¿Cuál es el secreto de 'Des pa ci to' para hipnotizar al mundo entero?
Le presentamos la genealogía de este hit que suena en cada esquina del planeta.
Por Laura Galindo
01 de agosto de 2017
“Pasito a pasito, suave suavecito, nos vamos pegando poquito a poquito”. Imposible leerlo sin cantarlo. Es el estribillo famoso de una canción famosa. De una que lleva 26 semanas en la lista Hot 100, de la revista Billboard, y más de 10 en el primer puesto. De un reguetón que une lo pop con lo urbano, a Luis Fonsi con Daddy Yankee y a los latinos con el resto de mundo. Una música que se endilga a un género solo para poder romperlo. Una canción que, con más de 4.600 millones de reproducciones, se convierte en la más escuchada desde que existe Internet: Des pa cito…
Que le gustaría tener una mejor historia para contar, dice Fonsi en una entrevista para la revista People, pero que es una cursi y sin heroísmos. Un día se despertó con la melodía del coro dando vueltas en su cabeza. Des pa cito. Estaba en Puerto Rico y decidió meter a su país entre los versos. “Vamo’ a hacerlo en una playa en Puerto Rico”. Grabó un par de líneas en su teléfono y, buscando rimas, dio con ese “Ay, bendito” tan propio de los puertorriqueños para significar casi cualquier cosa. “Hasta que las olas griten: ¡ay, bendito!”. Este, dice, fue el principio de todo. Luego, una letra insinuante, un ritmo ineludible, la coautoría de Erika Ender y un video con la ex Miss Universo Zuleika Rivera, que marca más de 2.700 millones de visualizaciones en Youtube.
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El nacimiento de un hit
Para ser exitosa, una canción necesita ser mainstream. Hablar desde los sentidos y no desde las razones. Tararearse, bailarse, reconocerse a través de sus melodías. “Let it be, let it be. Whisper words of wisdom, let it be”. “Oops! I did it again”. O “Dale a tu cuerpo alegría Macarena”. Quedarse en la memoria, tener un gancho musical. Un hook, como se llama en la industria. “En Despacito hay varios y con solo uno de esos la canción ya habría sido un éxito”, dice María Elisa Ayerbe, ingeniera de sonido del sello discográfico Art House Records, nominada al Grammy por mejor álbum de pop latino. El gancho más importante está en el coro: “Des pa cito”… Una pausa. Un respiro. Un instante detenido y un beat que aparece más tarde de lo que espera el instinto.
La idea no es nueva. Se la inventaron los compositores barrocos que, siguiendo a René Descartes y sus estudios sobre las pasiones del alma, intentaron inducir emociones a través de la música. Pasajes rápidos para los momentos de angustia, sonidos agudos para hablar del cielo, acordes disonantes para el infierno. Esta vez, un silencio y un deletreo silábico: “Des pa cito”. “Musicalmente está sucediendo lo que dice la letra –dice Ayerbe–. Eso, en términos de composición, es impresionante y rompe con los patrones de predictibilidad del reguetón y el pop latino”.
La guitarra del comienzo y sus primeras notas tienen el mismo efecto del reflector que se enciende en el teatro para comenzar la función. Los versos “pasito a pasito, suave suavecito”, y “quiero ver bailar tu pelo, quiero ser tu ritmo” dejan cantando por horas a quien los escucha. Y metáforas como “tú eres el imán y yo soy el metal” nunca pasan desapercibidas. Es, en esencia, una canción escrita a partir de hooks, una que pareciera haber sido hecha adrede para ocupar siempre los primeros lugares.
Un himno
Es también, la unión de cincuenta millones de latinos culturalmente divididos. La fusión de dos estilos. El reguetón de Daddy Yankee y el pop en español de Luis Fonsi. La fuerza de dos artistas y el encuentro de dos mundos. Por un lado, el mercado latino de la costa oeste y su pop hecho en California, Los Ángeles y México. Por el otro, el sonido urbano de la costa este con Miami, Nueva York, Puerto Rico y República Dominicana. “Son dos artistas importantes representando una cultura. Es una canción que se ha vuelto himno”, dice Nicolás Rodríguez, compositor y productor, ganador del premio Ascap a mejor cabezote de novela en el 2008.
Despacito sonó por primera vez en enero de este año y a las pocas semanas ya era una de las más escuchadas. Se volvía número uno en varios países y pisaba el puesto 44 en la lista Hot 100 de Billboard. Aunque era un éxito, necesitaba un último empujón. Un impulso final que le permitiera globalizarse. Una versión que rompiera con los límites que impone el idioma a cualquier canción en español. “Comin’ over in my direction. So thankful for that, it’s such a blessing, yeah!” El 17 de abril, Universal Music Latino lanzó una versión en remix con el canadiense Justin Bieber, que un mes más tarde marcaba el 70% de sus reproducciones y se convertía en la más sonada del mundo.
No es de ahora que un artista tenga que cantar en inglés para hacerse internacional. La música latina es en realidad una música americanizada. Shakira, Jennifer López, Ricky Martin o Chayanne. Todos son producidos por la industria estadounidense. Incluso Juanes, militante acérrimo de “se habla español”, tiene un contrato con Universal Miami y varios versos bilingües en sus canciones. Macarena, el único hit de habla hispana que había sido número uno antes de Despacito, no logró salir del mercado local hasta que la disquera incluyó una voz cantando en inglés para su versión en remix, corría el año 1995.
“Des pa cito. This is how we do it down in Puerto Rico. I just wanna hear you screaming: ¡ay, bendito!”. Imposible leerlo sin cantarlo. Es el estribillo famoso de una canción famosa. De un reguetón que no es explícito, que no denigra y en el que hasta el rap tiene melodía. “Es música bien hecha que va rompiendo barreras en todos los sentidos”, dice Rodríguez. “La unión de dos grandes, dos géneros y dos mundos”. “Pasito a pasito, suave suavecito, nos vamos pegando poquito a poquito”.
Fotos: Getty Images.