La Voz Kids, historias de talento desde diferentes rincones del país
El país está sorprendido con el carisma de un centenar de niños protagonistas La Voz Kids. ¿De dónde salió esta generación de jóvenes tan afinada?.
Por Gloria Castrillón
02 de octubre de 2014
La Voz Kids, historias de talento desde diferentes rincones del país
La fama les llegó de golpe, muy rápido. Casi todos empezaron a cantar en el jardín infantil, cuando escasamente podían hablar; y ahora, cuando apenas han mudado los dientes o entran en la pubertad, ya son estrellas. Hace dos semanas irrumpieron en las pantallas de televisión en horario triple A, y desde ese momento algunas de sus presentaciones están entre los más vistos en Youtube y otras han sido trending topic en redes sociales. Los niños que cada noche se presentan en audiciones a ciegas en La Voz Kids, del Canal Caracol, se han convertido en un fenómeno de audiencia que, según las estadísticas, solo se compara con la fiebre que causó la Selección Nacional en el Mundial de Fútbol Brasil 2014.
En la capital del Amazonas, por solo citar un ejemplo, el día que salía al aire la presentación de Danna Valeria Goez, la población se paralizó. Quienes vivían en Tabatinga, Brasil, tuvieron que buscar amigos y familiares en Leticia para poder ver el programa esa noche, y los pocos que tenían señal de televisión colombiana en territorio brasileño tuvieron que acoger a vecinos y desconocidos que se agolpaban a ver a esta jovencita de quince años que cantaba en portugués y se robaba los aplausos del auditorio y de los tres entrenadores.
15 años
Leticia, Amazonas
De madre brasileña y papá colombiano, esta amazonense está orgullosa de que Colombia hable de su departamento por algo diferente a la violencia o las malas noticias. Confiesa que no le gustaba cantar y que sentía que lo suyo era el baile. Pero un día sorprendió a su padre (profesor de música) mientras él ensayaba una presentación en la guitarra. Ella, distraída, tatareó la canción mientras veía televisión. «Él vio que era afinada y que aprendía rápido y me invitó a cantar con él». De eso hace tres años. Ahora es una artista reconocida en su pueblo y hace presentaciones acompañada por su padre. «Yo no creía en mí, tenía miedo de ir al programa porque una persona de aquí se presentó el año pasado al de adultos y no pasó. Ahora soy famosa, hasta la gente que no conozco me llama a felicitarme, me cuentan que la gente lloraba viéndome en televisión. Ahora hasta me bajan de la moto para pedirme fotos».
Mira aquí la audición a ciegas de Danna.
A Óscar Telag, un pastusito de ocho años que hizo llorar a los televidentes en el primer programa cantando La de la mochila azul, de Pedrito Fernández, lo recibieron como un héroe en la plaza principal de Pasto al día siguiente de la emisión. Apenas se bajó del avión, fue celebrado con música y carteles. Los medios de comunicación le hicieron entrevistas y lo felicitaron hasta el alcalde y los concejales. Su mamá, Denis Oneida, lo esperaba ansiosa en la casa. Tuvo que aguantarse hasta ya entrada la noche para abrazar a su pequeño, porque a pesar de que aterrizó pasadas las diez de la mañana, su público no lo dejaba llegar a su hogar.
Mira aquí la audición a ciegas de Óscar.
A cinco horas de allí, en un corregimiento de Tablón de Gómez llamado Las Mesas, la apacible vida de sus habitantes también dio un vuelco gracias a la soberbia interpretación que hizo Cristian Ordóñez de Lo pasado, pasado, una canción que hizo célebre el mexicano José José. Todos los que ayudaron en la colecta para que el niño pudiera participar en las dos audiciones previas en Cali lloraron al comprobar que el mismo muchachito de catorce años que cantaba en los bazares y fiestas patronales de los pueblos vecinos, había dejado boquiabiertos a los entrenadores, mientras gritaba orgulloso el nombre de su pueblo natal.
Mira aquí la audición a ciegas de Cristian.
Esa es tal vez la principal razón para que más de la mitad de los televisores que están encendidos en Colombia a las ocho de la noche, estén sintonizados en este concurso.
«Cuando abrimos la convocatoria no sabíamos a qué nos íbamos a enfrentar. Era un riesgo. Pero cuando vimos 17 000 inscripciones en la página de Internet, supimos que estábamos frente a algo más poderoso que el programa de adultos», reconoce Aníbal Fernández, productor del programa. Y con el pasar de los días el pálpito se confirmó. A medida que hacían los filtros para escoger los niños que irían a audición a Bogotá, el equipo de producción no salía de su asombro ante la cantidad de talento que encontraban.
«Tenemos problemas», le confesó Shela Aguilera a Juan Esteban Sampedro, director de Entretenimiento del canal, cuando organizaron las audiciones, en cinco capitales de departamento, para escuchar un poco más de 800 niños. Tuvieron que organizar dos salones simultáneos para que dos equipos escucharan cerca de un centenar de participantes.
Mira aquí la audición a ciegas de Hernando.
Además de analizar el talento musical, labor a cargo de un grupo especializado bajo la batuta del productor Miguel de Narváez, el grupo de producción evaluó los perfiles y las historias de familia cada niño. El nivel era tan alto que tuvieron que descartar voces muy buenas por pequeñas fallas en la afinación, muchas veces producto del nerviosismo de los participantes. Cuando terminaron esas dos agitadas semanas de audiciones, el equipo se concentró en Bogotá a hacer la evaluación final. Solo 113 niños llegarían a la capital a las audiciones a ciegas frente a Fanny Lu, Andrés Cepeda y Maluma, los entrenadores del concurso.
Quince días después, llamaron uno a uno a los ganadores. A partir de ese momento, empezó para los niños la fase más emocionante del programa: prepararse para ir a los estudios del canal a presentarse frente a las cámaras de televisión y lograr que los entrenadores voltearan sus sillas y los invitaran a hacer parte de sus equipos.
Los niños tuvieron que desplazarse otra vez a las ciudades donde audicionaron por primera vez para que los productores musicales analizaran tres canciones que llevaban preparadas y escoger de allí solo una para presentarse en televisión. «Analizamos las tonalidades y el repertorio. Con profesores vocales y un pianista, observamos el registro de cada niño. Luego había que hacer las pistas de un minuto y medio y darle a la banda las partituras de cada canción para ensayarla», explicó Miguel de Narváez, responsable de la banda sonora del concurso.
Mira aquí la audición a ciegas de Nikolle.
Cada quien con su sueño
Una vez llegaron a Bogotá, los niños empezaron a vivir una aventura. La mayoría de ellos no había montado en avión y no conocía la capital. La producción pagó el transporte, el alojamiento y la comida de los participantes y de sus padres en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Allí tenían a disposición médicos, enfermeras, profesores vocales, recreacionistas, juegos y decenas de personas pendientes de tratarlos como estrellas.
Desde el primer día les hicieron charlas y les explicaron que acababa de comenzar un juego en el que podían perder o ganar. «Les hicimos ganar confianza en sí mismos para que se sintieran como verdaderas estrellas, y les explicamos que los entrenadores eran los que estaban obligados a luchar por ellos», dice Shela. Con juegos de rol, ensayaron cómo les hablarían a Fanny Lu, a Maluma y a Cepeda y cómo elegirían a su tutor. Al final hicieron un compromiso: si los entrenadores no giraban sus sillas, la tristeza podría durar apenas un minuto. No más. Luego vinieron los ensayos con la banda en el famoso diamante de las estrellas, siempre acompañados de profesores vocales para ajustar detalles y perderle el miedo al escenario.
Así se armaron, una a una, las presentaciones de los 113 niños que estamos viendo al aire y que han conquistado corazones de millones de televidentes no solo por el talento sino por el desparpajo y la naturalidad con la que se desenvuelven frente al público y los entrenadores.
Parte del éxito de este formato, que se ha probado en más de cuarenta países, consiste en que precisamente los entrenadores no tienen ninguna información de los participantes. De tal manera que su elección se hace solo por la voz y la calidad interpretativa. «En las audiciones yo sentía que el corazón se me iba a salir –confiesa Fanny Lu todavía emocionada–; escuchábamos una voz buena y luego venía otra mejor. Nos tocaron los sentidos, traspasaron la piel; fue una gran sorpresa».
«El programa ha demostrado que la posibilidad de realizar los sueños es real. No es selectivo.», Fanny Lu
Para los niños fue el mejor día de su vida. Incluso para los 32 niños que quedaron fuera del concurso en esta fase, la vida ya les cambió. «Todos se fueron a sus casas convencidos del talento que tienen, con la seguridad de que la música seguirá siendo parte de su vida», comentó Fanny Lu.
Un país de talentos
Las audiciones a ciegas han hecho llorar al público, a los televidentes, a los entrenadores, a los productores, pero también están dejando más de una lección. «Somos un país lleno de talento, lo nuevo aquí es que hay un programa que se ocupa del talento a esta edad. Estamos acostumbrados a mandar callar a los niños y a pensar que lo que hacen son tonterías o juegos infantiles. Vale la pena reflexionar sobre qué tipo de oportunidades les daremos a estos niños», dice Andrés Cepeda.
«El sistema debe darles la posibilidad de aprender música y artes de la misma manera en que aprenden a leer y escribir.» Andrés Cepeda
Y hace énfasis en que es necesario ver qué hay detrás de esos talentosos niños que vienen de hogares humildes y con pocas oportunidades. El artista bogotano se atreve a lanzar su propia hipótesis: «Creo que son niños que no tiene un Playstation para jugar y no se distraen con las redes sociales y entonces concentran su potencial en la música. Tal vez haya más talentos que se diluyen sin que los padres se den cuenta».
«Hay que encontrar la manera de aprovechar este talento que estamos descubriendo, para que sigan aprendiendo y trabajando con ese don.», Maluma
Para Maluma, el programa le está dejando varias enseñanzas. La primera es que existe una generación talentosa a la que no se le había escuchado nunca, una camada de niños que además ama el folclor. Él, como muchos otros, esperaba muchos más participantes que cantaran música urbana, pero la gran sorpresa es la cantidad de niños que gozan con la música popular, con las baladas de los años setenta o con el folclor de su tierra. La segunda lección es que todos los días aprende de los participantes el valor de lo simple. «Ellos me transmiten su alegría, me ayudan a no olvidar el niño que llevo dentro».
Miguel de Narváez hace un llamado a los medios de comunicación que no están mostrando el gran potencial artístico que hay en el país. Y hace notar que en estos niños hay una gran influencia de padres de familia, de profesores de los colegios, de pequeñas academias musicales. «Hay algo allí que debemos potenciar».
Todos coinciden en que esta experiencia deja una reflexión esperanzadora. «Un país que cuenta con el talento que exhiben estos niños tiene futuro», dice Cepeda. Está en los padres, en los dirigentes y en la sociedad ofrecerles la oportunidad de explotar y vivir de su talento.
Mientras tanto, las audiciones a ciegas seguirán al aire hasta mediados de octubre. Al final de esa etapa, cada entrenador quedará con 21 participantes en su equipo y luego vendrán las batallas para depurar el grupo hasta conocer el único ganador del concurso. Aníbal Fernández, el productor, resumió lo que viene en una sola frase: «Lo único que les puedo anticipar es que deben comprar varias cajas de pañuelos».
Fotos: Cortesía Canal Caracol
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