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Robots baristas

La automatización en las tiendas de cafés especiales ha estado avanzando a hurtadillas desde hace algún tiempo.

Hugo Sabogal
31 de mayo de 2020 - 02:00 a. m.
Receta Hugo Sabogal.
Receta Hugo Sabogal.
Foto: Cortesía

Como sitios de encuentro social, cultural, artístico y político desde su aparición en Yemen y Constantinopla, hace más de 500 años, el consumidor los ha valorado y defendido por ser una especie de segundo hogar y un punto ideal de distracción y trabajo a distancia. Por tanto, muchos dueños han evitado convertirlos en factorías robóticas, desprovistas de calor humano.

La pandemia, sin embargo, ha empujado el acelerador de la automatización en el afán de proteger la salud de la clientela. A costa del empleo de los propios baristas.

Otro atractivo para los propietarios es aumentar la eficiencia y productividad a la hora de preparar café y garantizar un alto grado de calidad, repetible en cada taza. O sea: más ventas, menos demoras y reclamos, y poca charla y camaradería.

La tendencia avanza tan rápido que los mayores foros de alimentos y bebidas han empezado a temer por el futuro de los preparadores humanos.

Si bien la automatización es cada vez más frecuente en las máquinas de expreso, también se extiende a otros métodos de infusión, generando mejores ajustes en la molienda del grano, lo mismo que en los tiempos de extracción.

Con las tiendas cerradas o a media marcha, y ante la necesidad de evitar la propagación del COVID-19, la respuesta ha sido acelerar la introducción de tecnología higiénica y segura, que no requiera de la intervención humana.

Un reciente informe de la revista especializada Roast acaba de narrar el caso de un robot barista, diseñado para manejar máquinas de expreso. El caso se registra no en una gran tienda, sino en un pequeño local situado en el centro de Portland, estado de Oregón, en la costa occidental norteamericana.

Portland, uno de los epicentros globales del café de especialidad, atrajo el interés de Joe Yang, un joven inmigrante chino que quería probar suerte en Norteamérica. Yang, consciente del impacto del virus en su negocio, llamó a dos coterráneos suyos, expertos en robótica, quienes en menos de dos meses le crearon un robot llamado Jarvis. No es un humanoide, sino una especie de brazo autónomo, que prepara un café tras otro. En otra esquina, Yang instaló un novedoso dispositivo para hacer espuma de leche. Sus aparatos han generado titulares en la prensa especializada.

En paralelo, F&B, publicación dedicada a cubrir las nuevas tendencias en el sector de alimentos y bebidas, asegura que la automatización en las tiendas de café es un fenómeno indetenible. Anticipa, incluso, cuál podría ser el nuevo rol del barista.

Define dos tipos de asignaturas: mantenimiento de las nuevas máquinas y servicio en las mesas. En el primer caso, un mismo barista podría atender varios locales. En el segundo, el trabajo se limitaría a asesorar y educar al consumidor, y a tomar pedidos. Nada parecido a su actual rol creativo y manual en el arte de la preparación.

No anticipo una rápida o extensiva automatización en nuestro entorno, pero abierto el camino, será difícil, y triste, detener su marcha en estos nuevos tiempos de baja interacción humana. Sin olvidar que la industria está volcada a mejorar y abaratar el precio de los equipos caseros para tostar y preparar café en casa.

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