En el momento de casarnos, el amor puede velar una realidad: que el matrimonio es, a fin de cuentas, una sociedad. Lo es con todo lo que implica, es decir, las propiedades y las ganancias, pero también las deudas. La decisión eventual de divorciarse no solo acarrea cargas emocionales, sino también financieras, por los costos de abogados, la división de los activos y los pasivos, y las cuotas de alimentos o manutención, especialmente cuando hay hijos de por medio.
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Por supuesto, cada caso es diferente, como son diferentes los matrimonios y las razones detrás de cada divorcio. Para Clara Inés Guzmán, líder del programa de bienestar financiero de la firma especializada en planeación Old Mutual, es fundamental que “cuando hablemos de hogares con hijos, se dejen de lado los intereses personales para centrarse en el bienestar de ellos, más aún si son menores de edad”.
Un nuevo estilo de vida
Lo más común, haya hijos o no, es que las dificultades para el bolsillo provengan del hecho de que los gastos que antes se compartían ahora los asume cada quien por separado. En un escenario sin hijos, puede ser algo muy parecido a retomar una vida de soltero: quizá comprar un nuevo mobiliario y asumir gastos de arriendo, administración, servicios y alimentación. Todo por cuenta propia.
Para empezar a planear, Guzmán recomienda evaluar aspectos como su estabilidad laboral, sus ingresos, si cambiará el lugar donde vive, qué responsabilidades tendrá con sus hijos y si, por ende, hay hábitos de su estilo de vida que debe modificar para ajustarse a la nueva situación. “Identifique sus ingresos con claridad. Elabore un presupuesto descontando los compromisos adquiridos (deudas) y las cuotas que deberá aportar, y destine un valor a la propia manutención”.
Ellas llevan la peor parte
Cuatro de cada 10 mujeres con problemas financieros son separadas o divorciadas. Eso es lo que ha evidenciado Insolvencia Colombia, que asesora a personas en serias dificultades económicas. Según Luis Benítez, director de esa firma, hay casos recurrentes, como el del cónyuge que renuncia a la vivienda para que su exesposa viva allí con los hijos. El problema es que, muchas veces, la casa o el apartamento viene con una hipoteca y, por tanto, una deuda.
Está también la mujer que se dedicó al hogar toda la vida, o al menos los últimos años, y que a la hora del divorcio no tiene experiencia laboral para trabajar y procurarse su manutención. A los ojos de Benítez, “con la separación, por mala asesoría, la mujer queda con unos ingresos muy bajos respecto al nivel de vida que llevaba”, incluso cuando en la ecuación entra una cuota por alimentos. Según él, aunque en un divorcio se afectan las finanzas de ambos, en los casos que asesoran, “el hombre no pierde, en la mayoría de los divorcios”.
Una distribución justa
Al escuchar que la mujer tiende a llevar la peor parte, muchos posiblemente pongan sobre la mesa el matrimonio por conveniencia: aquel en el que la mujer generalmente es quien entra con el menor capital o músculo financiero, pero luego de la ruptura, por ley, le corresponde el 50% de la sociedad conyugal. Andrea Cárdenas, abogada especializada en divorcios, resalta la creciente popularidad que tienen las capitulaciones matrimoniales, que se firman con anticipación e impiden que a la sociedad conyugal entren los pasivos o activos del otro.
Para la abogada, la clave en el divorcio está en hacer “un buen acuerdo”, que no es otra cosa que lograr que cada quien reciba lo justo. Resalta que la liquidación de la sociedad conyugal –dividir los activos y las deudas– hay que hacerla, incluso, cuando hay causales de maltrato en la separación. Pero también recuerda que el matrimonio es un contrato y que incumplirlo –siendo infiel o maltratando–, como en todos los contratos, implica penalidades, como una cuota de alimentos o una indemnización.
Cárdenas también insiste en la importancia de una buena asesoría, no solo legal, sino financiera. “Si la mujer no gana lo suficiente y se le adjudica el apartamento junto con la deuda, se va a reventar”. Guzmán, de Old Mutual, recomienda incluir en ese acuerdo, además de los gastos gruesos relacionados con los hijos –como educación y vestuario–, los detalles, y proyectar los cambios que vienen con el crecimiento de los hijos. “Recuerde temas como las fiestas infantiles, las invitaciones, las salidas pedagógicas, los cursos extracurriculares, la lavandería, etc.”, dice.
El proceso en plata blanca
Tenga en cuenta que el costo del proceso de divorcio va ligado a la complejidad del caso. Cárdenas sugiere no aplazar este trámite. Hay parejas que esperan años, durante los cuales entran más activos y deudas a la sociedad conyugal, y esto complica la liquidación.
Sin duda, un proceso de común acuerdo es lo más sencillo y lo más económico. “Irse a un litigio es más costoso y emocionalmente es una pérdida”, cuenta Cárdenas. Pero, en definitiva, un divorcio no costará menos de un millón de pesos, suponiendo que la pareja no tenga propiedades, ni hijos, y solo deba incurrir en los honorarios del abogado que firme en la escritura y los gastos notariales.
Lo importante es no dejar que la turbación emocional afecte la claridad de las cuentas, al tiempo que, como dice Guzmán, se encuentre un equipo de apoyo, no solo de asesores, sino de amigos y familiares que den un apoyo emocional. Esto es especialmente importante cuando de hacerse cargo de los hijos se trata.
Fotos: iStock.