Daniela Maturana, la presidenta
La hija del técnico Francisco Maturana –nuevo técnico del 11 Caldas– es politóloga y fue la cabeza del Concejo de Medellín.
Por Olga Lucía Barona Torres
05 de julio de 2017
Si usted se la cruza por la calle es inevitable no voltearla a mirar. Es alta, bella y luce un look de crespos parados y alborotados que, según sus palabras, constituye una forma de rendir homenaje a sus raíces afro y a su familia chocoana. Esta antioqueña de apenas 31 años, politóloga especializada en Comunicación Política, fue nada más ni nada menos que la presidenta del Concejo de Medellín. Ha labrado su camino a pulso, tras largas horas de trabajo. Siempre con el apoyo incondicional de su padre, el exitoso técnico de fútbol Francisco Maturana García.
Daniela Maturana Agudelo se autoproclama amante de Medellín, apasionada por el deporte, franca, carismática, amigable, transparente y profesional. Y por lo que proyecta cuando la conocemos, no falta a la verdad.
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Es hija del segundo matrimonio de Francisco Maturana con Margarita Agudelo.Tuvo una infancia feliz y normal, aunque debió acomodarse a vivir en diferentes países por los constantes cambios de equipo de su papá: pasó su niñez en España y Argentina.
Es inevitable que a donde llegue sea primero la hija de Maturana y luego Daniela. “Sé que llevar este apellido tiene una responsabilidad enorme, es un peso que uno tiene que saber manejar y lucirlo con mucho orgullo. Pero tampoco se puede desconocer todo mi recorrido personal para llegar a la presidencia del Concejo de Medellín”, comenta mientras atiende asuntos propios de su investidura política, en su oficina en la capital antioqueña.
De pequeña probó con varios deportes, pero nunca tuvo la constancia de su padre en este campo. Luego se interesó por el diseño de modas y de joyas. Pero fue en noveno que se encaminó hacia la política, gracias a su profesora de Ciencias Sociales, quien la motivó a convertirse en líder del Concejo Estudiantil de su colegio. Por eso estudió Ciencia Política en la Universidad de Eafit, en Medellín. Ya egresada, duró más de dos años sin empleo. Su padre le advirtió que no iba a ayudarla y que debía ganarse las cosas por sí sola.
“Eso me fortaleció. Tuve la satisfacción de que mi primer trabajo lo conseguí porque toqué la puerta de la universidad. Hice un proyecto con el área metropolitana sobre las secuelas del conflicto armado y la tenencia de tierras en la región de Urabá”. Luego trabajó tres años en el Medellín Convention & Visitors Bureau, organismo en el que logró posicionar la ciudad ante el mundo, al punto de lograr que Medellín fuera sucesivamente la sede del Foro Urbano Mundial, el Congreso Global del Emprendimiento y el Foro Económico Mundial para América Latina, entre otros.
En esas vueltas se dejó picar por el bichito de la política. Primero hizo parte de la campaña de un amigo al Concejo, pero perdió la curul por escasos 60 votos. En ese momento se dijo a sí misma: “La próxima candidata seré yo”. Y sus deseos llegaron a los oídos de Federico Gutiérrez, aspirante a la Alcaldía de Medellín, quien le ofreció la candidatura al Concejo de Medellín. Después de muchas dudas, que solucionó con la ayuda de sus amigos y, especialmente, de su padre, aceptó. Aprendió rápidamente lo que era una campaña por dentro, recorrió la ciudad a pie, se acercó a la gente y a sus necesidades, y asimiló los gajes de la política.
Salir con ella es toda una aventura. La saludan, la admiran, le sonríen y ella, sin complejos ni pena, posa sin problema para la lente de Cromos.
Mientras emprendía entusiasta su nuevo reto, el 7 de julio del 2015, 18 días antes de que arrancara la campaña, se estrelló de frente con la peor noticia de su vida. Su madre tenía cáncer de páncreas. El 29 de septiembre, tras largos y dolorosos días y noches, Margarita Agudelo murió y a Daniela Maturana se le derrumbó el mundo. No osbtante, poco a poco transformó su tristeza en fortaleza. “Ese primer mes casi no me pude parar de la cama, pero toda mi familia me decía que no podía desfallecer, por la memoria de mi mamá”.
Llegó entonces el 25 de octubre, día de las elecciones. Daniela Maturana asistió con su papá y su hermano menor, Daniel, al puesto de votación. Cuando se cerraron las urnas fue a la sede del alcalde. “Primero, a sufrir por Federico Gutiérrez, ya que tres semanas antes ninguna encuesta lo daba como ganador. El estrés fue tenaz. Y después pasamos al conteo del Concejo de Medellín y de la Asamblea de Antioquia. Gané con 4.611 votos. Lo primero que hice fue llorar, porque pensé en lo rico que habría sido tener a mi mamá para celebrar esa primera victoria electoral”.
La historia tuvo un final feliz. Fue elegida concejal de Medellín para el período 2016-2019 por el movimiento independiente Creemos, del elegido alcalde Federico Gutiérrez. Una vez iniciaron las sesiones, su sorpresa fue mayor al ser elegida como presidenta de la entidad, labor que desempeñó bajo las directrices de su movimiento político y en cumplimiento estricto de sus objetivos de campaña: “Dejar un sistema de deporte fortalecido, en el que las personas no tengan que renunciar a ser profesionales o en el que, por lo menos, terminen su bachillerato”, ese es uno de sus propósitos como dirigente política elegida para ayudar a Medellín.
Su futuro ahora es la política. Desde una embajada, una alcaldía o, por qué no, desde la Presidencia. “Faltan valores femeninos en lo público. Las mujeres somos conciliadoras, organizadas y disciplinadas”. Sus proyectos personales también están encaminados a estudiar francés y relizar una maestría.
Hoy vive con su hermano menor, Daniel, quien estudia Administración de Empresas, y una de las cosas que más disfruta es pasar tiempo con sus hermanos mayores, Pablo y Sebastián. Por supuesto, también le encanta estar con su papá, quien vive en Medellín. Daniela está soltera y a la orden, dice, pero advierte que tiene dos hijos adoptivos: una boston terrier, llamada Greta, y un criollito, Axl Rose.
Salir con ella por el Centro Administrativo La Alpujarra, donde funciona el Concejo de Medellín, es toda una aventura. La saludan, la admiran, le sonríen y ella, sin complejos ni pena, posa sin problema para la lente de Cromos. Mientras camina parece una experta modelo. A ella le gusta y le luce ser reconocida, pero cuando llega a su despacho se transforma. Ahí deja de ser la hermosa mujer antioqueña y la hija del profesor Maturana, para sacar a relucir su condición de líder y su vocación de trabajo por sus coterráneos.
Fotos: Nelson Sierra.