‘Yo soy Betty, la fea’ se ha consolidado como una de las telenovelas más exitosas y queridas a nivel mundial. Emitida originalmente en 1999 hasta 2001, la historia de Beatriz Pinzón Solano, una inteligente pero poco agraciada economista, cautivó a millones de espectadores.
Sin embargo, pocos conocen los retos detrás de la grabación de los últimos episodios, donde la presión por mantener el nivel de la trama y cumplir las expectativas del público fue inmensa.
Sigue a Cromos en WhatsAppLos grandes retos antes de finalizar ‘Yo soy Betty, la fea’
Con el éxito rotundo que tuvo la novela desde sus primeros capítulos, el equipo de producción sintió la carga de ofrecer un final que no solo cerrara la historia de Betty, sino que también dejara satisfechos a los millones de fanáticos que seguían cada episodio. Las expectativas crecieron al punto de que incluso los medios y los mismos televidentes especulaban sobre cómo debía concluir la historia de amor entre Betty y Armando Mendoza.
Además, el reto de darle un buen cierre a los personajes secundarios que tanto bien le hicieron a la novela fue otro de los grandes desafíos que asumieron, tanto el libretista Fernando Gaitán y el director Mario Ribero como el equipo actoral. Desde el famoso “Cuartel de las feas” hasta personajes emblemáticos como Marcela Valencia y Patricia Fernández, todos debían tener un desenlace que reflejara su desarrollo a lo largo de la serie.
Todo este peso generó, como era de esperarse, cierta tensión entre los actores, que para las últimas escenas mantenían una carga laboral con jornadas extremas, en las que, incluso, preferían dormir en el set para iniciar temprano al día siguiente, que ir a descansar a sus casas.
Además, los cambios físicos fueron evidentes. Por ejemplo, Jorge Enrique Abello, quien interpretó a Armando Mendoza, confesó en medio de un almuerzo con todos sus compañeros que el trabajo en ‘Yo soy Betty, la fea’, le derivó en aparición de canas y pérdida de su cabello.
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La locación: un reto logístico
Las locaciones también fueron un gran reto, ya que los últimos episodios de la novela no solo se filmaron en el set de Ecomoda, la empresa ficticia donde transcurre la trama principal, o en la casa de la familia Pinzón Solano, sino que también incluyeron locaciones exteriores que demandaron un esfuerzo extra de producción.
El rodaje de la boda de Betty, por ejemplo, tuvo lugar en una iglesia católica, lo que implicó mover al equipo técnico y artístico a una nueva locación. Esta transición presentó complicaciones logísticas, pero el equipo logró superarlas, brindando al público una boda memorable y visualmente deslumbrante.
Con estos desafíos superados, ‘Yo soy Betty, la fea’ dejó una huella imborrable en la historia de la televisión, consolidándose como una de las telenovelas más recordadas y queridas de todos los tiempos.
*Contenido generado con asistencia de la IA.