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Y tú, ¿cómo besas?

Nada es tan agradable como recibir o expresar cariño a través de un profundo beso de la persona amada.

Por Redacción Cromos
12 de abril de 2018
Y tú, ¿cómo besas?

Primero vino el olfatearse mutuamente, luego los amantes frotaron sus narices entre sí y ese acercamiento culminó con el acercamiento de los labios, 1.500 años antes de Cristo, según aseguran los antropólogos. Una costumbre que aún mantienen los “tinggian” de Filipinas, acostumbrados a acercan sus bocas a los del otro, pero sin juntarlas, e inhalar, asegura la escritora Kate Gribble en "El libro de los Enamorados".

 

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Si alguien piensa que los romanos eran excesivamente cariñosos porque plantaban un ósculo en los labios de su esposa nada más entrar en el hogar, están en un error. En realidad, investigaban si sus mujeres habían bebido durante su larga jornada laboral, comenta esta investigadora de asuntos amorosos.

 

Los besos más largos

 

Los besos en el cine han marcado épocas, pero nunca se llegó al escándalo de la primera vez que el público presenció uno en la gran pantalla, cuando John Rice y Mary Iewin rodaron un corto de veinte segundos titulado eso, “El beso”, en 1896.

 

El beso entre Burt Lancaster y Deborah Kerr en “De aquí a la eternidad” (1953) ganó una encuesta sobre los besos más memorables en la gran pantalla, seguida de Richard Gere y Debra Winger en el final de “Oficial y Caballero" (1982).

 

Y entre los rércords de besos más largos de la historia del cine rivalizan Regis Toomey y Jane Wyman en “You´re in the Army Now “(1941), con tres minutos y cinco segundos, y Gregory Smith y Stephanie Sherrin en “Kids in America” (2005), con seis minutos de duración.

 

Quién les iba a decir a ellos que un siglo y nueve años después, la pareja formada por James Belshaw, de veintiséis años y Sophia Severin, de veintitrés, protagonizaron el beso más largo de todos los tiempos: 31 horas, 3 minutos y 30 segundos, para batir un récord.

 

Y aún se sorprenderían más si supieran que casi siete mil parejas se besaron durante diez segundos en Tuzla (Bosnia) en septiembre del 2007 para intentar establecer todo un récord mundial.

 

Pero no todo es libertinaje en el siglo XXI, ya que una pareja israelí fue procesada por besarse en su ceremonia de boda por el rito hindú en Pushkar (Rajastán) hace tan solo cuatro años.

 

Aunque la Bella Durmiente despertara con un beso de su príncipe y el Príncipe Rana se convirtiera en un apuesto doncel, los expertos en salud advierten que durante un beso se intercambian más de cinco millones de bacterias entre los amantes, aunque también se generan defensas para el organismo y el cuerpo se llena de euforia y protectores de la depresión.

 

¿Qué beso prefieres?

 

Aunque el mito urbano afirme que los esquimales se besaban frotándose la nariz porque el frío les hace correr el riesgo de quedarse pegados, la realidad es que esta práctica tiene su origen en el sensual acto de inhalar el olor de la pareja, asegura la escritora Kate Gribble.

 

El beso-mariposa consiste en batir las pestañas sobre la piel de tu pareja, mientras que el beso-oruga se basa en frotar las cejas con las del amado, se asegura en este manual del enamoramiento.

 

El “beso al vacío o de succión” consistente en exprimir la boca del amado como si fuera una naranja y es alabado en un Manual de 1936 sobre las artes amorosas, porque produce “una deliciosa sensación de adormecimiento, una laxitud casi beatífica”.

 

Y, por último, “el beso-francés”, en el que intervienen las dos lenguas, se llama zvaka (chicle) en Bosnia, grabbing en Isla Mauricio, zalizati (lamer) en Eslovenia, la traducción de “morderse el morro” en Escocia y “comerse” en Chile. En el sur de la India, se denomina “beso ingles”.

 

Foto: Getty. 

Por Redacción Cromos

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