Dos necesidades fisiológicas principales ocupan la mayor parte del tiempo de tu bebé durante sus primeros meses de vida: dormir y comer. Y por ahora la leche materna se convierte en el alimento único y vital para cubrir sus exigencias nutricionales, fortaleciendo su sistema inmune y permitiendo que crezca sanamente.
A lo largo de cada jornada las tomas serán frecuentes y a libre demanda, y como todavía no diferencia el día de la noche, muy seguramente interrumpirá tu descanso nocturno, no una sino varias veces. Es cierto que no podrás mantener un sueño continuo, pero la buena noticia es que tanto tu bebé como tú obtendrán muchos beneficios.
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Diversos estudios han confirmado que en las noches la leche materna desarrolla algunas propiedades favorables para el niño, pues en este periodo aumenta la producción de prolactina, que es la hormona que permite que tus senos crezcan y estimule la secreción adecuada de leche. Por tal razón, a estas horas y en las mañanas podrás alimentar mejor a tu bebé.
La prolactina también desempeña un papel fundamental cuando te dispones a descansar, porque al segregarla más durante la noche te permite conciliar con más facilidad el sueño y que no te despiertes tan cansada cuando tu pequeño te invita a darle su alimento. Pero además esta hormona, junto a los nucleótidos, triptófanos y la melatonina, también inducen a tu bebé a dormir más y a “comprender” que después de cada toma debe dormirse de nuevo; en otras palabras, los dos mejorarán sus ciclos de sueño.
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“Partiendo de que un recién nacido duerme más de 18 horas y a los 6 meses, un promedio de 14, la leche materna le permite aún más disfrutar de su sueño, ya que contiene compuestos clave que lo estimulan, como el aminoácido L-triptofano, que favorece la relajación y el descanso del bebé, pero también de la madre. Además, existen otros factores que contribuyen a este buen dormir, como el colecho (dormir juntos madre e hijo), el apego y el buen agarre al momento de amamantar”, señala la nutricionista dietista, Ysis Ramos.
Otra ventaja esencial de la lactancia nocturna es prevenir que al recién nacido le dé hipoglucemia; es decir, bajo nivel de azúcar en la sangre, situación que puede ocasionar problemas irreversibles en su desarrollo cerebral y funcional. Como al nacer su estómago es muy pequeño, la cantidad de leche que recibe es escasa; por tanto, es primordial que lo alimentes con frecuencia (cada dos o tres horas, incluyendo la noche), con el fin de que además de recibir los nutrientes necesarios, conserve estables sus niveles de glucosa.
Pero no te preocupes, aunque no es sencillo determinar cuándo pasará de largo la noche, no es un acontecimiento que dure mucho tiempo. Poco a poco, y a medida que crezca y madure, y cuando comience a diferenciar el día de la noche, su organismo se regulará y empezarán a disminuir sus despertares nocturnos para nutrirse; cuando menos lo pienses, lograrás descansar plácidamente hasta la mañana siguiente.
Aunque es una etapa complicada, sobre todo si trabajas, también es muy placentera y satisfactoria por los múltiples privilegios que obtendrá tu bebé. Pero para que no sea tan dura, te sugerimos algunos consejos.
No hagas más cosas. Cuando tu bebé se despierte en las noches, intenta que solo sea para alimentarse. No enciendas la luz, no le juegues ni lo distraigas, y si le hablas, hazlo con voz muy baja para que tan pronto termine su comida se vuelva a dormir inmediatamente.
Mantenlo cerca. Es una sugerencia de la mayoría de especialistas para que puedas amamantarlo con facilidad, sin tener que levantarte o desplazarte muy lejos. Al tener su cuna o moisés al lado, solo tendrás que acogerlo en tus brazos, acercarlo a tu pecho, darle de comer y volver a acostarlo. Si duermes con él en la misma cama (colecho), asegúrate de hacerlo con el máximo cuidado.
Aprovecha cuando duerme. Si no tienes otros compromisos u obligaciones durante el día, procura descansar o darte una buena siesta mientras está dormido. De esta manera, llegarás menos agotada a otra difícil jornada nocturna.
Alista todo. Antes de ir a la cama, ten preparado y cerca todo lo que requieras para sus horas de alimentación. Lo anterior, con el fin de que coma tan pronto se despierte y no tenga tiempo de enojarse y hacer más difícil que se duerma otra vez de inmediato.
Pide colaboración. Para que no te agotes tanto o permanezcas despierta el menor tiempo posible, tu pareja puede ayudarte en las noches con algunas tareas, especialmente si el bebé no retoma el sueño oportunamente: alzarlo en brazos para calmarlo, sostenerlo mientras expulsa los gases, acercarte implementos que requieras, etc.
No restrinjas las tomas nocturnas. Es comprensible tu cansancio por tanto ajetreo, pero recuerda que son indispensables porque tu bebé tiene que alimentarse con frecuencia y entre más succione habrá más producción de prolactina y de leche. Si las suspendes o dejas pasar mucho tiempo entre una y otra es probable que se afecte su salud.
“La leche materna, como pilar fundamental, debe ser a libre demanda. Y según la Organización Mundial de la Salud, es el mejor alimento para el bebé lactante, ya que contiene todos los nutrientes que necesita: proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas, minerales, agua y anticuerpos para fortalecer su sistema inmune. Por lo tanto, las tomas nocturnas de leche materna son muy importantes, ya que contribuyen a una adecuada ganancia de peso, y evitan deficiencias en su alimentación, así como bajadas abruptas de peso”, aclara Ysis Ramos, nutricionista dietista.