Algo muy común en los niños, especialmente en los más pequeños, es usar tonos de voz muy altos para llamar la atención de nosotros como papás, la de sus maestros o las personas que los cuidan, como su recurso para pedir cualquier cosa de nuestra parte.
Sin embargo, hay que admitir que esta constante “quejadera” puede llegar a ser muy molesta y estresante. Aunque sea parte del desarrollo de los niños y de su aprendizaje para exteriorizar las emociones, no somos inmunes a que situaciones como esta nos alteren.
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En el proceso de llevar una crianza respetuosa debemos tener en cuenta algunas técnicas para aprender a superar situaciones específicas que nos desencadenen estrés, rabia o frustración.
Por esto, la coach y guía en formación Montessori, Carolina Ortiz, nos cuenta su estrategia para trabajar la quejadera y fortalecer la comunicación sana con los hijos. Estos consejos te ayudarán a ir manejando cada vez más fácil los casos estresantes.
Cómo manejar la quejadera y gritos de nuestros hijos
1. Busca tu poder personal y autocontrol
Si en específico, que tus hijos te hablen como quejándose o gritando, en cosa de segundos podrías alterarte, por lo que es fácil caer en responder igual o reprender físicamente por el alto nivel de estrés.
Es importante que lo primero que hagas es tomarte un momento, respirar profundo y buscar de nuevo el autocontrol de tus emociones para ser quien dirija la situación.
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2. Ponte al nivel de tu hijo
Cuando te sientas lista, en pleno control de tus emociones, llama a tu hijo y ponte a su mismo nivel para hablarle de frente. Es aquí donde debemos asegurarnos de que sí nos está oyendo porque al estar al borde de entrar en una pataleta es como si sus oídos se cerraran y por más que estemos cerca su mente está lejos.
3. Usa señales visuales de lo que esperas de él
Como lo decíamos anteriormente, es posible que entre más alterado esté tu hijo, menos te escuche, por lo que puedes usar señales visuales para comunicarle una instrucción que debe seguir. Por ejemplo, señala tus orejas, sin modificar tu tono de voz para reforzar que necesitas sus oídos atentos.
4. Modela tono y palabras
Gesticula y vocaliza de manera lenta para explicarle que debe bajar su tono y decir las cosas de manera calmada para que tú puedas atender sus necesidades. La manera en que tú lo hagas será la muestra de lo que esperas recibir de su parte.
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5. Pídele que iguale su voz con la tuya
Ya le explicaste que debe hablar con un tono más bajo y de forma calmada, por lo que ahora es el momento de pedirle que repita con la voz que estás utilizando, para hacer su petición de manera correcta.
Estos 5 pasos son la base para empezar a manejar los gritos y quejas, mientras aprendes de autocontrol con tus hijos. Inicialmente este proceso puede ser tardado y es posible que no funcione perfectamente a la primera, pero mientras no cedas a su “quejadera”, con tal de que haga silencio, sino que tomes el tiempo para enseñarlo, se irá haciendo más sencillo.