Galanes de concurso
Víctor mallarino y Jose Gaviria comparten atributos que ni ellos mismos estarían dispuestos a reconocer: una atractiva apariencia fìsica, una seguridad que a veces raya en la soberbia y ese toque de vanidad sin la cual no serían reconocidos como galanes.
Estos rasgos, que han resultado muy atractivos para el sexo opuesto, han sido fundamentales en el éxito de los programas con los que los canales privados han incursionado en el formato del reality. Caracol con El Desafío 20-09, que enfrenta a representantes de las regiones en concursos de supervivencia y habilidad física; y RCN con El Factor X, tradicional concurso de talento musical.
Sigue a Cromos en WhatsAppComo conductor de El Desafío, Mallarino intenta consolidar la imagen conciliadora que los concursantes respetan y que responde también a su experiencia como actor.
Jose (así, sin la tilde, como es conocido en el medio desde que puso a sonar en las emisoras la canción Camaleón, a mediados de los 90) regresa como el juez cuchilla que no perdona el más mínimo error a los cantantes. Aunque no le guste la comparación, es inevitable que el público lo vea como la versión colombiana del británico Simon Cowell, de American Idol.
Tras una carrera como productor de cantantes latinoamericanos, durante la cual obtuvo más de un Grammy, Jose volvió más maduro al país en 2005 y desde entonces ha seducido con su actitud frentera.
Y es precisamente ese encanto el que alimenta los programas. Las conducciones de Víctor Mallarino de El Desafío, que incluyen las ediciones 2004 y 2005 y el concurso Nómadas, han sido exitosas en parte por su voz grave, su aspecto de galán y una seguridad en sí mismo que muchos califican de pedante. Una actitud que paradójicamente es la que defienden sus seguidoras y que, además, ayudó a llenar sin dificultad el espacio que dejó Margarita Rosa de Francisco.
A Jose le pasa lo mismo. Algo de soberbia en su actitud de juez es parte de las “cualidades” que lo ubican como símbolo sexual y como prospecto de galán de telenovela. “Pensé que mi trabajo causaría reacciones negativas en el público pero ven a alguien que dice la verdad y eso genera respeto. Es agradable que lo admiren a uno pero jamás pienso en eso de ser sex symbol”, dice. Por eso, tampoco es raro ver las reacciones de sus seguidoras en páginas y foros de la web donde aparece, en las que le mandan piropos de todos los tonos.
Halagos que se multiplicaron después de que su papel de malo trascendió más allá de sus discusiones con la maternal Marbelle y el conciliador Juan Carlos Coronel, para ser protagonista de historias del corazón y rumores con presentadoras y actrices. “Tengo la intención de que eso no vuelva a pasar”, afirma con convicción. En este sentido, se ha puesto al mismo nivel de Víctor, un hombre más reservado, seguro de los efectos que causa entre las mujeres pero moderado en su protagonismo mediático.
Por el momento, ambos están concentrados en sus trabajos: Jose está terminando las audiciones para escoger a los participantes de El Factor X y Víctor está en las islas de Bocas del Toro (Panamá), grabando El Desafío: La lucha de las regiones, la revancha.
Allí, Mallarino le dará un respiro a su trabajo en telenovelas después de dirigir De eso tan bueno no dan tanto, una historia basada en las captadoras de dinero que saldrá al aire en agosto, casi al tiempo que el reality.
Jose, después de cinco temporadas con el programa, mantendrá su imagen de juez implacable desde finales de este mes, cuando se estrene el programa. “Tenemos claro que sólo estará gente que tenga factor x de verdad. Tendrán que cantar bien y también producir emociones”, explica. Pero su presencia en los medios tendrá otros matices gracias al lanzamiento de su disco, del que ya tiene seis canciones y que marcará su regreso como cantante.
Mallarino y Gaviria, cada uno en su estilo, serán los encargados de alimentar con sus escrutinios dos concursos que ya han hecho historia en la televisión colombiana: uno, por desnudar de alguna manera la condición humana del colombiano; el otro, por descubrir el talento hasta en los rincones más escondidos de la patria.