Debió ser a mediados de 1988. Tenía 19 años y aún no había empezado en mi oficio de librero cuando, luego de llamar a la editorial que había publicado en 1975 el libro Pablo Neruda, fui consciente por primera vez de la existencia del Fondo de Cultura Económica. Alguien me dijo que ese libro no lo tenían y que estaba descatalogado. Que lo mejor era que intentara en México.
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Sigue a Cromos en WhatsAppEscribí preguntándoles. Una mañana recibí una carta, firmada por Enrique González Pedrero (su director de entonces), en la que me informaba que “desgraciadamente el libro que usted nos pide está agotado. Lamentablemente no podemos ayudarlo”, pero que “si llegaba a aparecer alguno me avisaban de inmediato”. El mero hecho de tomarse el trabajo de responderme me daba la materia con que estaba formada esa editorial: humanidad.
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Uno de los primeros representantes y vendedores de editoriales que conocí, cuando comencé a trabajar, fue a un hombre de barba larga, mirada fija y penetrante, voz contundente, que iba todas las semanas a hacer corte y tomar pedidos: Camilo Delgado, del Fondo de Cultura Económica. Creo que la primera cosa que le pregunté fue por ese libro. Me dijo: “Está agotado. Yo nunca lo he visto”. Desde entonces comenzamos a conversar. Fue abriendo para mí un mundo desconocido hasta entones: la música popular latinoamericana y el cine. Y la literatura, y la poesía y las novelas y los cuentos. Por sobre todas las cosas, me brindó su amistad y su lealtad. Fue el vendedor de la editorial durante 20 años. Para muchos de los lectores su imagen está asociada a ella: el que nos llevaba los libros, nos mostraba las novedades, nos descubría los tesoros que se escondían en sus bodegas. Esto solo lo podía hacer un lector. Y es que Camilo, el vendedor, era también un poeta, un lector y un antiguo librero. Muchos años después, en diciembre de 1998, emprendimos (junto a María Luisa Ortega y Claudia Cadena Silva) la aventura de crear San Librario Libros. Aún permanecemos los dos en esta lucha.
En febrero de 2019 Paco Ignacio Taibo II me preguntó:
-¿Quieres ser el librero de la librería del Fondo en Bogotá?
Le respondí que tenía mi propia librería y que, lamentablemente, no tenía tampoco mucho tiempo libre. Al poco tiempo me visitaron Nahum Montt y Marco Barrera Bassols a insistirme en la propuesta de Paco. Añadí:
-Podría ayudarlos en mi tiempo libre.
-El Fondo de Cultura Económica se acomoda a tus condiciones, dijo Marco.
Durante más de un año tuve el privilegio de trabajar, por las tardes después de mi jornada en San Librario, en la librería y aprender del grupo de compañeros libreros de ese entonces que me recibieron con paciencia y gentileza. Además del placer de trabajar junto a mi querido José Luis Díaz Granados.
Durante todos estos años en mi oficio de librero (ya casi 36) el Fondo ha estado presente en mi vida.
Para cerrar con broche de oro, en agosto de 2021 salió publicado por el Fondo, en la Colección Popular, el tercer libro de mi tetratología “De los libreros”: Librovejero, gracias a la complicidad de Gabriela Rocca.
¿Cuándo un librero habría imaginado el inmenso privilegio de trabajar y ser publicado por una editorial como el Fondo? Nunca. Esa es la prueba de que, sin soñar, lo imposible puede hacerse realidad, porque “hay un lugar llamado humanidad” (como diría Delfín Prats). Ese lugar ha sido para mí el Fondo de Cultura Económica.