Fanny Lu
Mi vida es la música. Desde que tengo memoria, era lo que más quería hacer. Pero no tenía cómo. Vivía en Cali, donde lo tenía todo o, por lo menos, casi todo. Me faltaba apoyo. Era mi gran tristeza, me sentí frustrada porque a nadie le podía mostrar mi verdadera pasíón. Y por la falta de respaldo nunca me metí de lleno. Para mí era importante presentarle a mi papá buenas calificaciones del colegio. Entonces esa era la felicidad para mí. Ahora el significado de la felicidad es otro; es despertarme en cualquier lugar sabiendo que puedo vivir de lo que me gusta. La más difícil de las sensaciones es la desazón de levantarse todos los días y decir: «No me gusta a lo que me dedico».
Sin embargo, uno debe arrepentirse de lo que no hace. El riesgo está relacionado con la felicidad en la medida que siempre encuentras aprendizaje. Mi vida ha sido un camino de retos y aventuras. He tocado el cielo con las manos, como también he estado del otro lado. La felicidad es escuchar al público cantar mis canciones. Puede parecer una explicación manida, pero así lo siento. Se me pone la piel de gallina en los conciertos. Cada que vez que canto en vivo es como la primera vez. Siento que me empapo del público. Es una cercanía difícil de explicar. Puedo asegurar que la sensación trasciende el reconocimiento. Solo yo sé la alegría que me genera.
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«La felicidad está en el corazón. La esencia de todos es ser feliz, por más díficil que sea alcanzarlo» Fanny Lu
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Abrigo: Johanna Rubiano
Short y camiseta: Andrés Otálora
Accesorios: Xiomara Pérez
Calzado: Nora Lozza
La vida es una acumulación de momentos. Asumo los felices así como asumo los que tienen otro color. La tristeza es una epifanía a la que hay que enfrentar. No obstante, no soy de las que acaricia la tristeza, porque deriva en depresión. Fuerte, mi nuevo sencillo, me viene muy bien en este momento. Cuesta ser un roble en el amor; el corazón es frágil y la cabeza da vueltas. La fortaleza es esquiva cuando uno está enamorado. La separación de pareja o una pérdida por muerte son duelos duros de superar.
Los artistas somos sensibles. Tenemos una vida con sus sentimientos, alegrías y, aunque se me vea feliz, me pasan cosas. Y yo no finjo nada porque me gozo lo que hago. Soy capaz de guardarme el dolor para cuando tengo el espacio de resquebrajarme. Las desahogadas traen tranquilidad. Los artistas gozamos de una vida llena de privilegios y, paralelamente, somos vulnerables. Yo siempre les digo a los niños de La Voz Kids que si uno está enfermo, bravo o cansado, debe procurar subirse a la tarima con el ánimo por las nubes. La gente no tiene por qué recibir nuestros problemas personales. El artista está en la obligación de dar todo a la persona que sacó el tiempo para ir al show. La gente se merece ese respeto. La música es tan hermosa que tiene el poder de envolver las cosas en un empaque de regalo.
Cuando estoy triste, escucho música. Las canciones con las que me identifico, como los recuerdos, me transportan. Cada una tiene un sabor. Por supuesto, mi familia me descifra. Con ellos soy transparente. Mi círculo cercano me conoce como soy. Digo que identifican mi melodía. Ellos saben más que nadie que yo me gozo mi carrera. Ahora estoy trabajando en un álbum que planeo lanzar en el primer semestre del próximo año. Vendrá cargado de fortaleza y de la experiencia de haber cantado a lo largo de mis últimos diez años.
En algún momento me encantaría volver a la televisión; el problema es que no me queda tiempo. Tengo claro que la música es mi prioridad. Desviarme hacia algo que me aleje un centímetro, sería un sacrificio. El manejo del tiempo es lo más difícil. Hay meses del año en que no puedo más, que no diviso el descanso. La exigencia de viajes es alta; si uno no está a donde ha llegado primero su propia música, la carrera se queda a medias. Y yo no me puedo sentir cansada porque para esto luché y no quiero volver a sentirme frustrada. La felicidad de vivir de lo que me apasiona la tomo como un obsequio de la vida.
«La felicidad de vivir de lo que me apasiona la tomo como un obsequio de la vida» Fanny Lu
La música te llena de contrastes; cuando regreso de una gira, disfruto más los detalles cotidianos, como estar en casa con mis hijos, abrazar mi cama, prepararme una sopa. Ahí, con los míos, está la felicidad. Ser mamá siendo Fanny Lu es otra razón para sentir felicidad. Yo acompaño a mis hijos al colegio. Es muy especial porque sus compañeritos me abrazan. Eso me llena de orgullo. ¿Qué más puedo pedir? La familia es la base de gratas sensaciones.
Las personas vinimos al mundo a domesticar la felicidad, si es que esa es una tarea realizable. Vinimos a buscarla de modo permanente. La tranquilidad de que no le hago nada a nadie también me genera felicidad. A mis pupilos de La Voz les pregunto: «¿Por qué quieres cantar?». Algunos señalan que les gustaría para ser famosos. Yo les digo que si el fin es ese, están en el sendero equivocado. Puede sonar postizo, pero la fama es fría. Lo que realmente llena es el amor que uno puede transmitir. Procuro disfrutar una foto, un saludo, un abrazo, un mensaje por las redes sociales.
Dicho lo anterior, si tengo que decir dónde está la felicidad, sostengo que en el corazón. A través de momentos y recuerdos únicos se llega a ella. La esencia de todos es ser feliz, por más complicado que sea. Por caminos insospechados puedo quitarme la tristeza o distraerla. No soy de las que se levantan deprimidas de la cama. Es muy jarto sentir antipatía; si hay que sentarse con la mala energía al lado, hay que hacerlo. La vida es una mezcla de dificultades y alegrías; todos estamos a merced del momento. En uno está saberles dar su lugar. Nacimos para sentir y dejar de sentir cosquillas en el estómago. De eso se trata.
* Fotógrafo: Hernán Puentes
* Producción:Mónica María Moreno M.
* Asistente de Fotografía:Junior Rojas
* Stylist: Amaury Echenique para
www.lamadonaproducciones.com
* Peinado y Maquillaje: Norma Jane