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¿Qué siente tu hijo si le pegas? Así afectas su autoestima y apego

La crianza ha ido cambiando, dejando de lado actitudes agresivas, siendo cada vez más conscientes de los efectos que tienen los golpes y violencia en los niños.

Por Redacción Cromos
31 de agosto de 2022
La crianza ha ido cambiando, dejando de lado actitudes agresivas, siendo cada vez más conscientes de los efectos que tienen los golpes y violencia en los niños.
Fotografía por: Gettyimages

Recurrir a la corrección de los hijos a través de agresiones físicas, es algo que años atrás formaba parte de la crianza, pero con el paso de los años se ha ido forjando una mayor conciencia de que pegar es una conducta totalmente inaceptable y perjudicial para el desarrollo de los niños.

Esta forma de maltrato trae tanto consecuencias físicas como psicológicas, que dejarán una huella imborrable en los niños.

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Un reciente estudio publicado en la revista médica The Lancet reunió la información recolectada en 69 análisis particulares de diferentes países, que reveló que los castigos físicos no corrigen ni mejoran el comportamiento de los niños, sino que tienen el efecto opuesto.

Te contamos cuáles son algunos de los sentimientos a los que se enfrentan los niños al ser agredidos físicamente y qué consecuencias tiene en el desarrollo del apego en la infancia.

¿Qué consecuencias tiene que le pegues a un niño?

Castigar físicamente, de acuerdo con el estudio mencionado anteriormente, genera problemas de comportamiento en los niños con el tiempo, aumenta el riesgo de requerir la intervención de los servicios de protección infantil y predice un empeoramiento de su conducta.

Además, hay una serie de sentimientos negativos a los que se ven confrontados los niños al recibir un castigo físico, que genera estragos en sus relaciones y en su autoestima.

Se siente agredido tanto física como psicológicamente

Aunque suene redundante, lo primero que siente un niño al recibir un castigo físico es de ser alguien agredido, porque justamente lo es. Cuando golpeas a un niño, él no está pensando que hace parte de una enseñanza para su crianza, sino que es una persona maltratada.

Tras una agresión física se siente mal, se siente herido y maltratado. Con el paso del tiempo esto podría tener dos efectos: desarrollar un trauma, así como problemas psicológicos de todo tipo, o normalizar la violencia, lo que lo empujaría a relaciones insanas en el futuro. Ambos escenarios, altamente peligrosos.

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Genera confusión

Otro sentimiento que puede tener tu hijo en ese momento es la confusión, sobre todo si el niño es muy pequeño, al no entender lo que está ocurriendo, es decir, que podría no comprender por qué le pegan, qué lo causó y qué esperan de su parte.

Una agresión es algo antinatural que no tiene una relación lógica con aprender, sino con maltratar. Y esto, además de generar dolor emocional, puede generarle mucha confusión y desconcierto.

No se siente amado

Un niño que es agredido se siente no querido, porque la agresión es una antítesis del amor. No quiere decir que los padres que pegan a sus hijos no los quieren, sino que en ese momento el mensaje que están transmitiendo es otro y no están demostrando su cariño, porque esa conducta no tiene nada que ver con el amor.

Si pegamos a un niño, le podemos estar transmitiendo el mensaje de que no es válido, suficiente, querido, y esto afecta también de forma directa a su autoestima.

Se siente humillado

Una humillación es una ofensa contra el orgullo o el honor de una persona. Los niños agredidos también pueden sentirse humillados, porque están dañando su autoestima, su orgullo y su dignidad.

Este sentimiento puede aumentar cuando hay una conciencia más clara en los niños de saber que sus padres deben ser las personas que los protejan y persigan su seguridad, por lo que el dolor es más fuerte contra su dignidad.

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Siente desconfianza

Los niños agredidos sienten desconfianza hacia los padres, porque una figura que debería proporcionar amor, seguridad y calma está dando precisamente todo lo contrario: dolor y sufrimiento psicológico.

Es normal que después de una agresión sientan esa desconfianza hacia los padres (y extendiéndose hacia otras personas), lo que acaba impactando directamente en el apego que desarrollarán con sus cuidadores.

La importancia de la crianza respetuosa

El primer paso para luchar contra la crianza irrespetuosa es empezando a ser conscientes sobre la manera en que estamos educando e identificando que quizá estamos repitiendo patrones que vivimos en nuestra propia infancia.

Teniendo claros estos factores será más sencillo tomar consciencia de qué clase de padres queremos ser y qué queremos transmitir a nuestros hijos, reconociendo siempre que son el bien más preciado y merecen todo nuestro amor.

Una vez identificadas esas fallas y faltantes en nuestra propia crianza, busca siempre el educar de la forma contraria, utilizando la humanidad y el sentido común, desde el respeto y el amor.

Redacción Cromos

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