 

 

Sexo y canas. Para la psicóloga Natalia Izquierdo, el sexo es una cuestión de actitud, aunque reconoce que en la mujer, después de la menopausia, disminuye  la líbido.  “La postura mental hacia la sexualidad determina hasta qué años vamos a estar activos”, comenta. Considera mito la muerte de la sexualidad una vez la persona entra en sus sesenta: “Tengo reporte de parejas que hasta los 80 años tienen relaciones, una o dos veces a la semana. Sugiero a las parejas apoyarse en médicos y psicólogos especialistas en terapia familiar”. 

 

Te haces mayor mientras lees esta línea.
¿Qué importa? 

 

Un consejo de la gerontóloga Diana Bermúdez para los adultos mayores. El primero: “Vivan la vejez con la mayor dignidad posible. Cuídense al máximo. El día que no puedan, hay que dejarse cuidar de otros”.

 

Otro consejo, esta vez para los jóvenes que no se preocupan por el futuro: “Les tengo muy malas noticias, porque es muy probable que el tiempo siga pasando y se vuelvan mayores más temprano que tarde. Instrúyanse para que vayan en paralelo a los retos diarios”. 

 

Vida rutinaria. El aislamiento y la adicción al televisor son síntomas de tu  soledad. La interacción con otros debe estar a la orden del día. Ejercicios cognitivos como resolver crucigramas, sudokus, rompecabezas, memorizar teléfonos y escribir con la mano izquierda benefician tu salud mental. 

 

Walter White, el protagonista de la serie Breaking Bad, desafió sus propios límites cuando le diagnosticaron un cáncer terminal. Vivió la vida desafiando la ley. La intención no es repetir su historia; el mensaje es sacarle provecho a cada minuto de tu existencia, sobre todo si puedes dedicarte a lo que te gusta, como White. 

 

X Generation. La integran los nacidos en la década de los sesenta. Los de 1960 están a tres años de iniciar la tercera edad. ¿Cuánto te falta? 

 

Yo perdono. Al padre o la madre que hicieron de tu crianza un proceso difícil y doloroso, no debes pagarles con idéntica moneda. “Aquí entra a jugar la dinámica del perdón, que es liberador, un regalo para uno mismo. La gratitud biológica es un acto noble, que rompe ciclos de odio”, propone Natalia Izquierdo.

 

Z es la última letra. La número 27 del abecedario. El camino de la A a la Z te lo aprendes en la escuela. Con esas mismas letras armaste palabras que luego usaste para definir la existencia. Comparadas con otras, vejez es una palabra corta, como vida; es de fácil pronunciación, familiar a tus cinco sentidos. A estas alturas, no puedes decir vejez en un sentido peyorativo.  

 

Foto: iStock.

Por Redacción Cromos

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