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                                                                                                                                Con 26 años y su típica frase “Es el negocio socio”, este paisa es hoy el artista colombiano que realiza más presentaciones dentro y fuera del país.

                                                                                                                                Por Redacción Cromos

                                                                                                                                09 de marzo de 2012

                                                                                                                                J Balvin ¡En el trono del reggaeton!

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “¡Bienvenido a mi chocita!”. No ha terminado de decirlo con su acostumbrada mueca de afiche –labios cerrados y muy empinados con los dedos índice y corazón como un cañón– cuando se da cuenta de que mis ojos no miran su flamante casa sino que andan pegados a su bestia blanca agazapada en el garaje, un BMW Z4.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La fachada de su nueva mansión, muy sobria en ladrillos y madera china importada, diseñada por Alexis Castro, contrasta con el gran jarrón blanco con un penacho punk de hojas plateadas, que hace guardia a un lado de la puerta de entrada, último rezago de la fiesta del fin de semana para celebrarle el cumpleaños a su venerada mamá, Alba Mery Balvin. Ella es su guía espiritual, la que le empaca la maleta, cada pinta en una bolsa plástica, y le deja frases de mamá y de filósofa entre la ropa que hablan de lealtad, agradecimiento, justicia y bondad.

                                                                                                                                Sigue a Cromos en WhatsApp

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                                                                                                                                Read more!
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Busco su estilo por todas partes y no lo encuentro en ninguno de sus muebles exquisitos. No lo veo en los sofisticados objetos, no en los cojines Jean Paul Gaultier, no en las sillas futuristas de la piscina, no en las lámparas en forma de espermatozoides de la salita antes de entrar al estudio de grabación, todavía en obra pero pintado de amarillo por fuera por su fuerte relación con la inspiración y la creatividad. Hay muy pocos rastros suyos en los 2.000 metros construidos en espacios amplios y modernos de su búnker de tres plantas en Llanogrande. Son contadas las cosas que delatan la presencia del artista urbano de Medellín, como él mismo se define en su perfil en Twitter, que se acerca a los 850.000 seguidores.

                                                                                                                                Algo hay de él en su ropero tapizado en madera clara, con sus repisas repletas de cachuchas, los racks donde cuelga sus chalecos y chaquetas, y sus paredes acondicionadas para parquear su flota de tenis de todos los estilos, colores y marcas. Ahí hay algo, sobre todo sobre el mesón en medio de las estanterías, donde reposa su primera guitarra eléctrica, la que le trajo el Niño Dios a los once años. Algo hay de él en esa habitación exclusiva para su ropa, sembrada de marquillas Nike, Ferragamo, Louis Vuitton, Adidas y Hugo Boss. Y hay algo de J Balvin en el techo de su fortaleza, cubierto de hierba y de pequeñas salas con parasoles, al aire libre, en su “zona VIP” –como él mismo la denomina–, en donde sueña con hacer sus grandes fiestas. De resto, podría ser un hotel boutique de muy buen gusto decorado por alguna diseñadora de moda.

                                                                                                                                Para la sesión de fotos le pido que se remangue la chaqueta y es entonces que descubro la piel tatuada de sus brazos. ¡Ese sí es su verdadero espacio! ¡Ahí están los planos originales de su propia obra! Un mapa que comenzó a los 12 años con un tribal y que, paulatinamente, fue completando con sus iniciales bien reteñidas, nubes, un micrófono, máscaras, un número 7, estrellas, naipes, una calavera y frases como “Mi gente” y “Sólo Dios puede juzgarme”, una suma de trazos que cierra con un rostro angelical, inspirado en una virgen anónima de Roma, que se rayó grande en el antebrazo derecho hace ocho meses.

                                                                                                                                Él canta como J Balvin pero vive como José Álvaro Osorio Balvin, el hijo bueno del barrrio Malibú en Belén que sacó a la familia de la quiebra y que toma una pastilla de melatonina antes de acostarse para poder apagar la máquina trepidante de la música, que lleva por dentro y no lo deja dormir. Se acuesta a las tres de la mañana y se levanta a las seis con la niebla que cubre la pequeña montaña que se ve desde su ventana.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Cómo empezó en la música?Yo tenía un grupo de rock a los once años, gracias a una guitarra que me dio mi papá de Niño Jesús. No tenía nombre. Cantábamos covers y tocábamos pero yo no era el cantante sino el guitarrista. Mateo Stivel, el hijo de María Cecilia Botero, era el baterista y había otro cantante que se llamaba Gary.¿De dónde viene J Balvin?Crecimos en Belén, en Medellín, en un barrio que se llama Malibú, ahí fue donde empecé yo. En un lugar en donde nunca nos faltó nada y pareciera como si sobrara.¿Rico o pobre?Fuimos acomodados, mi papá tuvo mucho poder en algún momento de la vida y se quebró. El crecimiento mío realmente fue cuando mi papá ya iba como en bajada y éramos ya una familia de clase media.¿Las quiebras de su papá lo cogen a qué edad?A los doce años, con una impotencia horrible porque estaba en el colegio y no veía cómo poder ayudarlo. Siempre lo he hablado con mi mamá, y es que eso me hizo un mal pero también me hizo un bien. Un mal porque empecé a vivir en el futuro y no estaba viviendo mucho en el presente. Pero al estar tan estresado por saber cómo iba a ayudar a mi familia fue lo que me motivó a buscar el talento que me iba a permitir sacarla adelante. Después de “amor” la palabra que más se oía en mi casa era “sobregiro”. Esa palabra la escuché mucho. Antes de llegar a la música, ¿qué hizo para ayudar en la casa?Compraba chicles y ropa en el centro de Medellín, en Hollywood, y los revendía en el colegio y decía que la ropa me la traía mi tía de los Estados Unidos.¿Y su papá qué decía?Mi papá decía: “que mis hijos cuando crezcan, no quiten y no estorben”. Entonces yo desde muy joven la calé y dije bueno, entonces lo que voy a hacer es no molestarlos, que por lo menos yo tenga lo mío.Una escena que tenga grabada en la cabeza.Crecí patinando. Patinaba mucho, los fines de semana me iba desde las ocho de la mañana y regresaba a las doce de la noche a la casa. Recorría los barrios aledaños y así aprendí a convivir mucho con la gente en la calle.La calle, la señora calle, ¿de ahí parte todo?Ahí fue donde conocí a los raperos, ahí supe que existía el mundo de la droga, ahí fue que me unté de realidad fuera de la burbuja en la que yo estudiaba en un colegio como Los Alcázares.¿Lo bueno de la calle?Lo bueno, hermano, lo que más me gustó de la calle fue el cuidar a tu amigo, la lealtad.¿Y lo malo?¿Lo malo de la calle? La ambición, porque por allá vi muchas cosas. Recuerdo que tenía un amigo que patinaba conmigo y un día le dio por robarse una moto y lo mataron.Algo que le haya llegado tarde en la vida a un exalumno de Los Alcázares.La espiritualidad. Porque allá me obligaban a rezar y me recalcaban la idea del cielo y la amenaza del infierno, pero no me enseñaron esa parte de lo importante que es estar tranquilo y en paz con el alma. Eso es lo que yo vine a aprender después. La necesidad de crecer el espíritu, ayudando a los demás o siendo buen hijo. ¿Sí me entiende? ¿Qué se imagina que dijeron en Los Alcázares cuando se graduó?En el colegio yo era muy plaga, pero era muy buen estudiante, por eso nunca me echaron. Yo con mis cuentos y con mis pantalones anchos, me veía como el bicho raro. Mi mamá era muy alcahueta, siempre ha sido así. Cuando me hice las trenzas, como las que hacen en las playas, para ir al colegio, mi mamá dijo: “vaya, vaya, ahí nos inventamos algo, no se preocupe mijo, vamos a decir que tienes un problema dermatológico y tienes que dejarte las trenzas porque se te está cayendo el pelo”. Y nada, me mandaron tusar y ese cuentico me duró una semana.¿Y su cuento en la Universidad?Estudiaba Negocios Internacionales en Eafit y Comunicación en la Pontificia Bolivariana, pero lo único que hacía era escribir canciones, o estaba pensando en qué me iba a poner para el concierto en tal barrio o en tal otro. Le dije entonces a mi papá: “Pa, yo creo que lo mío es la música y me voy a dedicar al rap y al reggaeton”. Y mi papá me dijo: “mijo, pues hable con su mamá y si su mamá le dice que sí, pues yo le doy el apoyo”. ¿Y su mamá qué dijo?Mi papá pensaba que mi mamá me iba a decir que no. Recuerdo que la llamé. Ella estaba en Estados Unidos en un tratamiento médico y yo estaba muy asustado, entonces le dije: “Yo no sé cómo lo vas a tomar, pero madre, es que lo mío es la música, quiero salirme de la universidad”. Y me dijo: “¿Y eso es lo grave, mijo? Si es eso lo que a usted le gusta… ¡pero eso sí, tiene que ser el mejor!”. Mi mamá, con su enfermedad, digamos que es una persona que siempre ha estado más cercana a lo que es la muerte, ha trascendido a un nivel espiritual muy alto y es muy humana.¿Qué enfermedad tiene?Porfiria. Es un problema de la sangre, una anomalía genética y hereditaria.Su mamá en su vida... Mi mamá es todo, es como mi semáforo en verde. Si no fuera porque ella me dijo ¡sí!, de pronto estaría contando otra historia muy diferente.Y su papá, Álvaro Osorio, ¿qué es para usted?Mi papá es como mi maestro. Yo lo podría amar como un ídolo. Estoy leyendo el libro de Héctor Abad El olvido que seremos, y me identifico mucho con el escritor, como él describe a su padre es como yo veo al mío. Para mí cualquier consejo de mi papá es oro.Dígame uno de esos consejos valiosos.Mi papá siempre me dice: “Mijo, el hoy, mañana no sabemos”. Eso es lo que más le he aprendido, mañana uno nunca sabe, entonces por eso a veces también se me ha ido la mano trabajando.Es muy poca vida 26 años para todo lo que lleva. Algo que le tocó abandonar o dejar de hacer por avanzar en su carrera.Perdí parte de la juventud, los parches de ir a fincas con los amigos, por andar preocupado en cómo iba a poder ayudarle a mi papá a salir de las deudas que tenía. No me arrepiento, pero igual se siente ahí el bache.¿Qué más perdió? ¿No hay por ahí un matrimonio cancelado?¡Sí, sí! Hubo un momento en que me enceguecí. Me olvidé de quiénes eran en verdad los que estaban conmigo por lo que soy y quiénes por lo que represento. Ahí fue cuando me estrellé y me equivoqué. A mí siempre me han encantado las mujeres hermosas. Nunca me fue mal con las peladas antes de ser J Balvin. Pero me estrellé pensando que era por mí, por Jose, pero no, era por J Balvin, y eso me dio muy duro......Y era por el negocio, socio.Sí, exacto, me dio duro darme cuenta de eso y me volví desconfiado. No he vivido un infierno, pero casi me quemé por una falsa ilusión. ¿Y cómo entra ahí el matrimonio que no fue? Duré 10 años con Diana, que era la mujer de mi vida, la que ha estado conmigo en las buenas y en las malas. A la que cuando la invité por primera vez a comer un helado y se le cayó, no tuve con qué invitarla a otro. Y en esa etapa turbulenta pues yo andaba confundido como para emprender una relación. Yo creo que ella me entendió hasta cierto punto y ya después empezó a aguantar y ahí es cuando las cosas no funcionan.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ***Se oye ruido abajo, llegó parte de su grupo, su compañía de todos los días: Andrés López, “Papa”, su mejor amigo; “Pope”, su Dj; Santiago, su productor, y Álex Gutiérrez, su road manager. Saben que “Jose” anda en la sala de arriba en una entrevista para CROMOS y se ponen a jugar cartas en el comedor. En casa de músico no suena música por ningún lado, ni siquiera un radio o alguien tarareando algo. Este silencio es tan notorio y evidente como su extensa biblioteca vacía.***

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Muchas mujeres? Avemaría, a mí me encantaría tener una sola mujer y tener una familia y tener hijos. De hecho construí esta casa porque me iba a casar. Es un choque fuerte de sentimientos, porque ahora llego a mi casa en donde creí que iba a estar mi pareja, mi familia, y ya no es así, pero igual tengo que sentirme bendito y agradecido.Ahora hay que esperar.Toca esperar una mujer que me entienda, no que me aguante. Una mujer independiente que no sea orgullosa, porque el orgullo sólo está para agrandar los problemas. Una mujer que sepa perdonar.¿Su papá si se imaginaba tener un hijo cantante?Creo que él pensaba que yo iba a ser futbolista... Me figuro que del Nacional. Esa es una de sus frustraciones.¿Y lo de estudiar Negocios Internacionales también era un deseo de su papá?Pues claro, pero indirectamente, porque aunque yo siempre estuve enfocado en la música, pensaba ser negociador internacional para ser presidente de una disquera y después, no sé, salir como artista, la tenía planeada. La cosa fue que me cogió más el desespero por ser artista que empresario.¿Cuánto duró en Eafit?Duré cuatro semestres y tres en la UPB (Universidad Pontificia Bolivariana), estudiando Comunicación.En caso de no pegar en la música, ¿cuál era el plan B?No, no había. Y no hay.Ese minuto crítico en que pensó desistir, en que dijo “ya no voy más, me rindo”.Cada tres meses.¿Por qué? ¿Qué pasa cada tres meses?Cada tres meses hay crisis, no es un número exacto, pero… es un negocio muy complicado, es un negocio que es muy pasional, todo nace del corazón, entonces duele si una canción no funciona, duele si te hacen un comentario malo por Twitter.La crisis más fuerte ¿por qué fue?Fue hace casi un año, cuando muchos medios dijeron que me iba a casar y yo nunca quise que lo supieran porque jamás he hablado de mi vida personal. Y después me pusieron en la lista de los matrimonios frustrados. Decirlo es muy fácil pero no saben cuál es la procesión que uno está llevando por dentro tan dura.No me toquen ese vals...Exacto, esa es la palabra, así tiene que empezar la entrevista: ¡No me toquen ese vals!¿De qué le dieron ganas?De mandar todo para la mierda. Pues si van a opinar de mi vida personal, de lo más sagrado que tengo, pues mejor hablemos de música que es a lo que yo vine.¿Cuál fue el camino para meterse en la música?La calle fue lo más importante, el pueblo, la gente. Yo me metía a todas las calles de Medellín, a todas. Desde Belén hasta Manrique y Envigado. Era muy interesante ver esos dos mundos, porque yo del colegio salía de un mundo muy especial y llegaba a otro también demasiado especial que era la calle.Sale del colegio y se va a Estados Unidos de intercambio...Eso fue una pesadilla, un trauma que me dejaron. La mujer que me recibe se enloqueció tanto que quería ser mi mamá, se olvidó de mis papás reales, me negaba las llamadas, hasta el internet. Me tocó escaparme, caminando de noche por un bosque con lobos y osos, para llegar a la carretera donde me esperaba un amigo para huir de esa señora. De Atoka a Oklahoma City y de ahí a Nueva York.Yo quiero hacer un salto de las calles de Medellín a las de Nueva York con 19 años, luego de su intercambio. ¿Allá conecta con el mundo callejero de Manrique?¡Sí!, conecté, conecté, absolutamente. Encontré lo mismo, otra vez la ambición, la droga, los vicios, el poder, la realidad, la música urbana, pero también vi artistas como Jay Z. ¡Wow! Él es uno de los hombres más poderosos en la industria de la música y viene de la calle, y sin perder su esencia hace merchandising de ropa, lociones, videojuegos... Vi la magnitud que puede coger la música como negocio.¿En ese momento su cabeza estaba en el rap?Sí, sólo rap. Por eso cuando arribé a Nueva York, me dije: “Voy a escribir letras y voy a ponerme a rapear”. Llegué luego a Medellín y entonces invité a tres amigos míos a hacer otro grupo que se llamaba MDL Crew, y empezamos a grabar en spanglish.Con MDL rapeaba, ¿cuándo sale la voz del cantante?¿Cuándo sale la voz? Después de haber visto ese poder que tenían los raperos de Estados Unidos, y que yo ya podía sacar a mi familia de la palabra sobregiro, les digo a los del grupo: “Quiero grabar, quiero que esto sea un proyecto de vida”. Y ellos me dicen: “¿Proyecto de vida?, no, esto es una mamadera de gallo”.¿Qué pasa entonces?No, pues si estos manes no lo hacen me va a tocar solo, y solo fue. Eso fue en 2005. Empecé a hacer los coritos ahí sencillitos y empecé a ver que me daba para cantar un poquitico y empecé a grabar.Y al principio ¿se creía lo de cantar? Yo no sabía que podía cantar. Rapear es una cosa, poder cantar y hacer una melodía es otra. Al principio yo susurraba, y empecé a ver que a la gente le gustaba. ¿Qué tuvo que arriesgar para quedarse en esos espacios callejeros, para ser el duro del reggaeton?Nunca tuve la vida en juego, pero sí enemigos ocultos que trataron de hacerme daño. Me hicieron un pequeño secuestro en mi casa: amarraron a mi mamá, a mi papá, a mi hermanita, a mi mejor amigo y a mí, y fueron a mi clóset y me robaron mis gorras y mis chaquetas, las primeras como cositas que me empecé a ganar con la música. Yo creo que lo hicieron para aburrirme, para tratar de bajarme la energía.En Nueva York aprendió que la música es un buen negocio. Y en Medellín, ¿qué aprendió?Que hay que tener malicia. Yo pensaba que todo el mundo es bueno, pero parece que hay que desconfiar de todos. Me duele mucho aceptar que en el negocio no hay amigos. ¿Para ser un buen reggaetonero, como en la lucha libre, hay que ser rudo o técnico?Yo creo que hay que tener de los dos: rudo en tarima y muy técnico a la hora de los negocios.Y ¿qué es ser rudo en tarima?Tener una actitud indestronable, siempre he visto la tarima como el lugar en donde demuestras quién eres tú. Es el ring, es donde peleas, donde vas a noquear.¿A muchos contrincantes los ha noqueado?Hay una frase que usa el rapero Tego Calderón, que dice: “Los maté, pero no fue mala fe, hice lo que tenía que hacer”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ***Este hombre de grandes conciertos prefiere las felicidades pequeñas. En privado y sin sus costosas gafas oscuras de estrella, se alegra con su nueva línea de tenis J Balvin, pero se divierte más estrenando su nueva capuchinera o descifrando con Olga, su empleada y ama de llaves, una receta de cocina de un libro de gastronomía para atender a su visita. No importa que falten apenas unas horas para irse de concierto a Panamá, con otro equipaje más que le prepara su mamá en esa cadena infinita de viajes y maletas. ***

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Droga?Nunca. Crecí en un ambiente donde vi cómo la droga acababa con dos miembros de mi familia. ¿Adicto a algo?Soy adicto al deporte, porque cuando estuve en Estados Unidos tuve un problema de sobrepeso por la ansiedad. Troto, monto bicicleta, hago barras, voy al gimnasio, es como un vicio, me gusta mucho montar en cuatrimoto, trochar, tener contacto con la naturaleza. ¿Cuánto llegó a pesar?Llegué a 120 kilos. Hasta que un día había una niña que me gustaba mucho, le pregunté a una amiga que qué pensaba ella de mí, y me dijo que yo era muy buena gente. ¿Buena gente? ¡No jodás!¿Cuál es su ídolo, el que no ha dejado de mirar?Daddy Yankee. Me enseña que los sueños se pueden hacer realidad. A él le tocó más duro porque a mí me tocó un género establecido, a él le tocó establecer un género, poner en el mapa algo que no existía. Hablé con él por teléfono por primera vez, hace como dos semanas en Miami. Que mi ídolo sepa quién es J Balvin, eso para mí ya es suficiente.Cuando su mamá acepta que deje la U para dedicarse a la música, ¿qué hace? Me voy a Miami en 2005. Dejé mis CD porque nadie me escuchó, y a los pocos días me llamó Jessie Nieves, un empresario puertorriqueño, para decirme: “Vente para acá que te vamos a contratar”.¿Cómo se llamaba la disquera?Fiera Records. Pero en ese momento tenía claro que no podía pasar nada porque yo tenía visa de turista. Era más como un delirio. En el día pintaba casas para poder sostenerme, y en la noche “actuaba” de personaje importante con escoltas en las discotecas donde hacía mis presentaciones. ¡Por Dios!, si no me conocía nadie, pero así me quería mostrar la disquera. Yo no podía con esa falsedad.¿Qué hizo entonces?Conozco a un empresario, Aldo Román, creo que en ese momento era el mánager de Chayanne, y él me dice unas palabras muy sabias: “Para que Juanes fuera Juanes primero tuvo que ser Ekhymosis, o sea, tú no puedes pretender estar de gira en Estados Unidos cuando todavía no te conocen en tu país. Devuélvete, empieza de cero, crea tu nombre en Colombia y que tus mismos compatriotas te suban y te traigan acá”. Me dio muy duro porque sentía que iba a regresar como todo un perdedor, me demoré como un mes pensando, pero finalmente le hice caso y regresé en el 2006. De nuevo al ruedo a rebuscarse...Ahí empecé independiente, solo, sin disquera, empezando de cero a tocar puertas en todas las emisoras, a dejar mi CD. Muestre la cara, vaya a los colegios, haga presentaciones, muéstrese, primero en Medellín y después en Pereira, Manizales, el Eje Cafetero. Después cogí pa’ Cali, luego a la Costa y dejé de último a Bogotá, lo más difícil. Para allá me fui en 2008.¿Cuál fue su estrategia en Bogotá?Allá llegué a tocar las puertas y me tocó hacer como le tocó al Papa, que pidió perdón por las cruzadas. Más o menos llegué diciendo “pues sí, listo, los raperos somos así, pero también somos gente educada, somos gente que tiene sueños y esto es lo que yo quiero mostrar”.¿Llegó pidiendo disculpas por el reggaeton?No por el reggaeton solamente, sino por la parte urbana en general, el rap. Nos tenían en un concepto muy discriminado y tenían la razón, se dieron ciertos comportamientos...¿El primer indicio de fortuna?Empiezo a mostrar mi música y de un momento a otro explotó Ella me cautivó. Recuerdo que estaba en un concierto en Apartadó y recibí una llamada de Alejandro Villalobos para decirme que quería que fuera a Bogotá porque le gustaba mucho mi música. Él fue muy claro, me dijo: “Yo no te buscaría si tú no me sirvieras para la emisora, porque yo no estoy para hacer favores, yo estoy para crecer”. ¿Hizo la tarea?Sí, muy bien, un año viviendo en Bogotá. Hicimos presentaciones exageradas, hicimos cientos de colegios.¿Cuándo ganó su primer millón de pesos?Cuando hice mi primera presentación oficial como J Balvin en Medellín, recién llegado de Miami. En una discoteca que se llamaba Babylon, llena de amigos. Yo nunca había tenido tanta plata en la vida. Pero ojo pues, entonces me dan un millón de pesos, pero mis bailarinas habían quebrado un vidrio completo de la tarima, entonces me descuentan, por derecha, ochocientos mil y me dejan con doscientos mil”.¿Qué compró con sus primeros doscientos mil?¡Me compré mi primer celular bueno! Hay una historia muy bonita y es que mi papá siempre le preguntaba a mi DJ: “¿A ustedes sí les va bien?”. Porque mi papá lleva de mánager mío apenas hace cuatro años. Y, claro, antes él no veía nada que entraba, pero tampoco veía que yo le pidiera.¿Y sí estaba entrando plata?Pero claro. Yo estaba ahorrando, averigüé cuánto debía mi papá en el banco y me dediqué fue a ahorrar y ahorrar pa’ pagarle esa deuda. Y un día en su cumpleaños, a él no le gusta mucho la pizza pero le pedí una pizza, y puse debajo un cheque de gerencia. Mi mamá me llamó y recuerdo que me dijo: “Jose, que Dios te pague porque el papá por primera vez en muchos años está durmiendo”.Los dos últimos años han sido cruciales en su carrera, han sido muy fuertes. ¿Qué pasó en ese tiempo?Disciplina, porque muchos artistas aparecen y desaparecen de la noche a la mañana. Yo tengo mucha disciplina, tiempo para los amigos, tiempo para componer y tiempo para hacer música.¿Qué es la plata para J Balvin?Hay una frase que me encantó de Daddy Yankee en Twitter: “El dinero no da felicidad, pero alarga la sonrisa”.¿Imaginó que iba a tener una casa así?Sí, sí, desde pequeño soñaba con una casa de la cual no quisiera irme. Siempre he creído mucho en la física, en los pensamientos que son energía y en la energía que se materializa. Lastimosamente, la felicidad y el amor no se pueden visualizar de la misma forma como una casa.¿De dónde sacó la idea para hacer su casa? ¿Tiene algo de la nueva casa de Juanes? ¡Ja, ja, ja! Siempre me ha gustado mucho la luz, la naturaleza, entonces dije: “Yo la quiero así”. Cuando conocí a Juanes, me gustó que en su casa había mucha agua y eso sí me lo copié.¿Esta casa está hecha a punta de conciertos?Sí, y a punta de deudas.En la lucha pa’ la leche, como usted dice en Twitter. Sí, siempre. Esto es la lucha de todos los días. ¿Verdad que ha llegado a hacer hasta seis conciertos en un día?Sí, claro. Es lo más fuerte.Dicen por ahí que son sesenta millones por concierto, ¿caliente o frío?Mi mamá no me deja. Pongan así, que mi mamá no me deja.¿En quién cree?En Dios.¿Dios es reggaetonero?Le debe encantar o si no, no me hubiera apoyado en esta lucha.¿También cree en los amigos? ¿No le han propuesto de pronto cambiar a uno del grupo? Pasa cuando llega la fama.Me lo han dicho, muchas veces, pero yo soy leal y agradecido, eso siempre me lo enseñó mi papá. Voy a seguir con ellos porque han sido los que estuvieron conmigo desde cero. Hay un reggaeton muy sexual y otro que emigra hacia lo romántico, ¿usted dónde se ubica?El mío está en la mitad, el mío es sexy.La gente dice que sus letras no son tan elaboradas. ¿Dónde está el secreto?Lo que yo digo es lo que dice todo el mundo. Recuerdo una canción: “Ella me cautivó, hoy estoy soltero y hago lo que quiero”, la gente la volvió su himno.¿Qué tan lejos se siente de figuras como Shakira y Juanes?¡Jueputa! Me la pusieron peluda. ¡Eh! Falta mucho pelo pa’ la moña, pero no es imposible.¿Qué le hace falta?Tiempo. ¿Qué viene ahora en su carrera?El proceso de internacionalización, acabo de firmar con Capitol Latin-EMI, donde están artistas de la talla de Juan Luis Guerra, Belinda, David Guetta y Coldplay.¿Cuánto duerme?Sufro trastornos del sueño por trasnochar tanto, por las tarimas, por el show. Soy una persona que se acuesta a las tres de la mañana y se levanta a las seis.¿Hasta cuándo J Balvin?Hasta cuando Dios y la gente quieran.Pero ¿hasta cuándo quiere usted?Cuando yo vea que J Balvin me va a quitar mi felicidad, paro inmediatamente.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                 *** Se fue el día y ya no hay manera de llegar a tiempo para el último avión a Bogotá, no hay más remedio que aplazar el viaje para mañana. Voy a estrenar uno de los tres cuartos que tiene para sus huéspedes. Escojo el que tiene neverita roja que combina con las paredes del baño. Él mismo lo equipó con champú, jabón y gel L’Occitane. Así oficia de anfitrión un reggaetonero. A la mañana siguiente ya no está, salió temprano al aeropuerto de Rionegro. Otro vuelo más que le suma al sueño que canta en sus conciertos: “Yo quiero subir, seguiré subiendo, quiero ser la voz del pueblo”.

                                                                                                                                Por Redacción Cromos

                                                                                                                                Temas:
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