Ya son doce años de relación entre Juan Daniel Oviedo y Sebastián Reyes. El diseñador de modas tenía un taller de diseño en La Candelaria. Una mañana se bajó en la estación Museo de Oro de Transmilenio y siguió caminando rumbo a su trabajo. Recuerda como si fuera ayer que en el trayecto compró un jugo de naranja con zanahoria. En un tramo subió por la calle 12C y vio a un profesor de la Universidad de Rosario fumando en la calle. “Creo que él estaba en un break, cruzamos miradas y, cuando hay química con una persona, se siente de inmediato. Me llamó, me dijo como ‘oye’, yo volteé a mirar y ahí empezamos a hablar, intercambiamos números y hasta el sol de hoy…”, confiesa Sebastián.
En numerosas ocasiones ambos habían hecho lo mismo en la misma calle, pero nunca se habían cruzado. El viernes de la primera cita rumbearon y, lo que bien hubiera podido ser un simple entuque, fue la primera piedra para una historia que continúa. “A los pocos meses prácticamente vivía con él, eso es lo que tienen las relaciones de personas diversas, van un poco más rápido”, sostiene Sebastián.
Sigue a Cromos en WhatsAppAmbos se complementan porque Juan Daniel es economista metódico, amante de los números y los datos, mientras que Sebastián tiene una vena creativa que vierte en sus emprendimientos. El más conocido es Olimpolab, un laboratorio creativo en el barrio Santa Fe que trabaja con la comunidad trans: “Lo que hago es darles bases para que tengan oportunidades de hacer otras labores, no solamente ejercer el trabajo sexual, sino también diferentes herramientas y poderlas, no sé, proyectar en un futuro a otro trabajo”.
Durante la sesión de fotos Sebastián y Juan Daniel demostraron que tienen una relación horizontal. Nunca hubo un síntoma de que el poder atravesara su vínculo. Son un equipo que se entiende con mirarse. Uno está más acostumbrado a lidiar con los fotógrafos y periodistas, el otro, aunque más tímido, es igual de fresco y transparente a la hora de responder.
“Me gusta mucho estar en la calle, es parte de mi complicidad con Sebastián, nos gusta salir por una cerveza o caminar de noche”: Oviedo.
“Nunca pensé que él fuera a llegar a ser un referente, en la ciudad puede llegar a ser una persona muy importante, va a ser clave que él se capacite y aprenda muchísimo de la verdadera Bogotá”, asevera Sebastián. Viven en Bosa, tienen una perra llamada Mora y es usual encontrárselos caminando por la séptima, en el centro, en Transmilenio o en un bar. Ya llevan una vida con escoltas, pero procuran gastar suela en el cemento.
Durante la campaña recibieron la aceptación de la gente y mantuvieron la calma en situaciones espinosas. En una ocasión los frenaron en la calle para matonearlos y burlarse de Oviedo por su presunta condición de “yupi”. Hubo alguien que les prendió el celular y los grabó pidiéndole al candidato a la Alcaldía que acentuara su manera de hablar. Se mantuvieron imperturbables, sin caer en la tentación de una respuesta impulsiva.
Juan Daniel Oviedo y la fuerza transformadora del autorreconocimiento
Juan Daniel Oviedo fue el fenómeno político de las últimas elecciones a la Alcaldía de Bogotá. 606.000 personas votaron por su propuesta, lo que le aseguró el segundo lugar por encima de Gustavo Bolívar, el candidato del Pacto Histórico, y por detrás del ganador Juan Manuel Galán.
Sin partidos ni padrinos conquistó a más de medio millón de habitantes de la capital. “El man del DANE” y “El gomelo”, como algunos lo identifican, se convirtió en un personaje público que brilla por lo que más lo acosaban en su etapa colegial: el color de su voz. Su autenticidad viene acompañada por su inolvidable gestión en el DANE. Durante la pandemia se convirtió en el profesor de los datos: el que informaba los contagiados, los fallecimientos, los recuperados, los números rojos de la economía y la ténue recuperación. Su tono característico y su claridad en la dirección de una entidad fría y distante para el grueso de la población son sus sellos.
¿Cómo es posible que por lo que lo atacaban en su niñez hoy lo aplaudan a donde quiera que vaya? Quizás es una recompensa luego de semejante asedio. El bullying no se olvida, pero sí se puede compensar con derroche de personalidad y talento. No es solo una pose: en su caso, es una manera de ser.
Oviedo es un político en ciernes, su carrera apenas despega. Está el riesgo de que en el camino las alianzas terminen por fracturar su originalidad. “No voy a perder la autenticidad, para mí es un activo clave y hay que reconocerlo como sujeto político y muchas personas la valoraron en nuestros mensajes durante la campaña”. Previo a convertirse en un hombre de discursos, megáfonos y de protagonizar una portada en Cromos junto a su pareja Sebastián Reyes, tuvo una prueba de fuego: aceptar su orientación sexual. ¿Qué hay entre el niño resiliente que vio la peor cara del matoneo y la popularidad del subcampeón de la Alcaldía? Un paso fundamental para todos los seres humanos es abrazar su gusto y defenderlo hasta la muerte. “¿En qué me diferencio entre mi yo del pasado y el actual? En ser feliz en mi parte sentimental, cuando verdaderamente acepté que me gustan los manes y que esa era la forma de encontrar mi realización amorosa, me sentí empoderado”.
Ese empoderamiento lo impulsó para enamorarse y desenamorarse, para no vivir ocultando su esencia, para ser el economista que soñó y especializarse en Francia e Inglaterra. Su biografía ha dado vueltas y vueltas, llevándole la contraria a la adversidad, y hoy es uno de los concejales más famosos del país con aspiraciones de ser alcalde en el futuro mediano y, por qué no, llegar a la presidencia.
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