Todas las cesáreas deberían ser más humanas

Profesionales y entidades de salud empiezan a promover las cesáreas humanizadas, que buscan que el nacimiento sea lo más parecido al natural.

Por Natalia Roldán Rueda
31 de agosto de 2019
Todas las cesáreas deberían ser más humanas
Los hospitales tienen protocolos médicos que rigen las cesáreas y que suelen ser muy fríos. / Getty

Los hospitales tienen protocolos médicos que rigen las cesáreas y que suelen ser muy fríos. / Getty

Recuerdo el día de mi parto como uno de los más emocionantes de mi vida. Nunca me había sentido tan poderosa. No sabía que era posible llegar a ese estado de paz. Después del nacimientoy de haber alimentado a mi bebé por primera vez, parecía que levitaba. Estaba en un estado de goce y tranquilidad que no es comparable con nada que haya vivido antes.

El parto fue natural. Todo arrancó alrededor de las 5:00 de la mañana y Lucas nació hacia la 1:30 de la tarde. El dolor que sentí durante esas ocho horas tampoco lo había experimentado antes. Fue un dolor que me consumió toda y que me obligó a entregarme al momento, a creer en mi cuerpo, a soltar, a dejar a un lado mis ganas de tener el control. Por todo eso que implica un parto natural, cuando tienes al bebé entre los brazos te sientes invencible (podrías leer El paso a paso de un parto natural).

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Pero cada parto es diferente. He oído muchas historias de mujeres que quisieron seguir el mismo camino, pero terminaron en cesárea. Y para algunas ese procedimiento fue una salvación. Pero para otras el recuerdo no es tan grato. Y esto se debe, en parte, a que la mayoría de hospitales tienen protocolos médicos que rigen las cesáreas y que suelen ser muy fríos para un momento de tanta importancia para la vida de una mujer.

Una amiga recuerda con melancolía ese día. Después de sacar a su bebé, se lo llevaron y no permitieron que ella lo alzara o lo amamantara hasta que pasara el efecto de la anestesia. Para ella no fue una experiencia gozosa sino angustiante (te puede interesar 10 cosas que debe saber sobre la cesárea).

Por esta razón, hay especialistas y entidades de salud que promueven las cesáreas humanizadas. ¿Qué quiere decir esto? Que buscan que el nacimiento sea lo más parecido al natural. Porque un parto vaginal no solo puede ser más emocionante y satisfactorio para una madre, sino más beneficioso para su bebé. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el porcentaje de cesáreas no debería ser mayor al 15%. Una cesárea solo previene la mortalidad materna o neonatal en el 10% de los casos; no obstante, en Latinoamérica, el 40,5% de los nacimientos se dan de esta manera e incluso hay clínicas privadas en las que esté número asciende a 90% (de acuerdo con un estudio publicado en el 2016 y citado en el libro Parir de Ibone Olza).

Según esto, cuando ya el único camino posible es la cesárea, los profesionales de salud deberían trabajar para que la experiencia sea lo más parecida a la de un parto natural.

De acuerdo con la partera Carolina Zuluaga, estas deben ser las características básicas de una cesárea humanizada, que podrá realizarse si la salud de la madre y el bebé lo permiten.

1. Hacer un corte pequeño para que la salida del bebé sea "apretada". El ideal es que el médico no saque al bebé, sino que el niño haga el esfuerzo de nacer. Esto puede contribuir al desarrollo de sus pulmones. En el parto vaginal, estos se presionan y esto permite que expulsen el líquido amniótico y respiren más fácilmente.

2.Bajar la intensidad de las luces de la sala para respetar la oscuridad de la que viene el bebé y la intimidad de la madre.

3. Hacer el pinzamiento y el corte del cordón umbilical cuando este deje de latir. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al retrasar el pinzamiento del cordón se consigue mantener el flujo sanguíneo entre la placenta y el recién nacido, y eso puede mejorar la dotación de hierro del niño incluso hasta los seis meses de vida. Este efecto puede ser especialmente importante para los lactantes que viven en entornos con pocos recursos, en los que hay un menor acceso a alimentos ricos en hierro.

4.  Pasar una compresa estéril por la vagina y el ano de la madre –antes del lavado quirúrgico–, para luego pasar ese paño por el cuerpo del bebé y así llenarlo de microbiota materna. Esto ayudará a que le den menos cólicos, a que coma mejor, a que su sistema inmune sea más fuerte.

5. Facilitar el arrastre del bebé al pecho de la madre, permitir el contacto piel con piel y el acceso absoluto de la madre a su recién nacido.

6. Revisar al bebé encima de la madre.

7. Priorizar la lactancia y ayudar aque se dé de la manera adecuada.  

Además de estos puntos claves, el ideal es que la mujer tenga un acompañante y, si es el padre del bebé, se le podría encargar la tarea de cortar el cordón umbilical, para involucrarlo con una experiencia que es de los dos. El hospital también puede ceder a poner la música que la madre quiera o a mantener un ambiente silencioso para ella.  

 “Trabajamos con un doble guante y también dos ‘telones’ de separación –le explica Anna Suy, responsable de partos y urgencias obstétricas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, a La Vanguardia de España–. Cuando empezamos a sacar el bebé, cuando ya pasan los hombros, quitamos el telón y la madre lo ve saliendo de su tripa. Es lo más parecido al parto. Ella puede tocarlo, acerca los brazos. Lo coge en el momento de nacer. Realmente lo sacamos nosotros, pero con ella. Y se lo pone sobre su piel. Al acompañante le damos las tijeras para cortar el cordón. Y en ese momento es cuando ellos empiezan a pasar de nosotros. Nos olvidan del todo. Nos quitamos los primeros guantes y volvemos a estar estériles. También quitamos la tela que ha estado en contacto con la madre y colocamos otra para cerrar nuestro escenario, donde seguiremos la intervención”.

Por Natalia Roldán Rueda

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