Mi bebé vive con la mano en la boca, ¿estará muerto de hambre?

Hacia el tercer mes y hasta los dos años los niños conocen el mundo a través de la boca. Empiezan con sus extremidades y luego prueban todo lo que encuentran a su paso. ¿Cómo saber si tienen hambre o si es solo exploración?

Por Natalia Roldán Rueda
07 de noviembre de 2019
 Mi bebé vive con la mano en la boca, ¿estará muerto de hambre?
No hay que ofrecer chupos, ni ponerles guantes para evitar que lo hagan.  / Pixabay

No hay que ofrecer chupos, ni ponerles guantes para evitar que lo hagan. / Pixabay

Hacia los dos meses mi bebé empezó a meterse la mano en la boca. Lo hacía todo el día y con ganas: no introducía un dedito o dos, todo el puño cabía. “¿Tendrá hambre?”, me preguntaba su abuela. “No puede ser, lo amamanté durante una hora”, respondía yo, dudosa.

Durante esos primeros meses de lactancia, nuestra inseguridad es agobiante. Es absolutamente desesperante no poder ver a través de nuestro cuerpo para confirmar que estamos produciendo la cantidad de leche que necesita nuestro bebé y para asegurarnos de que en la última toma recibió lo suficiente antes de quedarse dormido.

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Como no se tienen certezas, como no podemos medir lo que producimos o lo que toma, lo primero que pensamos al ver que se mete la mano en la boca es que tiene hambre. Entonces, lo volvemos a poner en el pecho, pero al retirarlo nuevamente empieza a chupar sus dedos. Este ciclo, unido a la falta de confianza en nuestro cuerpo lactante, lleva a que mucha mujeres concluyan que no tienen suficiente leche y a que empiecen a complementar con fórmulas infantiles.

Yo nunca llegué a ese punto, pero sí me sentí dudosa e insegura durante varias semanas. Solo llegue a estar realmente tranquila después de una consulta con Lorena Beltrán, asesora de lactancia que hizo a un lado todas mis inquietudes. Me explicó: “Entre los 2 y los 3 meses los bebés empiezan a explorar el mundo a través de la boca y esta fase se suele prolongar hasta los 2 años. No está quedando con hambre”.

En ese momento la boca le permitía reconocer su cuerpo. Arrancó con las manos y, eventualmente, pasó a chuparse los pies. Hoy, con un año, se mete a la boca absolutamente todo lo que encuentra a su paso: juguetes, flores, papeles, zapatos… Es como un cachorrito, pero causa menos destrozos. Eso sí, siempre estamos vigilantes, es muy fácil que se coma algo peligroso, que se atore o se enferme.

Aunque por lo general el acto de llevar la mano a la boca es exploratorio, los bebés son muy orales, hay casos en los que sí puede ser muestra de hambre, ¿cómo reconocer, entonces, qué es? Lo ideal es empezar por no alarmarnos y sentirnos seguras de la sabiduría de nuestro cuerpo a la hora de producir leche. Si amamantamos al bebé a libre demanda y tiene un buen agarre, lo normal es que produzcamos todo lo que necesita.

Partiendo de ahí, el siguiente paso es aprender a observar y leer al bebé: “Si está tranquilo, si no se chupa la manita con desespero y, además, acaba de comer, es posible que solo esté explorando y se le puede dejar tranquilo”, explica la anestesióloga especialista en lactancia Liliana Banghrara.

Si sigues con dudas es posible que recurras a darle pecho nuevamente y puede que se quede prendido otra vez. Debes tener en cuenta que esto no quiere decir que haya quedado con hambre necesariamente. Puede ser, simplemente, succión afectiva: el pecho de la mamá no solo alimenta, sino que brinda protección y seguridad, así que es normal que los recién nacidos quieran estará ahí las 24 horas del día.

¿Cómo manejar las manos en la boca?

En esos días en los que mi bebé no se sacaba la mano de la boca, tuve una reunión con amigas y una de ellas, mamá de dos niños, le dice a mi chiquito categórica: “¡¿Nos estamos chupando la mano?! No, no, no… Eso no. Mejor pasar al chupo, que ese al menos se bota, pero la mano no la podemos arrancar”.

Uno, de mamá primeriza, oye eso, sale por el chupo y le prohibe rotundamente al bebé que siga explorando el mundo. Es importante que nos informemos, antes de seguir al pie de la letra recomendaciones que muchas veces lo que hacen es desinformar. La asesora de lactancia, quien se ha educado en el tema y no habla simplemente desde su experiencia, me dijo:  “¡Tienes que dejar que se chupe la mano todo lo que quiera! Es su manera de conocerse y conocer el mundo. Al decir no, no y no lo que harás es frustrar un comportamiento natural”. No hay que ofrecer chupos, ni ponerles guantes para evitar que lo hagan.

Ante el miedo de que empiece a chuparse los dedos, Banghrara sugiere lo siguiente: “Cuando se trata de solo un dedito puedes ayudarlo a que se chupe la mano completa o a intercalar dedos, con el fin de que no se establezca como hábito, aunque esto difícilmente va a suceder a una edad tan temprana”.

Mi bebé se chupó la mano por mucho tiempo y nunca adquirió el hábito de chuparse el dedo. Tampoco recibió nunca un chupo. Ha aprendido a calmarse solito, sin necesidad de un objeto externo. El primer hijo de mi amiga, por el contrario, duró pegado al chupo durante mucho tiempo y para ella fue un problema tratar de quitárselo.

Cada historia, cada bebé y cada mamá son distintos. Lo que me funcionó a mí puede que no leS funcione a otras. Lo importante es tomar decisiones y actuar a partir de información confiable que garantice lo mejor para nuestros hijos.  Por falta de información y por inseguridad, muchas madres dejan de amamantar a sus hijos por angustia a que estén quedando con hambre y les quitan la mejor alimentación que pueden recibir.

Por Natalia Roldán Rueda

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