La espera ya casi termina, el pequeño está ansioso y quiere abandonar tu vientre.
Días de cambios, de cansancio, de satisfacciones y de incertidumbres, pero también de certezas. Así ha transcurrido tu embarazo; cerca de nueve meses esperando poder abrazar, besar y sentir físicamente a tu bebé, ese ser maravilloso que vendrá a transformar tu camino y alegrar tu vida.
Pero la espera ya casi termina, el pequeño está ansioso y quiere abandonar tu vientre para enfrentar, con tu ayuda y guía, el mundo que le espera. En otras palabras, varios síntomas en tu cuerpo te anuncian que el día del alumbramiento se acerca, y aunque no sucederá tan rápido, es hora de ir preparándote. Algunos de los anuncios más comunes e importantes te los describimos a continuación.
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Contracciones más frecuentes
Durante las semanas que anteceden al embarazo las contracciones que has experimentado hasta el momento se tornan más frecuentes, continuas y fuertes; es posible que las sientas con intervalos de 10 a 20 minutos. Sin embargo, al aproximarse más la fecha del parto, se presentarán con mayor asiduidad y un dolor más agudo y penetrante.
Por tal motivo, es necesario que permanezcas tranquila pero muy atenta, porque si se manifiestan de 2 a 5 contracciones cada 10 minutos, con una duración entre 30 y 70 o 90 segundos, aproximadamente, y son regulares, molestas, rítmicas e intensas, es un indicio significativo del inicio del trabajo de parto.
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Cerca de la semana 28 de gestación es posible que sientas las contracciones conocidas como de Braxton Hicks o “falso parto”, pero a diferencia de las verdaderas, se presentan ocasionalmente, de forma irregular, nada o poco dolorosas y su duración es breve.
Cambios en el cuello uterino
“Cerca al inicio del parto, el cuello uterino se va acortando, se reblandece y toma una posición central”, asevera Carlos Alberto Cortés, ginecólogo y obstetra de la Universidad Nacional de Colombia. Por causa de las contracciones, ocurre un adelgazamiento y una dilatación.
“La dilatación del cuello uterino es la apertura progresiva del mismo, que empieza a presentarse una vez se inician las contracciones uterinas, que van aumentando su frecuencia, duración e intensidad, en la medida que avanza o transcurre el trabajo de parto, llevando al cuello uterino, que normalmente está cerrado antes de las contracciones (no dilatado: cero centímetros), hasta una dilatación total de 10 centímetros. Simultáneamente se va acortando o borrando, pasando de una longitud de tres centímetros a cero centímetros; es decir, desparece temporalmente”, complementa el doctor Cortés.
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Encajamiento
Ocurre cuando la cabeza del bebé baja hasta situarse en la pelvis y empieza a alistarse para el nacimiento. Como tu vientre también desciende, percibirás más peso allí y en la vejiga, haciéndote orinar con más frecuencia. Pero es una buena noticia porque te permitirá respirar mejor y tener buena digestión, debido a que tanto las costillas como el diafragma y la caja torácica no se sentirán muy comprimidas.
Dicho descenso puede presentarse en cualquier momento durante las semanas próximas al parto; incluso, si has sido mamá anteriormente, horas antes del mismo. Pero si eres madre primeriza, lo más factible es que el encajamiento suceda en las semanas anteriores al alumbramiento.
Pérdida del tapón mucoso
El tapón mucoso es una secreción vaginal que bloquea el cuello uterino al comienzo de la gestación; actúa como barrera protectora y permite que este se conserve cerrado, protegiendo al bebé de posibles infecciones. Es gelatinoso, espeso y pegajoso, su color suele ser amarillento, o con trazos marrones o rosados y puede estar teñido de sangre.
En el momento en el que la cérvix comienza a dilatarse al estar cerca el nacimiento de tu hijo, es probable que este tapón sea expulsado totalmente o poco a poco como flujo vaginal, proceso que en este caso puede demorarse varios días. Por lo tanto, su caída no implica necesariamente que el parto sea inminente, pero sí que ya se acerca.
Rotura de membranas o de bolsa
También se denomina rompimiento de fuente o de aguas. Sucede cuando la bolsa de líquido amniótico, donde se ha desarrollado tu pequeño, sufre la rotura por la presión que hace la cabeza del bebé, o debido a las contracciones iniciales. En ese preciso momento, puedes advertir un goteo que sale por la vagina, que puede ser leve e intermitente o constante, o también profuso y más notorio.
Si no ocurre durante la primera parte del parto sino antes, es una de las revelaciones inequívocas de que pronto tendrás a tu hijo en brazos, aunque no siempre la gestante siente contracciones.
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Es hora de consultar con tu ginecoobstetra y, tal vez, de asistir inmediatamente al lugar donde darás a luz, puesto que entre mayor tiempo transcurra en iniciarse el trabajo de parto, es más probable que tanto tú como el bebé sufran alguna infección.
Las contracciones normalmente se sienten entre 12 y 14 horas después del rompimiento de fuente; de no ser así, el especialista puede estimularlas para inducir el trabajo de parto con el fin de evitar posibles complicaciones.
Otros síntomas
Cada embarazada puede experimentar los avisos comunes de parto ya enunciados de diversas maneras y en diferente orden. Pero hay otros que, aunque no son los típicos, tal vez se manifiesten en tu organismo, entre estos están: cambios de emociones y de humor, calambres, inflamación y tensión del vientre y pecho, ansiedad exagerada y nerviosismo, sensación de más cansancio y debilidad, dolores abdominales o de espalda, variación en el nivel de somnolencia y en los ritmos del sueño, diarrea, náuseas, picor vaginal y temblores.