Vitamina D en el embarazo
No todo en la vida es fácil; a veces para lograr propósitos hay que hacer sacrificios o pasar por necesidades. Y las gestantes lo saben muy bien, pues el embarazo es una de las etapas en la que la mujer sufre más cambios, adaptaciones, molestias e, incluso, riesgos para cumplir su anhelado deseo de ser mamá.
Una de esas incomodidades, que afecta la vanidad y estética que algunas mujeres quieren conservar intactas, es la celulitis, una variación del tejido conjuntivo de la piel que ocasiona que células grasas se acumulen en diferentes partes del cuerpo, especialmente en glúteos, caderas, muslos y vientre.
Sigue a Cromos en WhatsAppComo estas células crecen, los vasos sanguíneos y linfáticos se dilatan y la circulación de la sangre y líquidos por debajo de la dermis se torna más lenta. Lo anterior ocasiona que se ejerza más presión sobre la piel y se disminuya la elasticidad de los tejidos, apareciendo de esta forma la celulitis.
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“Son herniaciones de grasa que se generan en el tejido adiposo profundo de la piel. Durante el embarazo se ven alteradas la circulación y el drenaje linfático, por lo cual estamos más susceptibles a generar aumento de la celulitis”, comenta Carolina Martínez*, médica cirujana de la Universidad Javeriana, con Postgrado en Dermatología en la Santa Casa de la Misericordia Professor Rubem David Azulay, de Río de Janeiro (Brasil).
Por su apariencia rugosa también es denominada como “piel de naranja” y es una alteración más frecuente en mujeres que en hombres. Cerca del 90% de ellas la experimentan durante su vida, especialmente en la pubertad o cuando están embarazadas.
¿Por qué aparece la celulitis en el embarazo?
Pueden ser muchas las razones, pero durante la gestación se atribuye más a los cambios hormonales, entre estos el de los estrógenos, que durante el embarazo facilitan que el cuerpo acumule grasa y retenga líquidos. Además la prolactina, que permite que los senos crezcan y produzcan la leche materna en la gestación, intensifica la aparición de células grasas.
También se consideran como probables causas de la celulitis, inadecuados hábitos nutricionales, la retención de líquidos, la compresión de los vasos sanguíneos por el crecimiento y aumento de peso del bebé, una mala circulación sanguínea, el sedentarismo, y factores genéticos, metabólicos y psicológicos, entre otras.
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Aunque no puedes prevenir la celulitis, así seas delgada, al adoptar un estilo de vida diferente permitirás que tu piel tenga una mejor apariencia. Para ello, te brindamos diferentes alternativas:
Anímate a ejercitarte. Estar embarazada no te impide hacer ejercicios o practicar alguna actividad deportiva que te evite subir tantos kilitos y que favorezca la circulación de la sangre, el drenaje linfático, el fortalecimiento y tonificación de los músculos, y mejorar el tránsito intestinal, aunque debes tener en cuenta tu condición actual y las recomendaciones de los especialistas que siguen tu caso.
Aeróbicos, natación, trote, pilates, caminata, bicicleta, baile y yoga, entre otras, son buenas opciones para impedir que se acumule grasa en ciertas zonas, siempre y cuando las practiques con regularidad y moderación.
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Cuida tu alimentación. Es posible que tengas que dejar algunos gusticos de lado, pero todo será por estética y, sobre todo, por eliminar toxinas que se acumulan en los tejidos grasos y por mantener una buena salud. Incluye en tu dieta sana y equilibrada frutas, verduras frescas, vegetales de hoja verde, fibra, cereales, proteínas, vitaminas y potasio, y menús preparados a la plancha, en horno o al vapor.
Los jugos verdes son un buen aliado para desintoxicar el organismo y eliminar la alimentación rica en grasas y que ayuda a aumentar la celulitis.
Descarta grasas saturadas en exceso, fritos, cremas, harinas refinadas, comidas rápidas, golosinas y los embutidos grasos, y reduce la ingesta de sal, azúcares y carbohidratos, porque se convierten en azúcares y secundariamente en grasa que aumenta el tejido adiposo. Al natural, todo será mejor.
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Hidrátate bien. Para que tu piel permanezca sana, luminosa y la circulación sea adecuada, no te olvides de beber aunque sea 2 litros de agua pura o filtrada al día, que puedes combinar con infusiones y jugos naturales, pero esporádicamente porque contienen fructuosa, que es un azúcar que ayuda a aumentar la celulitis.
Esfuérzate también por disminuir el consumo de bebidas alcohólicas, azucaradas y que contengan cafeína.
Ponle atención a tu salud mental. Aunque te resulte difícil creerlo, problemas como cansancio, mal dormir, estrés, irritabilidad o ansiedad pueden influir en la aparición de la celulitis.
Por tal razón, intenta desarrollar tus actividades cotidianas con tranquilidad y no desestimes los momentos para descansar bien y el tiempo suficiente, comer a horas indicadas y compartir momentos agradables con tu familia.
Consiéntete. Con el fin de beneficiar la circulación sanguínea, eliminar toxinas, y mejorar y aumentar la elasticidad de la piel y de todos sus tejidos, usa con frecuencia cremas hidratantes y reafirmantes durante toda la gestación; “en el momento que generamos expansión por el embarazo, no habrá un gran impacto en la ruptura de las fibras de colágeno, y esto nos va a ayudar como efecto anticelulítico todos los días”, aclara la doctora Martínez.
La dermatóloga Carolina Martínez también aconseja que “durante el uso de las cremas hidratantes se hagan masajes con drenación en los glúteos, muslos y zona baja del abdomen; esto ayuda a estimular y activar la circulación en áreas claves para disminuir la celulitis durante el embarazo e hidrata mejor la zona para evitar la ruptura de fibras colágenas.
El masaje debe hacerse siempre con una ligera presión circular para que se restablezca toda la circulación y evitar la retención de líquidos innecesarios”.
Usa ropa cómoda. Nos referimos a prendas amplias y flexibles que faciliten la circulación adecuada de la sangre, que con vestimenta muy ceñida al cuerpo se dificulta y favorece los depósitos de grasa. Incluye en la lista los zapatos, que también deben ser confortables y ojalá sin tacones altos.
Atención a los tratamientos. “Durante el embarazo no se debe realizar ninguno; casi todos son con ondas de radiofrecuencias que pueden activar las contracciones e inducir un parto prematuro.
La mayoría de la aparatología no tiene los estudios científicos para demostrar que son seguros, y los láseres, que se creía que no generaban una penetración importante en el embarazo, se intentan evitar porque a veces emiten ondas de luz que pueden afectar o activar al feto. Preferimos hacer los masajes con drenaje linfático o máquinas que activen la circulación, que son las únicas autorizadas durante el embarazo”, aclara la doctora Martínez.