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Agustín Fernández, el loco de la pospoesía

Si hay posmodernidad ¿por qué no puede haber pospoesía? El escritor español Agustín Fernández Mallo propone una forma de escribir que mezcla ciencia, poesía, fragmentos cinematográficos y copias flagrantes de internet, entre otros ingredientes. Sus novelas, si es que así se les puede llamar, llegan por primera vez a Colombia.

Por Redacción Cromos
13 de julio de 2009
Agustín Fernández, el loco de la pospoesía

Agustín Fernández, el loco de la pospoesía

Desde Palma de Mallorca se oye una voz que deja pegado el calor del verano a cada una de sus palabras. Tal vez el dueño de esa voz pausada, el escritor Agustín Fernández Mallo, esté pensando en la autobiografía de Mr. E, cantante y compositor de la banda norteamericana Eels, y que acaba de reseñar en su blog. Tal vez esté obsesionado con la poesía que destilan las composiciones de Mr. E., o con el drama del músico, una persona que nunca tuvo buena relación con su padre, que vivió la muerte de su madre de cáncer y el suicidio de su hermana.

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Tal vez el escritor español, graduado en Ciencias Físicas, se haya interesado en el señor E (llamado en realidad Mark Oliver Everett) simplemente porque es hijo de Hugh Everett III, físico que formuló la teoría de los universos paralelos. O quizás ese interés deba su origen a que el compositor parece haber escapado de las novelas de Fernández Mallo –Nocilla Dream (2006) y Nocilla Experience (2008)–, las dos primeras partes alabadas por la crítica de la trilogía Proyecto Nocilla.

El nombre de Fernández Mallo comenzó a sonar en el año 2000, cuando acuñó el término poesía pospoética, con el que estableció conexiones entre la literatura y las ciencias. “Desde pequeño me gustaban ambos mundos y empecé a descubrir elementos poéticos en las ciencias. En las teorías científicas o en el mismo laboratorio, se pueden encontrar auténticas metáforas. La teoría del Big-Bang, por ejemplo, tiene una fuerte carga poética. Por mi formación esto me sale de manera natural, a veces ni me lo planteo, simplemente lo escribo. Las ciencias son imprescindibles para un narrador que quiera contar el siglo XXI”, afirma.

De esa pospoética surgieron los poemarios Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (2001), Creta lateral Travelling (2004) y el poemario-performance Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción] (2005). En 2007 fue galardonado con el Premio Ciudad de Burgos de Poesía por su libro Carne de píxel. En marzo pasado su libro Postpoesía, hacia un nuevo paradigma fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2009 y los medios se han atrevido a otorgarle la misión de alterar el giro de las letras españolas.

Fue con el Proyecto Nocilla que este nativo de La Coruña y que vive en Palma de Mallorca, de 42 años, alcanzó el nivel de renovador al tiempo que algunos tomaban el nombre de su experimento para denominar a un grupo de nuevos narradores españoles. Pero Fernández Mallo aclara que no existe ningún movimiento. “Tenemos características similares como la lectura transversal que hacemos de la sociedad, que está incluida en nuestros textos y que puede contener la estética del cómic, pasando por una referencia a una película hasta llegar a una pieza de Bach”.

Por eso hablar de argumentos en las novelas de Mallo puede resultar inadecuado. Lo más acertado para enmarcar sus creaciones es decir que sus personajes outsiders (fuera del sistema) son la nota predominante y hacen parte de un mundo globalizado, en el que el tiempo es fragmentado y la soledad está a la orden del día.

Como le sucede, por ejemplo, a Harold, personaje de Nocilla Experience, quien después de acabar su última caja de cereal y llevado por una pena de amor, decide trotar por Norteamérica durante diez años; o como le pasa al argentino de Nocilla Dream, que vive en un motel de Las Vegas, se gana la vida recogiendo vasos en un bar y tiene como propósito construir una extraña escultura en homenaje a Borges.

“La soledad siempre me ha dado vueltas, es un asunto que todavía no he terminado de entender. A veces estamos solos pero queremos estar acompañados y viceversa. El punto es que me atrae el mundo del personaje solitario que por medio del aislamiento construye una realidad paralela”.

Agustín Fernández continúa su charla telefónica después de darle un sorbo a un líquido que bien podría ser una cerveza Mahou o una coca-cola. Luego de calmar su sed habla sobre su estilo, algo que muchos han calificado como una crítica a la estructura de la novela tradicional. De ahí que un texto suyo puede tener microrrelatos, entrevistas a artistas pop, fórmulas científicas y hasta fragmentos de diálogos de películas. “Es simplemente mi manera de escribir. Me gustan las cosas fragmentadas, dispersas e imperfectas”.

Para dar forma a estos textos, este español ha utilizado métodos como el copy-paste y, sobre todo, la docuficción. “Mis novelas están integradas por personajes que son reales y que descontextualizo, les pongo vidas que no son reales. Hay otros de los que cuento su vida tal como fue. En este sentido las historias tienen aspectos de documental pero también de ficción”, explica.

Otro de los aspectos interesantes de las novelas de Mallo es la mezcla de cultura pop y alta cultura. “La cultura de masas siempre ha estado presente en mis textos. Hoy nadie puede vivir al margen de estos contenidos. En mis novelas hago referencia a bandas como Siniestro Total, Primal Scream, The Strokes, a películas como Apocalypse Now y Hanna Bi. También hay alusiones a autores como Borges, Cortázar, incluso una parte importante de la estética de las novelas tiene que ver con las ciencias. Si tuviera que dar una definición de lo que es el Proyecto Nocilla, diría que es una mezcla de referentes de la baja y la alta cultura puestos a un mismo nivel”.

A la mañana siguiente de esta charla, Fernández Mallo irá a trabajar a uno de los hospitales de Palma de Mallorca. Además de ser escritor, hace una investigación sobre radiaciones nucleares con fines médicos y se despide no sin antes decir que está orgulloso de Nocilla Lab, la última novela de la saga Nocilla en la que confesará cómo escribió las dos anteriores.

Por Redacción Cromos

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